Los niños que se convierten en estrellas

 

Cuento Tolai

 

        Aquella noche hubo una gran celebración en la aldea, y todos los padres acudieron a ella. Los niños se quedaron supuestamente a salvo, encerrados en las chozas, mientras sus padres se divertían; pero una niña consiguió escapar por una ventana y deslizarse hasta el sitio donde se celebraba la fiesta.

 

        Se asomó a la ventana y vio a la gente de la aldea bebiendo y danzando alegremente.  Entre los que allí estaban se encontraba su madre, que reía con desenfreno mientras bailaba y bebía.

 

        La niña pensó que nunca había visto a su madre en ese estado, y se preguntó por qué se tambaleaba de aquel modo.

 

        En ese instante, la madre levantó la vista y se encontró con la mirada de su hija, que la observaba sorprendida.

 

            -¿No te dije que te quedaras en la choza? -le grito malhumorada, y se dirigió hacia ella.

 

        Incapaz de soportar la mirada de la niña, le pegó y se la llevó a empujones hasta la coza, junto a sus otros hijos.  Cuando le pareció que todo estaba nuevamente en orden volvió tambaleándose a la fiesta.

 

        La niña se sentó a llorar, y contó a sus hermanos lo que había visto.   Le habló del modo en que la había tratado su madre; nunca hasta entonces le habían pegado, y estaba rabiosa y sentía mucho resentimiento.

 

        De pronto, como por arte de magia, se abrió la puerta de la choza y los niños echaron a correr hacia fuera, donde brillaba la luz de la luna.

 

        Cogidos de la cintura, los niños formaron una corta hilera y, mientras cantaban, muy suavemente, comenzaron a dar pasos cortos, manteniendo un ritmo que nadie en el lugar había conocido hasta entonces.   Al atravesar el poblado. muchos más niños, que salían de otras chozas, se fueron sumando a la ya larga fila, hasta que no quedaron niños en las chozas del poblado.

 

        Todavía cantando su melancólica canción, los niños salieron danzando de las lindes de su aldea, cn los ojos fijos en el firmamento, dando pasos, cada vez más ligeros, hasta que los que encabezaban la hilera empezaron, lentamente, a ascender por los aires.

 

        Subían y subían, cantando y bailando, hasta que se tornaron invisibles en la oscuridad de la noche.

 

        En los puntos por donde desaparecieron surgieron nuevas estrellas relucientes, algunas en solitario y otras formando pequeños grupos familiares, que parecían contemplar la aldea que tenían bajo ellas.

 

        Cuando la fiesta terminó y los padres volvieron a sus chozas, mucho más tarde y muy cascados, los niños ya estaban muy lejos en el cielo nocturno.  Tristes, los padres lloraron la desaparición de sus hijos, prometiendo no volver a tratar mal a los niños en lo sucesivo, ni de palabra ni físicamente.

 

        Desde ese día, los padres saben bien que deben tratar a sus hijos con tolerancia y comprensión, recordando en todo momento a los niños de aquella aldea, que se convirtieron en estrellas.

 

(desconosco su autor)