La naturaleza humana, puede actuar como causa cósmica de los acontecimientos.

Ante cualquier embate de la naturaleza, los hijos de Dios debemos permanecer en calma, aprendiendo a encauzar nuestras emociones para que ni el miedo ni el descontento, sean capaces de hacernos perder nuestra fe y confianza en el amor de nuestro Padre, que "no sólo está en el cielo, sino que también su divina presencia mora en la mente de los hombres"