Como vino añejo supieron tus labios húmedos, mi lengua retuvo su sabor deleitándose hasta el éxtasis. ** Después ya nada supo igual aún siento tu sabor en mi boca   Hola Amor ¿dónde estás? ¿es todo una quimera mía? La esperanza se debilita con el pasar de los días, de los años. ¿Dónde te encuentras? Siempre he vivido sabiendo que existes y ahora, ya, no sé si fue, si es un deseo, un sueño de mi niño en el ayer, hoy hombre: el que alguien, tú, te enamores de mi alma al tiempo que yo me enamore de la tuya … en el fluir del momento. Ese sueño, ese saber que existes es lo que me ha llevado a seguir, a ignorar o cortar con aquellas que se acercaron a mí y no eran tú. Los días pasan, los años pasan y aquí continúo, con algunas cicatrices. Siento que ya me llené de mí y aún así continúas sin aparecer. Sí, me gustaría morir en tus brazos y en cada anochecer veo crecer la duda de que todo sea una fantasía. Su fuerza, hoy, debilita. ¿Quién soy? ¿Quién eres? Me encantaría que me encontraras y me ayudaras a verte. Sí, mi vida pasa y sí, me gustaría que fuera en tu compañía, seas quien seas. Dime ¿cómo es posible que lo sienta tan hondo? ¿Es posible que tal sentimiento, que tal sensación sea un espejismo creado por la fuerza de mi anhelo? Ay, soledad de la mañana, el placer de compartir contigo la música, la luz que me acompaña. Pienso, siento, me pregunto cómo sería, como será compartirlo con élla: silencios, dolor, risas, incongruencias, baile, deseos. Y todo ello me lleva a pensar en ti, amiga Muerte. Desconozco tu fecha, cuándo vendrás a recogerme. ¿Serás …? ¿Serás el cambio? ¿Serás la muerte? Al final, ¿qué es la muerte, sino nuestra más próxima y leal compañera? Y la fecha se aproxima, cada día, cada hora más cercana… Ay, Muerte, amiga, vieja aliada, cuando vengas … ya sabes sonriendo y mirando al frente, cara a cara … pero antes déjame que termine mi carta ala amada … Dime mi amor ¿me echas de menos? Yo sí te echo en falta. Ansío estar a tu lado, escuchar tu voz, sentir tu piel en la mía, mecernos en silencios, caricias eternas, etéreas, abrasadoras. ¿Dónde estás? ¿Dónde te encuentras? ¿Dónde te hallas? ¡Ay! se me atropellan las palabras. Lo siento, cariño, son las ganas de preguntar, de saber, de encontrarme en tus brazos, de beber tu mirada, de saborear la miel de tu boca, de jugar con tu cuerpo, de que hagas hablar al mío, de contarte un chiste, de aprehendernos, de gozarnos, de llevarte al paraíso, de ser activo y ser … de tantas cosas amor … como imaginación tiene la vida. Sí amada mía, codicio el momento del encuentro y pido al Universo que me conceda la gracia de vivirlo, de conocernos, de explorarnos, de tener nuestros espacios y nuestro espacio en este tiempo. Le pido que me permita vivir en esta vida, esa vida contigo. Le pido que me permita recorrer juntos la parte que me resta del camino. ¿Qué cómo la presiento? Libre, siendo, ligera, cálida, amable, vehemente, fluida, divertida, apasionante, transparente, comprometida … ya me dicen que soy un idealista y romántico empedernido … No sé qué más contarte amada y esquiva desconocida. Es difícil en frío. Esta carta te la escribo por unos amigos que me decían que, en la espera, es bueno sacar congojas del corazón, que el desahogo siempre alivia, así que aquí lo dejo … a alma descubierta. Bueno cariño, nos vemos, ya sea aquí o allá. Aunque eso sí, te espero como a mi amiga Muerte, viviendo cada día como el último de lo que fue y el primero de lo que será. Así que … si ha de ser … démonos prisa … en encontrarnos para disfrutarnos en esta vida.