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General: LA IMPORTANCIA DE LAS MASAS EN LAS REVOLUCIONES SOCIALES
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 21/02/2020 13:21
La importancia de las masas para el comunismo ... en contra de lo que piensan o pensaron fachos declarados o escondidos ....


Las revoluciones sociales, locomotoras de la historia

En el pasado, el progreso histórico transcurría con lentitud, casi resultaba imperceptible durante los años de vida normal, y tan sólo en los períodos revolucionarios se aceleraba en grado insólito el desarrollo de la sociedad.

Esos períodos se distinguen por la impetuosidad, la riqueza y la trascendencia de los acontecimientos históricos. Entonces se producen cambios sociales y políticos más profundos que en muchos años de calma.

Las revoluciones sociales avivan de manera colosal el proceso histórico en primer lugar porque resuelven las contradicciones y crisis sociales llegadas ya a la madurez, rompen las formas económicas y políticas que se han convertido en grilletes del progreso.

La aceleración del desarrollo histórico durante las revoluciones sociales se explica sobre todo, en segundo lugar, por el hecho de que cuando éstas se producen, se incorporan a la acción revolucionaria ingentes masas de población. "En la historia de las revoluciones –indicó Lenin– emergen contradicciones que han estado madurando a lo largo de decenios y de siglos. La vida se hace insólitamente rica. Entra en la escena política, como activo luchador, la masa, que siempre se halla en la sombra y a la que con frecuencia, por esta causa, no toman en consideración, y hasta desprecian, los observadores superficiales”{1}. [218]

Quienes hacen la revolución son las masas del pueblo, movidas por hondas necesidades económicas y por el entusiasmo revolucionario. Cada paso que el movimiento revolucionario da en el terreno de las realizaciones prácticas, pone en pie de lucha a nuevas masas.

La dialéctica materialista es, en cierto modo, la teoría filosófica de la renovación revolucionaria de la sociedad, es la teoría de la revolución social. El marxismo ha descubierto en las masas y, sobre todo, en la clase obrera, la fuerza motriz del progreso histórico, y en la revolución, la principal palanca de los grandes cambios sociales.

Dijo Marx, con plástica y muy profunda sentencia: "Las revoluciones son las locomotoras de la historia". Y Lenin indicaba que "el mundo [...] se mueve gracias a las revoluciones"{2}.

En el desarrollo progresivo de la sociedad, desempeñan un papel especial las revoluciones socialistas.

Las condiciones objetivas de la revolución social del proletariado van adquiriendo cuerpo. a medida que se va agravando el conflicto entre el crecimiento de las, fuerzas productivas y las relaciones capitalistas de producción, ya caducas. Bajo el capitalismo, como indicó Lenin, las fuerzas productivas tienden hacia el crecimiento ilimitado de la producción, mientras que el consumo se halla limitado por la condición proletaria de las masas. La revolución socialista constituye el quebrantamiento más radical de todos los obstáculos que entorpecen el progreso de la humanidad, acumulados por las clases explotadoras a lo largo de los siglos. Está llamada a liberar a toda la humanidad oprimida, a poner fin a todos los tipos de explotación de una parte de la saciedad por otra.

En eso estriba, precisamente, la particularidad de la revolución socialista, que destruye toda forma de antagonismo y de explotación, mientras que todas las, otras revoluciones sociales sustituían una forma de explotación por otra, y no sólo no eliminaban los antagonismos sociales, sino que los agudizaban.

En las revoluciones burguesas, las masas intervenían activamente en la acción político-social durante poco tiempo; la burguesía: triunfante las arrojaba pronto, de nuevo, al fondo de la vida social.

Los ideólogos del anticomunismo siempre han procurado presentar la revolución socialista como una fuerza estrictamente destructora, dirigida contra los "valores humanos", contra los "cimientos de la democracia". Tales críticos de la revolución proletaria pretenden hacer creer que el derrumbamiento del régimen de explotación basado en la propiedad privada equivale a hundir los pilares de la civilización y se reduce a la pura violencia. Entre [219] algunos partidarios del socialismo, antes ya de que se creara el comunismo científico y también después de que se afirmara en el movimiento obrero internacional, anidaba una idea oportunista ribeteada de izquierdismo, anarquista, según la cual un grupo de conspiradores puede establecer el socialismo recurriendo a la violencia. Se ha de considerar como una variedad de este punto de vista el identificar la revolución con la guerra.

