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Las experiencias de un hombre con las mujeres,
desde su punto de vista, para disfrutar leyendo, y reflexionar.
Una historia diferente, los hombres también tienen palabra:
Nací en los sesentas, década en el que se incrementó
el ansia de la mujer por liberarse, sin embargo ¿cómo
puede un niño inmerso en una sociedad machista
abstraerse de ella?, así que por consecuencia algunas
ideas machistas fueron aprendidas por mí…
Yo he recibido más de las mujeres que de mi iguales,
la mujer más importante en mis años mozos obviamente
ha sido mi madre, una mujer bondadosa,
desprendida y muy apegada a seguir a Dios.
Lavar platos, recoger la recamara, limpiar vidrios,
arreglar la casa, sacudir muebles entre otras cosas,
no eran un castigo, era claro que para un chico fuera
tedioso como para cualquier otro, pero no era una labor
sólo para mujeres, era una labor de iguales y de
corresponsabilidad en aras de mantener lo nuestro
en buen estado y con ello sentirnos a gusto y
contentos con nuestro hogar.
Con mi madre podíamos y podemos hablar de todo,
de igual a igual siempre teniendo en cuenta el respeto,
fue así que nos enseñó la igualdad, el respeto, la
capacidad y el derecho de decir lo que pensamos siempre
con respeto. Nunca hubo gritos, ni golpes, ni castigos
inhumanos o injustos, hubo el perdón y la comprensión a
nuestras fallas como niños y adolescentes, nunca le vi hacer
dramas, ni gritar a mi padre, mucho menos enfrentársele con
violencia para imponer su razón. Cuando calló fue claro que
fue por prudencia y por darnos la paz en el hogar y el buen
ejemplo, y estoy claro que cuando fue prudente dirimió sus
diferencias con mi padre en privado, quien jamás la insultó
o golpeó, aunque es cierto que si a mi padre se le insistía
hasta la necedad, el alzaba la voz, pero
jamás pasó de allí.
Mi madre me enseñó muchísimo respecto a las
mujeres sin decírmelo, no fue ella una mujer
sufridamente abnegada, fue inteligente en su proceder,
no necesitaba ser una hembra o sea, lo contrario de un
macho para imponer su razón, capricho o justicia, no
necesitaba embriagarse para disfrutar las fiestas, tampoco
necesitaba gritar más para hacerse respetar, ni insultar o
ser más violenta para defenderse, tampoco estuvo totalmente
a expensas de lo que le diera mi padre para hacer rendir el
dinero o comprar cosas, siempre se las ha ingeniado
para tener ingresos extras, y hoy es una empresaria
con un negocio desde hace 30 años.
Así pues, mi madre me enseñó lo inteligentes que son
las mujeres, de su capacidad, de su sensibilidad, de
su fuerza inteligentemente manejada entre
otras cosas más para salir avante en la vida.
Cristina, quien tenia 15 años más que yo, fue para
mi la primer real amiga en la adolescencia, ella escuchaba
mis dudas y penas de adolescente y trataba de darme
lucidez, ella me enseñó el lado sensible y solidario de la
mujeres, la providencia la puso en mi camino para ayudarme
en el torbellino que es la adolescencia, lo cual le agradezco
de sobremanera. Pero también conocí por ella el lado obscuro
de los hombres, algo desconocido para mi, algo que nunca
había visto ni escuchado, el hombre golpea a la mujer,
así lo hacia su esposo con ella, ¿Jamás comprendí como
pudiera ser víctima una mujer tan sensible y amable?,
poco después de saberlo se separó de el, y por más
que el rogó de rodillas frente a sus hijos que volviera,
ella se mantuvo digna. Hay cosas que
el cuerpo jamás perdona.
Está chica era de las más asediadas de la secundaria,
aunque yo no sabía, pero el destino había planeado
que nos conociéramos desde bebes, nos separáramos
de niños por grandes kilómetros de distancia y volviéramos
a encontrarnos en la adolescencia como vecinos
a dos casas una de otra. Alguna vez dibujada por mí sin conocerla, toda vez que la
volví a ver, supe que era la mujer que había dibujado estando
tan lejos, ¿Quién lo pudiera imaginar?, no la conocía en realidad.
Aquella chica no vio en su hogar lo mismo que yo, pero
hay cosas que el espíritu ya trae aprendidas y es entonces
que puede diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Esta chica se convirtió en mi esposa 5 años después, una
mujer solidaria como jamás he sabido de otra, ella puede
ir con un familiar a quedarse toda la noche en el hospital
y volver a casa con lo suyo y regresar día tras día sin
quejarse, una mujer a quienes las demás le confían sus
problemas y la escuchan aunque sus palabras sean francas
y directas, casi hirientes, pero que tienen ese toque
que las hace darse cuenta de las cosas para despertar. De una inimaginable ternura hacia los niños a pesar de las
asperezas que vivió de niña, rompiendo con aquel esquema
de que porque se le trato mal quedaría traumada y nunca
podría ser una mujer, una madre “normal”, no, ella tomo
las riendas de su vida y la forjó para su bien y el de su
familia, no ha sido fácil, pero es que no se ha rendido jamás.
