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General: El terrible precio de Stalingrado
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Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 27/01/2018 22:33

El terrible precio de Stalingrado

El papel de las mujeres fue decisivo en la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar hace 75 años. Vasili Grossman comparó la destrucción de la ciudad con las ruinas de Pompeya

Blindados alemanes destruidos en Stalingrado.
Blindados alemanes destruidos en Stalingrado. JOSÉ MARÍA CASTAÑÉ COLLECTION

Han pasado 75 años desde el final de la que seguramente fue la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, 75 años desde el momento en el que los rusos, sus aliados y millones de personas de todo el mundo dieron un suspiro de alivio colectivo. Todos habían seguido las informaciones de Stalingrado con angustia y de forma compulsiva, habían perdido el ánimo cuando parecía que la suerte de la ciudad pendía de un hilo y se habían alegrado cuando llegaban buenas noticias. El aterrador e imparable avance de los Ejércitos de Hitler por toda Europa desde 1939 se había detenido. El precio fue la destrucción de una bella ciudad a orillas del Volga.

De camino hacia la ciudad sitiada, en agosto de 1942, el escritor Vasili Grossman, que más tarde ensalzaría la heroica lucha por la defensa de Stalingrado, notó repetidamente y con gran tristeza la carga tan inmensa que recaía sobre las mujeres. Con todos los hombres incorporados al Ejército, ellas tenían que arreglárselas como pudieran. Trabajaban en las fábricas, conducían tractores y criaban solas a sus hijos. No tenían a nadie en quien apoyarse. Las llamaban cada vez más para cubrir los huecos dejados por las terribles pérdidas del primer año de guerra. Empezaron a asumir funciones que habían sido masculinas. La espantosa catástrofe les endureció el corazón.

En el Volga se detuvo el avance de Hitler por Europa. Costó medio año de lucha y más de un millón de muertos

“¡Hurra, hurra, hurra! Los alemanes están totalmente destruidos, los prisioneros de guerra marchan en largas filas. Da asco verlos. Llenos de mocos, harapientos, congelados. ¡Son la escoria!”, escribió una joven de Stalingrado en su diario el 3 de febrero de 1943. Se refería a los soldados y oficiales del Sexto Ejército de la Wehrmacht, que se habían rendido el día anterior. Unos 100.000 prisioneros, de los que solo sobrevivió la mitad. Iban en fila e intentaban mantenerse cerca de los guardias o en el centro de la columna para estar más o menos a salvo de los civiles. Los alemanes capturados ofrecían una imagen patética: muertos de hambre, congelados y enfermos, envueltos en mantas para calentarse. Los guardias, en venganza por las atrocidades germanas, pegaban un tiro a los que no tenían fuerza suficiente para andar. Y las mujeres, los viejos y los niños del lugar se colocaban a los lados de la carretera para intentar quitarles las mantas, arrojarles piedras, empujarlos, darles patadas y escupirlos a la cara. Después de medio año de una batalla que se había cobrado más de un millón de vidas de soldados y civiles, no les quedaba compasión.

El objetivo de la ofensiva alemana en Stalingrado era cortar las comunicaciones entre las regiones centrales de la Unión Soviética y el Cáucaso y establecer una cabeza de puente desde la que invadir la región y sus yacimientos de petróleo. El ataque duró desde mediados de julio hasta mediados de noviembre de 1942, y se paró a un precio terrible para la URSS. Mientras los soldados defendían la ciudad, los habitantes y cientos de miles de refugiados llegados de otras regiones quedaron abandonados a su suerte. Anna Aratskaya, que vivía en Stalingrado, escribió el 27 de septiembre: “Nuestra casa se ha quemado, igual que nuestra ropa, que habíamos enterrado en el patio. No tenemos ropa ni zapatos, no tenemos un techo bajo el que refugiarnos. ¿Cuándo terminará esta pesadilla?”.