El marxismo-leninismo –teoría consecuentemente revolucionaria, hasta el fin, basada en la ciencia de la sociedad– nunca reduce la revolución socialista a la violencia, explica científicamente el recíproco nexo entre la violencia revolucionaria y el papel creador de la revolución socialista, cuyo contenido fundamental está en crear lo nuevo, y no en destruir lo viejo.

La revolución socialista no se limita a barrer las viejas formas de producción social, sino que ofrece vastos horizontes al progreso de las fuerzas productivas, lleva a forjar un régimen en el cual el rendimiento del trabajo es superior al precedente. Ahí se encuentra la base histórica más profunda de todos los cambios que se producen en la sociedad, así como en la vida y en la conciencia del hombre.

En segundo lugar, la revolución socialista significa liberar de la explotación a las masas trabajadoras y a los pueblos coloniales, emancipar a los intelectuales de todo cuanto los convertía en servidores de los ricos. No es posible limitar la revolución a la violencia ya por el hecho de que ésta se aplica a una minoría insignificante en nombre de la mayoría de la población y mediante el concurso de dicha mayoría.

Finalmente, esta revolución actúa en todo momento de manera de crear las condiciones que permitan aplicar con mayor amplitud e integridad el principio de "todo para el hombre", para satisfacer en máximo grado todas las necesidades materiales de cada individuo, para que cada personalidad pueda desarrollarse en todos sentidos y vea realizadas todas sus potencias espirituales.

Efectuada la revolución socialista por obra de las masas, el ulterior desarrollo de la sociedad presupone que éstas mantienen su actividad y participan en la dirección de toda la vida pública. Empieza, así, una nueva época en la cual las masas se convierten en el factor decisivo y en permanente acción del desarrollo social, y a partir de ese momento el proceso histórica se acelera, a una velocidad sin precedentes, en todos los órdenes de la vida de la sociedad.

La primera revolución social que ha eliminado todas las formas de explotación y que ha elevado la actividad de las masas –haciéndola permanente y logrando que éstas intervengan cada vez más en la obra creadora de la historia– ha sido la Gran Revolución Socialista de Octubre. Y si Carlos Marx comparó las revoluciones con las locomotoras de la historia, la revolución socialista puede compararse con un vehículo aéreo provisto de un [220] motor a reacción, ya que transforma las bases de la vida con una fuerza y a una velocidad realmente cósmicas, influye poderosamente sobre el curso de la evolución histórica, sobre las mentes y los corazones de millones de trabajadores.

En el período de la edificación del comunismo, cuando las transformaciones sociales se extienden en proporciones gigantescas, a la vez que se incrementa la actividad creadora de las masas se eleva más y más el papel del Partido Comunista. Así se observó, sobre todo, después del XX Congreso, cuando el Partido emprendió una lucha enérgica contra las consecuencias del culto a la personalidad, que coartaba la iniciativa y reprimía la energía creadora de los trabajadores y de sus. organizaciones colectivas. El restablecimiento de los principios leninistas de dirección y de las normas de la vida del Partido, la superación del subjetivismo y del voluntarismo abrieron nuevas posibilidades a la obra creadora e histórica de las masas. La actividad toda de nuestro Partido se apoya en su coherencia, tanto ideológica como de organización, en la firme aplicación de la línea general leninista, y ello asegura que la ímproba labor del pueblo soviético para edificar la sociedad comunista se lleve a cabo según un plan y tenga una base científica.

El Gran Octubre inició la época de las revoluciones socialistas victoriosas. Las leyes fundamentales de la revolución socialista han encontrado, asimismo, su manifestación en los países de democracia popular, que han aprovechado la experiencia de los cambios socialistas habidos en la Unión Soviética. La. creación del sistema socialista mundial puso de relieve la extraordinaria fuerza vital de la teoría de Lenin sobre la revolución socialista y del plan leninista para construir el socialismo, plan que ha señalado, a cuantos países han emprendido la vía socialista, las principales tendencias del desarrollo progresivo de la sociedad.

La Gran Revolución Socialista de Octubre también dio comienzo a la nueva época de las luchas de clases del proletariado, época que se caracteriza por la extraordinaria envergadura del movimiento obrero revolucionario en los países del capital.

Lenin descubrió las tendencias y perspectivas cardinales del movimiento obrero, y las aclaró con lúcidas e incontrovertibles explicaciones. "Al existir el capitalismo –dijo–, en la actividad política y económica de la clase obrera se manifestaron dos tendencias. Por una parte, había la tendencia a adaptarse de manera cómoda y tolerable al capitalismo, lo cual sólo estaba al alcance de una reducida capa alta del proletariado. Por otra parte, había la tendencia a ponerse al frente de todos los trabajadores y de todas las masas explotadas para dar al traste, revolucionariamente, con el dominio del capital en todos los aspectos"{3}. [221]

Estas dos tendencias, se materializaron orgánicamente, en los partidas reformistas, socialdemócratas por una parte y en los partidos revolucionarios comunistas por otra.

