Claro que conozco la travesía del desierto

al que se llega por propia voluntad

sin que nadie diga vete

sólo empujones que desvían tus pasos

unos pasos que a veces te arrancan sin que quieras dar

unos pasos pesados, dolientes

en carne viva las llagas

destilando sangre que enfría el fuego de tus plantas

de tantos caminos andados con suelas de esparto

Claro que conozco el miedo de la soledad

de la amenaza de exilio

del peso de esa mochila que alegremente animan vaciar.

vaciar… y así muchos la vacían

y la tierra entonces cae sobre su cara

cuando liberan el peso de la vida

que laceraba su espalda.

Conozco, conozco el desierto