Lylia Litvyak, piloto de la fuerza aérea soviética durante la batalla de Stalingrado.
Lylia Litvyak, piloto de la fuerza aérea soviética durante la batalla de Stalingrado. STOCK PHOTO

La ciudad había quedado convertida en un “gigantesco campo de ruinas” por los bombardeos masivos de los alemanes, en particular el del 23 de agosto. Quedaban en pie algunas casas con las ventanas rotas, algunas paredes, o una chimenea. Numerosos soldados “que nunca más se levantarían yacían en los patios y en las calles, centenares de ellos, incluso miles, nadie los contaba. La gente vagaba entre las ruinas en busca de comida o de algo que pudiera servirles”. Vasili Grossman comparó esta ciudad espectral con Pompeya, pero con la diferencia de que en medio del caos quedaron almas vivientes, cientos de miles de ellas. Los civiles también lucharon brutalmente en Stalingrado, no por su país, sino por su propia vida y la de sus hijos.




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Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 27/01/2018 22:38

Sin techo alguno, con las casas destruidas por las bombas o el fuego, no tenían más remedio que intentar encontrar hueco en un barco para atravesar el Volga. ¿Cuántos murieron en la orilla mientras esperaban la oportunidad de cruzar, cuántos se ahogaron en el río después de que un proyectil alcanzara su embarcación? Otros preferían no intentarlo. Se volvió habitual vivir en agujeros excavados en la pared de un barranco. Muchos lo hicieron en las orillas escarpadas del Volga, desde donde presenciaban las aterradoras escenas en el agua. A medida que avanzaban los alemanes, hasta que el frente llegó casi al río, la gente tuvo que abandonar también esos agujeros. ¿Cómo subsistieron durante los meses que duró la batalla? Muchos murieron por las balas de los francotiradores alemanes mientras intentaban hacerse con cereal quemado del silo destruido. Otros arriesgaron sus vidas para robarlo del Molino ­Gerhardt, protegido por soldados soviéticos. “Cuando se acabó el cereal, comimos barro”, recordaba un superviviente.

¿Tal vez el propio Stalin, o alguno de sus colaboradores, ordenó que se prohibiera la evacuación de civiles? ¿Existió verdaderamente esa orden o, como en tantos otros lugares, fue sencillamente que no había suficientes recursos para evacuar a la población porque el rápido avance alemán les pilló por sorpresa? Se dice que sí había una orden implícita de Stalin de mantener a los civiles en la ciudad para que los soldados, muchos de los cuales eran de allí, lucharan con más pasión para proteger a sus familias.

'En el frente del Este'. Fotografía aérea de Stalingrado realizada por la Compañía de Propaganda alemana (PK).ampliar foto
'En el frente del Este'. Fotografía aérea de Stalingrado realizada por la Compañía de Propaganda alemana (PK). FUNDACIÓN JOSÉ MARÍA CASTAÑÉ

Es cierto que muchos soldados habían sido reclutados en la ciudad y sus alrededores poco antes de la batalla o incluso una vez empezada. A medida que se desarrollaban los combates, muchos adolescentes entraron a trabajar en las fábricas militares y se incorporaron, de forma oficial o extraoficial, al Ejército. Entre ellos había muchas chicas. Aunque todavía no tuvieran edad de alistarse, estaban deseando contribuir a la lucha y a acelerar el fin de la pesadilla. Además, el Ejército ofrecía ciertas esperanzas de mejor alimentación para unos civiles muertos de hambre.

