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HORAS INOLVIDABLES
Tu cuerpo escultural y exquisito,
cuando entro a vuestra alcoba rosa,
te tapaste apresurada con el lino,
de las ropas del lecho, pudorosa.
En la almohada tu cara era una rosa,
que me incliné a besar, y que divino
nectar bebí de tu boca deliciosa,
un gozo de recuerdo para este peregrino.
Ya en el lecho, mis manos tu cintura
enlazarón, de aquella mujer pura,
que al sentirse tambien de amor cautiva.
Dulcemente se rindió, y sus formas
temblarón como cándidas palomas,
junto a mi frente ardiente y sensitiva.
JOSE RAUL
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