Había una vez....
un hombre cuya única aspiración era llegar a la santidad.
Para poder alcanzarla renunció a todas las cosas terrenales; al amor, al placer, a la diversión; Se mantenía días enteros en ayunas para combatir la gula, rezaba incansablemente para ocupar su mente e impedir pensamientos banales y cada día castigaba su cuerpo para no sentir deseos sensuales;
Así transcurrió su vida durante setenta años, cuando murió, su alma fue a parar derechito, derechito....... al limbo, la antesala del infierno, el lugar a donde iban quienes en vida no habían llegado a definirse completamente o habían errado el camino y de donde muy, pero muy pocos salían para el cielo.
Indignadísimo el hombre exigió que se resolviera inmediatamente su caso y pidió hablar con San Pedro, una vez frente a el, reclamó por no haber sido enviado directo al cielo enrostrándole todos los sufrimientos voluntarios que había padecido y sus enormes esfuerzos para mantenerse casto
Pues precisamente por eso no has ganado el cielo - le dijo San Pedro - para entrar en el hay que ser santo.
¡Pero yo me he esforzado para serlo! he tratado de arrancar de mi mis partes mas tenebrosas- reclamó el hombre
A lo que replicó San Pedro - Si. pero a la santidad solo llega el hombre entero -
¿Y como llegar a la santidad con tantas y tantas partes oscuras?
- Haciéndose cargo de ellas y tornándolas blancas hijo..... no arrancándolas
By Namdeh