De ella he aprendido lo que significa la fidelidad, la
solidaridad, la entereza, la fuerza y fortaleza, la lealtad
y el amor libre e incondicional. Es de ella la frase de que
“si encuentras a alguien y te quieres ir, antes
de engañarme dímelo y vete a ser feliz”. Jamás necesito excusarse de los errores de su padre
para desconfiar, hostigar, maldecir y odiar a los hombres,
supo reconocer y admirar lo bueno que tenía su padre y
perdonarlo como ser humano que era, al igual que a mi.
Algún día fui una mujer de hogar, bueno, es decir,
debido al desempleo tuve que hacerme cargo de la
casa y de mi hijo recién nacido durante pequeños 8
meses mientras mi mujer trataba de hacer crecer su
reciente negocio. Lavar ropa, los platos, barrer, trapear,
preparar la comida y atender al bebe fue la experiencia más
importante para comprender a las mujeres de la vida en casa,
nada como ponerse en los zapatos del otro
para comprenderlo. El problema no era que fueran muchas cosas o que fuera
cansado, el problema era lo rutinario, lo poco que duraba
todo en orden y limpio y especialmente la nula consideración
y reconocimiento al trabajo realizado. No había nada,
pareciera que yo no había hecho nada, yo no estaba
acostumbrado a hacer todo, de hecho no lo sabía hacer bien,
así que algunas veces tenía que hacerlo de nuevo. Todo era
una y otra y otra y otra vez. ¡Ya ensuciaron de nuevo si acabo
de trapear niños!, comencé a decir entre otras cosas muy
comunes entre las amas de casa. Mi mujer se iba temprano a trabajar y regresaba a
comer rápidamente para volver al negocio, para regresar
más tarde cansada. ¡Ay caray!, esto no es como lo imaginaba,
ella cansada, yo aburrido, los papeles se habían
invertido, pero sin duda, los dos aprendimos y comprendimos
al otro, la vida nos había educado de la manera que siempre
se aprende en la vida, estando en el lugar del otro.
Como ven, he recibido mucho de mis experiencias
con las mujeres, estas son sólo algunas, no acabaría
de mencionarlas todas, también he tenido malas
experiencias con algunas, esas son las que me preocupan,
porque en su mayoría han sido porque se quieren comportar
como machos, precisamente de la forma que tanto critican.
Aquellas cosas que aprendí por ser niño y por estar
inmerso en una sociedad machista sin poderme
abstraer de ello, de a poco o de a mucho se fueron
pulimentando, no es suficiente, lo sé, pero estoy
seguro de algo, las mujeres son el pilar más importante
para que ésta sociedad cambie, pues generalmente
son las que educan a los hijos y ellas son las que tienen
más oportunidad de enseñar a los varones a ser equitativos,
respetuosos, a comprender y valorar a las mujeres, a
todos los seres humanos por igual, claro que no dejo la
responsabilidad de hombre en esta importante tarea, pero
como dije, en muchos casos ellas son las que tienen más
oportunidades. Insisto más oportunidades, no
más responsabilidad que el hombre.
Sin embargo y a pesar de que se ha avanzado mucho,
ahora hay otra amenaza, el libertinaje se ha enmascarado
con el ideal de la liberación de la mujer, ver mujeres
comportándose como machos y eso es lo que menos
necesitan, pues son más vulnerables. Mujeres engañadas
por los fabricantes de bebidas alcohólicas haciéndoles creer
que son más libres y se divierten más si beben sin medida,
cuando en realidad las están utilizando, fabricantes de artículos
sexuales que les hacen creer que con ellos sí tendrán
sensaciones placenteras cuando tienen toda la capacidad,
modas sexuales que les hacen creer que son más felices
en la medida que tengan más parejas y menos compromisos, en fin, abrid los ojos.
Por todo lo que me han enseñado las mujeres, no
imagino un mejor mundo, sin mejores mujeres y hombres
al unísono, no imagino un buen mundo donde un género
subyugue al otro, solo imagino un mundo armonioso y en
concordia donde cada género le de su lugar correspondiente
de acuerdo a sus habilidades al otro género, pues en mucho
se compensan, complementan y se apoyan.
Un mundo de igualdad de género no es aquel donde por
ley o costumbre se le tenga que dar algo al otro sin mayor
esfuerzo, sino donde hombres y mujeres puedan con toda
libertad y voluntad expandir sus conciencias, habilidades y
anhelos apoyados por el otro género sin más requisito que
ser compañeros de vida en el transitar de la vida humana.
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