Desde la revolución socialista de la U.R.S.S., cada vez predomina más, en el movimiento obrero, la segunda tendencia, la revolucionaria. La historia actual del movimiento obrero internacional se caracteriza por un crecimiento sin precedentes del número de afiliados y de la influencia de los partidos comunistas, así como de la organización de la clase obrera internacional.

En 1917, no había en el mundo otro, partido comunista que el de Rusia, que contaba aproximadamente con unos cuatrocientos mil afiliados en vísperas de la Gran Revolución de Octubre. Once años más tarde, en 1928, había ya cuarenta y seis partidos comunistas, con un millón seiscientos ochenta mil afiliados (de ellos cuatrocientos cuarenta y tres mil en el mundo capitalista). Ahora los partidos comunistas y obreros existen casi en noventa países y tienen unos. cincuenta millones de afiliados. Los partidos comunistas se han convertido en la principal fuerza de combate y en el estado mayor político del movimiento obrero contemporáneo. El ejército internacional de comunistas supera en más de tres veces, por sus efectivos, a los de todos los partidos socialdemócratas.

En el Occidente, la burguesía ha preparado un verdadero arsenal de recursos para apartar de la lucha revolucionaria al proletariado. Indicaba Lenin que uno de los principales obstáculos para el progreso del movimiento obrero revolucionario en. los países capitalistas más importantes estriba en que el capital logra –en ellos– separar una capa relativamente más amplia y estable para formar la reducida minoría de la aristocracia obrera. En tales países, la burguesía ha tenido tiempo de organizarse de modo que a las masas les resulta más difícil sublevarse. Ahí los obreros gozan de cierto bienestar, razón por la cual es más difícil abrir brecha en los viejos partidos socialrreformistas.

En el interior del movimiento obrero, el principal punto de apoyo ideológico y político de la burguesía sigue siendo la socialdemocracia derechista. Los socialistas de derecha, con su abierta renuncia al marxismo, a la defensa de los intereses de la clase obrera y con su apoyo a la burguesía imperialista seguirán debilitando a la socialdemocracia, la aislarán aún en mayor medida de las masas y provocarán nuevas escisiones en el seno de sus partidos.

La ascendente progresión del movimiento obrero revolucionario hace patente la inconsistencia de las fantasías burguesas acerca de la desaparición de la lucha de clases y de la colaboración entre el proletariado y el capital. "La lucha del capital con el proletariado –decía Lenin– es algo inevitable, es una ley que [222] aparece en todo el mundo, y ha de verlo forzosamente quien no desea engañarse a sí mismo"{4}.

Sólo manteniendo una dura lucha de clases pueden los obreros conservar y en parte elevar su nivel de vida, aunque en la actual sociedad capitalista sigue actuando la ley de la pauperización relativa, y a veces absoluta, del proletariado. Es, precisamente, la lucha de clases la que dificulta la manifestación de dicha ley, ya que gracias a esta lucha los obreros arrancan concesiones al capital. Si se debilita, se hace más tangible la vigencia de la ley, y los obreros se ven condenados al pauperismo. Consignaba Marx que el nivel de vida de los obreros se eleva únicamente a medida que crece su organización.

Los éxitos del socialismo espolean la lucha de clases en los países capitalistas, impulsan a los obreros a exigir más reivindicaciones económicas y políticas. La burguesía se ve obligada a hacer algunas concesiones; se las arrancan los obreros en el transcurso de la lucha de clases. Es obvio, sin embargo, que en el marco del capitalismo no puede mejorar constantemente la situación material de los obreros y ello explica que, en las actuales circunstancias, ésta se vuelva cada día más inestable, en términos generales. La experiencia histórica demuestra que tan sólo el socialismo puede crear firmes condiciones para que el bienestar de las masas mejore de manera esencial y permanente.

La Gran Revolución Socialista de Octubre infligió una derrota de alcance histórico-mundial al colonialismo y abrió la época de las victoriosas revoluciones de tipo nacional y colonial. Millones y centenares de millones de personas –una parte enorme de la población de la Tierra– entraron en la arena de la historia como factores revolucionarios activos e independientes. El resultado fue la quiebra del sistema colonial del imperialismo.

