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"Un hombre había llegado a su madurez, tenía
una sólida estabilidad económica y su familia ya no lo
necesitaba. Por todo ello decidió que ya era el momento
de dedicarse a la vida espiritual y a la búsqueda de Dios,
así que fué a visitar a un santo hermitaño del
que había oido hablar mucho y muy bien. Y cuando llegó a su lado, le dijo: - Hombre santo, deseo
encontra a Dios. El hombre santo le respondió: - Para
encontra a Dios hace falta un requisito, solo uno, pero muy importante. El hombre preguntó: - ¿Cual es? El hermitaño respondió: - Ven y lo verás. Ambos hombres caminaron hasta una cercana poza.
El hombre santo ordenó a su visitante que se agachara,
y cuando lo hizo le cogió del cuello y sumergió su cabeza
en el agua con fuerza, hasta que estuvo al borde de
la asfixia. Cuando estaba a punto de ahogarse,
el santo sacó la cabeza del hombre y le preguntó:-
Cuando tenías la cabeza bajo el agua, ¿que es lo que sentías?,
¿que era lo más importante para ti? El hombre, como pudo, contestó:- Tenía absoluta
necesidad de aire, lo más importante
para mi era el aire, sin aire iba a morir. El hombre santo le miró y dijo:- Pues cuando Dios sea
para ti una absoluta necesidad, cuando sea lo más
importante en tu vida, cuando te sientas
morir sin Él, entonces podrás encontrarlo".
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