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 GRILLOS
 
 En un recinto circular
 estoy yo,
 con mis apetencias interfectas,
 leona lánguida;
 mi cabeza se abate,
 mis manos desean
 liberarse de los cepos,
 aferrados en catapultas
 de apariencia ígnea.
 
 Ruinas de franjas destruidas,
 anfiteatros que explotaron
 por vapores de albañales.
 Mi quinqué se estrelló
 y no veo bien
 las calaveras del tiempo;
 la luz de mis ojos
 no ilumina las cuartillas
 manchadas con el colesterol
 del cadáver crepuscular;
 y no puedo tachar así mis alegatos,
 presionada y sin luz
 y necesito eliminarlos,
 y tratar de reivindicar mi sentido.
 
 Las fetidez del fango
 le demolió los olfatos
 a las luciérnagas
 y sus cocuyos no encienden.
 Oigo grillos que me llaman,
 hay dos seres más
 determinantes,
 vitales,
 pienso para ellos,
 respiro para ambos,
 siento sus neuronas en mi juicio
 y sus narices en mi cara.
 
 Me ahogo,
 me falta el aire,
 te requiero,
 envuélveme,
 tu piel ausente ocasiona
 hilos húmedos que chorrean
 mojando tu silueta omitida.
 
 Mi báculo se encorva,
 mi barbilla se adhiere a mi cuello,
 los muros se deslizan hacia mí,
 desean aplastarme
 pero ya no existo aquí.
 El entorno vestido de negro.
 absorbió mi inestable centelleo
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