Durante un par de semanas, Alexandra ­Mashkova vio cómo, cada madrugada a las cuatro, jóvenes reclutas subían la ladera desde el Volga, atravesaban el barranco en el que su familia había excavado su vivienda y desaparecían en dirección a Mamáyev Kurgán, una colina que domina Stalingrado. Le parecían asustados y muy jóvenes; en realidad, habían nacido en 1924 y tenían casi la misma edad que ella. La mayoría nunca regresó, pero a algunos sí los vio más tarde, heridos, volviendo a pie o a rastras. Poco a poco, las adolescentes empezaron a ayudar a esos soldados heridos, a vendarles las heridas o llevarlos en camillas improvisadas hasta el río. Alexandra, que tenía 17 años, se unió al departamento médico de una unidad militar y cruzó al otro lado del Volga. Aprendió deprisa, y pronto estaba ayudando al cirujano. Al principio pasaba mucho miedo cuando tenía que sostener a un soldado durante la operación “mientras le amputaban una pierna o le abrían un brazo hasta el hueso”, pero “una se acostumbra a todo”. Muy pronto, las jóvenes enfermeras comían sin preocuparse allí mismo, en el quirófano improvisado. “Teníamos un pedazo de pan en el bolsillo, así que nos limpiábamos la sangre de las manos en la bata blanca, sacábamos el pan y nos lo metíamos en la boca”.

La conductora Angelina Kolo­bushhenko supo que había eludido la muerte cuando unas fiebres tifoideas la apartaron del 1077º Regimiento Antiaéreo, formado casi exclusivamente por mujeres, la mayoría, adolescentes. Después de disparar contra los aviones que bombardeaban Stalingrado, las jóvenes debían volver los cañones contra los carros de combate que habían conseguido llegar hasta la fábrica de tractores de la ciudad. Murieron casi todas, incluidas las encargadas de los teléfonos, las cocineras y las enfermeras. Solo sobrevivieron unas pocas.

Soldado muertos, enterrados en la nieve en Stalingrado.ampliar foto
Soldado muertos, enterrados en la nieve en Stalingrado.  JOSÉ MARÍA CASTAÑÉ COLLECTION

Cuando se curó del tifus, Angelina fue destinada a otro regimiento antiaéreo. Tenía un aspecto patético después de la enfermedad, fea y esquelética. Las otras chicas la despreciaron y se negaron a dormir en la misma zanja que ella. Decían que podía contagiarlas. Sin embargo, dos semanas después se había recuperado del todo, recibió un uniforme nuevo y, como no había ningún vehículo disponible para ella, empezó a entrenarse para manejar las armas propiamente dichas. Se sintió muy orgullosa cuando su unidad, la 5ª Batería, derribó un avión alemán. Las jóvenes fueron corriendo a la llanura para buscar a la tripulación del aparato, los encontraron y los detuvieron. Los tres alemanes eran muy jóvenes, uno alto y de rostro arrogante y otro más bajo y más agradable, pero Angelina se acordaba sobre todo del tercero, que tenía unas quemaduras terribles y dolores insoportables cuando le encontraron. Nunca olvidó sus grandes ojos azules llenos de sufrimiento.

Las conductoras del frente, siempre de un lado a otro, veían y oían muchas cosas. En noviembre empezó a parecer que la situación estaba cambiando. Había cada vez más prisioneros alemanes, y Angelina sentía lástima tanto por ellos como por los que había visto muertos de frío. Ella y sus camaradas tenían botas nuevas de fieltro y abrigos de piel de cordero. Le daban pena los prisioneros alemanes con sus finos abrigos y unos extraños zapatos de paja por encima de las botas, nada preparados para el crudo invierno ruso. Cuando se anunció que había un gran grupo de soldados alemanes rodeados, Angelina comprendió que no iban a sobrevivir mucho tiempo, con su ropa de verano, casi sin comida, en la ciudad destruida o en la estepa, sin lugar donde refugiarse ni madera para hacer fuego.

Se dice que Stalin dio orden de no evacuar a los civiles para que los soldados lucharan para proteger a sus familias

