“Cuando el tiempo se detuvo contigo”
Gracias por aquella noche que aún palpita en mi memoria como un relámpago dulce, como un suspiro que se quedó viviendo dentro de mí. No imaginas cuánto te esperaba… cuánto anhelaba que el camino, caprichoso y silencioso, te trajera de nuevo hasta mí. Y cuando sucedió, cuando por fin te tuve cerca, sentí que algo en mí volvía a encenderse.
Esa noche no fue solo un encuentro; fue un renacer.
Tu presencia tenía una fuerza que me atravesaba, una calma ardiente que me envolvía sin tocarme, una intensidad que todavía se aferra a mi pecho. Aún puedo recordar cómo el aire cambiaba cuando estabas a mi lado, cómo mi corazón parecía reconocer el tuyo en un idioma que no se pronuncia, solo se siente.
Había una gravedad entre nosotros, una especie de imán antiguo que nos llamaba sin palabras. Y yo me dejé caer… me dejé atraer por esa energía tuya que me sostiene y me desmonta a la vez. Sentir tu cercanía fue como abrir una puerta que llevaba demasiado tiempo cerrada. Fue luz. Fue fuego. Fue silencio lleno de significado.
Amor mío, todo mi ser recuerda ese instante:
la manera en que tu presencia me abrigaba, cómo tu respiración se mezclaba con la mía hasta volverlas una sola, cómo el mundo parecía detenerse para dejarnos existir sin prisa. Fue un abrazo del alma, una pasión que no necesitó ruido para sentirse inmensa.
Y sí… deseo volver.
Volver a ese refugio donde tus brazos eran un universo completo, donde mis miedos se deshacían y mi nombre sonaba
distinto en tu silencio.
Volver a ese espacio donde no éramos dos, sino un mismo latido, una misma calma, un mismo incendio.
Guardo ese recuerdo como quien guarda un secreto sagrado: con ternura, con temblor, con ese tipo de nostalgia que no duele,
sino que enciende.
Si la vida quiere, si el destino se atreve, que vuelva la noche
que nos volvió a unir.
Que vuelva la magia que encendimos sin buscarla…
Esa magia tuya que todavía siento, aunque cierres los ojos
y no estés aquí.
CAROLINA FORERO VELÁZQUEZ 
|