Un hombre y una mujer que se enamoraron y se casaron. Su existencia era normal salvo que la primera vez que se encontraron, la mujer portaba un cesto tapado y ante las insistentes preguntas del hombre sobre su contenido, ella le contestaba que lo sabría a su debido tiempo, y que le prometiera que nunca lo abriría sin su consentimiento. El tiempo pasó, y aparentemente eran felices, pero el hombre estaba cada vez más atormentado por la curiosidad, y una vez que estaba solo en la casa, no pudo resistir la tentación y abrió el cesto. Para su sorpresa, éste no contenía nada y cuando la mujer regresó al hogar, el hombre se rió de ella y le dijo: Loca  mujer, todo este tiempo me has tenido en vilo y resulta que el cesto está vacio. La mujer no dijo palabra, recogió sus cosas y se fué para siempre. No pienses que la mujer lo abandonó  por haber roto su promesa, la razón era otra. Ella había estado recogiendo toda su vida polvo de estrellas, colas de cometa y reflejos de luna. Los había guardado celosamente  para regalárselas al hombre que la amara verdaderamente. El hombre que había visto el cesto vacío no podía ser ese hombre.   Actualmente vive feliz. Encontró al que sabe trasladar su mente más allá del Universo, antes de la invención de los Dioses, antes del Big Bang, antes de la nada y  simplemente con la mente, sueñan y recogen  juntos polvo de Estrellas, colas de Cometa y reflejos de Luna.....          " Lo esencial no se ve con los ojos" El Principito  Antoine de Saint-Exupéry