
Hazme saber, Amor, dónde apacientas, dó guías tus rebaños, dónde vagas, no huelle tras las ínsulas aciagas las rutas de la tarde cenicientas.
Tu grey, oh tierno Amor, dó la sustentas y con pastos riquísimos halagas, mientras mi torpe corazón amagas con sendas largas, y con horas lentas.
No principie a seguir de los pastores los dispersos rebaños. Vida mía; muestra, lejos, el sol de tus amores;
¡dime dónde apacientas todavía!, y seguiré tu rastro entre las flores,* por los fuegos del áureo mediodía.
Concha Urquiza
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