Tuve ganas de pensar en ti y no sé precisar en horas, cuántas estuve contigo, pero fueron felices mis pasos, las mañanas y todo el aire que juntos respiramos.
-Yo también te pienso, días, noches y madrugadas...
He concebido el sueño imaginado que eres tú quien abrazo y no sólo la almohada.
-Recordaba tu risa, esa que me estremecía, dicen que uno vuelve a los lugares donde amó la vida, y he vuelto a ti en forma de recuerdo y también quiero volver a mirar tus ojos.
Justo ahí amé mi vida.
-Tienes razón, volviste e irónicamente me hiciste sonreír,
una sonrisa que veo tan común, pero te hace tan feliz
que me contagia a mí.
De tu mirada, ¿Qué más quieres que te diga?
No he vuelto a ver un par de ojos tan hermosos
desde nuestra despedida.
-Jamás pude decirte lo que algunas cosas me dolían, me daba miedo perderte y al final nos perdimos. Verte será uno de mis deseos cumplidos que desde que te fuiste pedí al momento en que cruzaste la puerta. Ahora ya no estoy molesta, ya no tengo rencor, quiero una bella despedida donde me abraces fuerte y sienta tu piel pulsando, latiendo como manecilla de reloj.
-Ambos nos lastimamos y el miedo nos hizo perdernos,
ahora el tiempo nos ha sanado
y resulta más fácil comprenderlo,
no sabes cuánto anhelaba verte, sentirte, percibir tu esencia,
te he esperado tanto tiempo que hasta pierdo la paciencia.
-Siempre te quise más de lo que decía y hacía,
hoy en verdad sé que te amaba más
que a cualquier circunstancia.
Me he perdonado las heridas que te cause,
y las que tú me dejaste a mí.
Te pienso como una ligera llovizna,
esa misma que brota en mis ojos por ti,
por mí, por este paradójico amor.
-Yo también te amé como un loco y sin embargo te fallé,
dicen que los hombres no lloran y yo con orgullo
digo que por ti lloré,
porque por fin entendí que amar no es cuestión
de un solo rato, es comprender a quien te espera
al final de día y yo contigo fui un ingrato.
-Sonreír bastó para que fueras el protagonista de mi vida,
eres mi herida más fresca, sabes tanto aún en todo.
-Reconozco el daño que te hice pero también
las sonrisas que te dí,
dejemos que esa herida sane, que el tiempo
hará de ella una cicatriz.
No dejes que te afecte, esa marca de nuestro amor,
una marca que llevarás siempre grabada en el pecho,
ya no habrá dolor...
-Pero alguna vez tendremos que volver a comenzar, a sentir ardor por otros labios, por otras manos. Deseo volver a verte, pero si eso no llegará a suceder, tatúame en tu alma y nunca olvides que fuiste mi calma, mi paz cuando todo en ruinas
tenía y tú siempre aparecías.
-Lo sé, y en verdad me duele,
he buscado el sabor a la nubes en algunos labios
de otras mujeres,
jamás morirás pues vives en mi memoria
y en mi corazón latiendo tu recuerdo,
no deja morir la historia.
-No quiero que cambies a la hora de amar, entrega eso hermoso que tienes y deja que te amen,
ambos tenemos que soltar y volver a confiar.
Yo te cargaré siempre aquí adentro,
serás algo de lo más especial.
-No puedo prometerte que no cambiaré
y mucho menos puedo asegurarte que entregue mi alma,
pues ya la entregué,
la tienen tus ojos, tu mirada llena de pasión
y sigue dándole ritmo a ese sonido que brota
desde tu buen corazón.
-Dejaré que en alguna melodía llegues, dejaré que brilles en la primera estrella que yo mire.
Y quizá cuando no sepa escribir el más bello poema, seas tú quien me inspire a llegar a ese punto final.
-No debía ser así pero llego a su final,
no debí haberte dañado pero hoy con cariño
te he vuelto inmortal,
y aunque nada de esto cambie y jamás vuelvas a mi nido
vivirás en cada letra y cada verso que te he escrito.
Yika / A. Tapia
|