Dos contemporáneas de Angelina, las pilotos de combate Lilya Litvyak y Katya Budanova, volaban con su regimiento para impedir que los alemanes arrojasen provisiones a las tropas sitiadas. Las dos habían pilotado aviones deportivos y habían sido instructoras de vuelo antes de la guerra, pero aprendieron más en sus 10 meses en el Ejército que en toda su carrera anterior. Otro piloto recordaba la reac­ción del comandante del regimiento cuando llegaron cuatro mujeres con sus tripulaciones. “Me duele ver a una mujer luchando en la guerra. Me duele y me da vergüenza. ¿Cómo es posible que nosotros, los hombres, no hayamos podido evitar que hagáis un trabajo tan poco femenino?”. Las jóvenes tuvieron que demostrar su habilidad y su empeño. Klava Nechaeva, de 23 años, murió en su primera misión, después de convencer a su jefe de que la dejara participar en la batalla. Las dos audaces mujeres desafiaron a la muerte con numerosas misiones en el infierno de Stalingrado, y sobrevivieron a aquel invierno, pero ambas cayeron en agosto de 1943.

Cuando la batalla de Stalingrado llegó a su fin, cientos de miles de mujeres se habían incorporado al Ejército. El país había perdido a tantos hombres que a las autoridades no les quedó más remedio que utilizar a las mujeres en todas las funciones militares. No existen datos concretos sobre las mujeres que sirvieron, de modo que los cálcu­los varían mucho, desde medio millón hasta casi un millón. El frente se trasladó y las jóvenes que seguían vivas y con buena salud se trasladaron con él. Muchas de las mujeres a las que entrevisté siguieron luchando hasta el final de la guerra y estuvieron en Berlín para celebrar la victoria (muchos soldados estaban convencidos de que Berlín debía quedar reducido a ruinas como los alemanes habían dejado Stalingrado). Siguieron presenciando la muerte y el dolor y perdiendo a sus camaradas. Pero nunca volvieron a vivir una situación tan desesperada como en Stalingrado, nunca volvieron a sentir que les estaban clavando un cuchillo tan adentro que podían perder la guerra.

Lyuba Vinogradova es autora de ‘Las brujas de la noche’ y ‘Ángeles vengadores’ (ambos en Pasado & Presente). Los testimonios citados en este artículo proceden de entrevistas realizadas por la propia autora y del proyecto ‘Iremenber. Recuerdos de veteranos de la Segunda Guerra Mundial’ (www.iremember.ru).

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.


Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 02/02/2018 22:50

La batalla de Stalingrado: el hito bélico que reescribió el destino del mundo

Este 2 de febrero, el mundo celebra la victoria en una de las batallas más sangrientas contra el nazismo: la lucha por la ciudad de Stalingrado. Este enfrentamiento de 200 días y noches –desde el 17 de julio de 1942 hasta el 2 de febrero del 1943– decidió el futuro de la guerra soviética contra el régimen nazi, que se proponía crear un cruento imperio de Hitler en todo el territorio europeo, para luego extenderse más allá de él.

 
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Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 19/11/2018 12:04
© Sputnik .

Hace 76 años, el 19 de noviembre de 1942, comenzó el contraataque de las tropas soviéticas en la batalla de Stalingrado —actual Volgogrado— que representa el principio del fin del nazismo en Europa.

La derrota monumental de la Alemania nazi en este enfrentamiento bélico influyó drásticamente en los resultados finales de la guerra. Tras la batalla, la Wehrmacht nunca recuperó su fuerza ni logró victorias estratégicas en el Frente Oriental.

La batalla de Stalingrado es considerada la más sangrienta de la historia de la humanidad.

Además: La batalla más sangrienta de la historia de la humanidad, en imágenes de archivo


Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 07/02/2019 08:42
© Sputnik .

Este 2 de febrero la ciudad rusa de Volgogrado celebra el 76 aniversario de la victoria de las tropas soviéticas en la batalla de Stalingrado —nombre antiguo de la urbe—. La batalla de Stalingrado dio comienzo a un cambio crucial en la Segunda Guerra Mundial. Sputnik te presenta el vídeo con los archivos de aquella época.

En la batalla de Stalingrado Hitler y sus tropas sufrieron su primera derrota a gran escala. La contienda empezó el 17 de julio cuando las primeras unidades de las tropas soviéticas se enfrentaron a los soldados nazis, que de hecho no mostraron mucha actividad en los primeros días porque estaban finalizando su preparación para lanzar una ofensiva.

