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 NUEVA PRESENCIA 
 
 Venías de tan lejos como de algún recuerdo.
 
 Nada dijiste. Nada. Me miraste los ojos.
 Y algo en mí, sin olvido, te fue reconociendo.
 
 Desde una azul distancia me caminó las venas
 una antigua memoria de palabras y besos,
 
 y del fondo de un vago país entre la niebla
 retornaron canciones oídas en el sueño.
 
 Mi corazón, temblando, te llamó por tu nombre.
 Tú dijiste mi nombre... Y se detuvo el tiempo.
 
 La tarde reclinaba su frente pensativa
 en las trémulas manos de los lirios abiertos,
 
 y a través de las nubes los pájaros errantes
 abrían sobre el campo la página del vuelo.
 
 Con los hombros cargados de frutas y palomas
 interminablemente pasaba el mismo viento,
 
 y en el instante claro de los bronces mi alma,
 llena de ángelus, era como un sitio en el cielo.
 
 Una vez, antes, antes, yo te había perdido.
 En la noche de estrellas, o en el alba de un verso.
 
 Una vez. No sé dónde... Y el amor fue, tan sólo,
 encontrarte de nuevo
 
 MEIRA DELMAR |