Por decir que la pedofilia en la Iglesia no tiene que ver con el celibato, sino con la homosexualidad

En serio: voy a imponer una norma en nuestra competición semanal de gilipollas para excluir a la jerarquía eclesiástica. Es que acaparan premios.

Estábamos reponiéndonos de lo del obispo de Tenerife, que dijo que algunos niños «van provocando», cuando de pronto llega de Italia el obispo de Grosseto asegurando que las actuales puyas a la iglesia son una «crítica sionista» (y aprovechó para quitarle hierro al holocausto). Y ahora, el secretario de Estado del Vaticano y segundo del papa, Tarcisio Bertone, señala que los casos de pedofilia en la iglesia no tienen que ver con el celibato, sino con la homosexualidad, esa lacra que ellos siempre han condenado.

Según Bertone, «muchos psicólogos y psiquiatras han demostrado la relación» entre homosexualidad y pedofilia. No lo dudamos, Berto. Aún recordamos cuando los del PP trajeron al Congreso a un catedrático en psicología de la Universidad de Salamanca, el cual dijo sin ruborizarse que los homosexuales solían proceder de hogares desestructurados y padres alcohólicos. Supuestos científicos que hablen de los gays como una enfermedad, una secuela o una perversión, no nos faltan, gracias a Dios.

Eso sí, Berto tiene razón: la violación de niños es culpa de los homosexuales. Y, como dijimos ya una vez, la violación de niñas es culpa de los heterosexuales. ¡Matemos a esos heteros !

Cardenal Bertone, postrados ante su contundente sabiduría y sus tesis irrefutables, le rogamos que acepte usted este título ofrecido desde mi humilde platea: ¡es usted gilipollas! ¡Pero gilipollas urbi et orbe, eminencia!