El 13 de noviembre de 1942 Iósif Stalin aprobó la operación Urán, que debía ser realizada en dos etapas.  La primera etapa del plan de la URSS preveía atacar desde varios campos de operaciones a los territorios situados al norte del río Don y al sur de Stalingrado, donde se encontraban las tropas enemigas.  La segunda etapa de la operación implicaba el cerco paulatino de las tropas nazis  y su aniquilación.

Sin embargo, este intento de las tropas soviéticas de liquidar rápidamente a los soldados nazis se frustró. Esta fue la razón por la que el comando soviético empezó a elaborar una nueva operación que recibió el nombre de Anillo. La implementación de la nueva operación de la URSS empezó el 10 de enero después de que el general del 6º Ejército de la Alemania nazi, Friedrich Paulus, ignorara el ultimátum soviético para deponer las armas.

Más: La batalla más sangrienta de la historia de la humanidad, en imágenes de archivo

El 22 de enero las tropas soviéticas tomaron el control sobre el último aeródromo que ayudaba a conectar al 6º Ejército con el mundo exterior, impidiendo el abastecimiento de las tropas nazis que se realizaba a través del aire.  El 26 de enero el 62º y el 65º Ejércitos de la URSS se unieron cerca de la colina Mamáyev Kurgán y dividieron las tropas desplegadas en la región en dos grupos. El grupo sur junto con Paulus capituló el 31 de enero y el grupo norte, comandado por el general K. Strecker, depuso sus armas el 2 de febrero.

Como resultado de la batalla de Stalingrado el Ejército Rojo pudo arrebatar la iniciativa estratégica a la Alemania nazi, creando las premisas para el lanzamiento de una ofensiva a gran escala y la futura derrota completa de sus tropas. Esta batalla se convirtió en un cambio radical en la Segunda Guerra Mundial que facilitó la consolidación de la imagen internacional de la URSS.


Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 07/02/2020 14:19
Un silencio nada casual



Este 2 de febrero se cumplió un aniversario que, según pude constatar, fue por completo ignorado por la mentirosa prensa hegemónica mundial: la finalización de la batalla de Stalingrado (según los historiadores la más sangrienta de la historia de la humanidad) con la derrota de la Wehrmacht de Hitler a manos del Ejército Rojo y los combatientes civiles de la Unión Soviética.

Negación que se suma a la que tuvo lugar cuando se conmemoró en Israel el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz sin que, salvo contadísimas excepciones, se recordara que el libertador de aquellos pobres cautivos condenados a trabajos forzados y un atroz genocidio no fue otro que el Ejército Rojo.

Auschwitz no se liberó sólo sino que fue liberado por las tropas soviéticas, algo que la pérfida propaganda de la prensa capitalista hace lo imposible por ocultar. Lo mismo ocurre con la batalla de Stalingrado, que marcó un punto de viraje definitivo en la Segunda Guerra Mundial.

La ofensiva alemana comenzó el 23 de agosto de 1942 y culminó, derrotada, el 2 de febrero de 1943. Se calcula que las bajas producidas a lo largo de esos casi seis meses de cruentos combates suman unos dos millones de víctimas militares y civiles, en su gran mayoría del lado soviético.

La ciudad, hoy denominada Volgogrado, fue completamente arrasada y en las últimas semanas el encarnizado combate se libró puerta a puerta. Con la rendición de los invasores se daba vuelta a una página definitiva que abría la puerta a la victoria de la URSS [compartida con los Aliados] en la Segunda Guerra Mundial y ponía fin a la barbarie nazi. Cosa que debería recordarse más a menudo.

Hay muchos documentales sobre el tema, la gran mayoría con un sesgo muy norteamericano. El que me animo a compartir es uno de los menos parciales. Pero hay que tomarlo con pinzas:

Lo importante: sin el Ejército Rojo y el heroísmo del pueblo soviético los nazis habrían finalmente conquistado el mundo. No olvidar esta simple lección.



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