Los ideólogos del imperialismo siguen pregonando su tesis cosmopolita de que la soberanía nacional ya es una antigualla, pero ante el auge sin precedentes del movimiento de liberación nacional, procuran tercamente aprovechar el arma del nacionalismo para socavar la lucha liberadora de los pueblos y fomentar el anticomunismo.

En esta situación, resulta de mucha importancia explicar con más empeño que nunca la posición del comunismo en el movimiento de liberación nacional. Es necesario descubrir la limitación y la inconsistencia de los diferentes tipos del denominado socialismo nacional o regional, divulgar más activamente las ideas del socialismo científico, marxista-leninista, como ideología internacional, común a todos los revolucionarios proletarios.

Apena ver que algunos comunistas caen, a veces, bajo la influencia de tesituras nacionalistas y hasta se dejan ganar por [223] la tentación de utilizar el arma del nacionalismo con fines propios, sin pararse a reflexionar en el peligro que representa dividir el movimiento comunista y otros movimientos sociales progresistas, así corno las organizaciones internacionales, tomando por módulo el factor nacional, racial o territorial. Eso es una aventura nefasta, es jugar con fuego. El comunismo es incompatible con el nacionalismo. El político que se llama comunista pero socava la solidaridad internacional de los trabajadores y fomenta los prejuicios nacionalistas y raciales puede volar por los aires destruida por sus propias minas.

La gran fuerza del progreso histórico contemporáneo radica en la solidaridad internacional de los trabajadores de todas las naciones, de todos los países y continentes.

La liquidación total y definitiva del colonialismo será un triunfo de las ideas de la Gran Revolución Socialista de Octubre y un nuevo hontanar de progreso social, de auge económico y cultural no ya en los países liberados, sino, además, en el mundo entero. Se está trocando en realidad histórica la perspectiva –trazada ya por Lenin– de que los países coloniales y dependientes se desarrollen siguiendo una vía no capitalista, y emprendan la edificación del socialismo soslayando el pasa por la formación económico-social capitalista. Los nuevos triunfos del sistema socialista mundial, los éxitos del movimiento obrero revolucionario y de liberación nacional a escala internacional confirman una y otra vez la verdad marxista-leninista de que el capitalismo, históricamente, ha perdido ya su razón de existir, y ahora el camino hacia el comunismo es la gran senda de toda la humanidad.

La cohesión de los partidos comunistas y obreros en torno al marxismo-leninismo, la colaboración fraterna de los países del socialismo, la estrecha interacción y el apoya mutuo entre el movimiento comunista internacional, el movimiento obrero y el de liberación nacional son garantía de que se obtendrán nuevos éxitos en la lucha de los trabajadores contra el capital, contra el viejo mundo, que obstaculiza el progreso, Las conferencias de representantes de los partidos comunistas y obreros celebradas en Moscú en. 1957 y 1960, los documentos históricas, en ellas elaborados, del marxismo creador, generalizan la gigantesca experiencia de lucha de los trabajadores de todos los países así como los éxitos que ha obtenido el movimiento comunista del mundo, y exhortan a intensificar, en las actuales circunstancias, la acción conjunta de la clase obrera y de todas las fuerzas democráticas.

Hoy, cuando el sistema socialista mundial se convierte en el factor decisivo de la marcha del mundo, cuando la lucha de liberación nacional ha asestado golpes demoledores en las retaguardias del imperialismo, se han creado condiciones nuevas y más favorables para que estalle y avance la revolución socialista en los países capitalistas. En algunos de ellos, los partidos comunistas [224] se han convertido en partidos de masas y en todas partes el movimiento comunista ha pasado a ser una fuerza poderosa. En tales circunstancias resulta de singular trascendencia utilizar todos los medios de la lucha revolucionaria, tanto los pacíficos como los que no lo son.

La comunidad de tareas en la contienda por la liberación de los pueblos, la comunidad de teoría y de acción práctica en la lid revolucionaria, constituyen la base objetiva de la unidad entre las filas del movimiento comunista del mundo. Los partidos marxistas-leninistas buscan y encuentran nuevas y eficaces formas para coordinar sus esfuerzos y consolidar su unidad en la lucha por los fines revolucionarios comunes. Ello es de suma importancia, además, porque los círculos rectores de las países imperialistas hoy no regatean esfuerzos para descomponer y escindir al proletariado y sus organizaciones políticas, para dividir las principales fuerzas que impulsan el proceso revolucionario. Únicamente el apoyo mutuo, la estrecha unión de todas las fuerzas revolucionarias y antimonopolistas, en primer lugar las filas internacionales de los comunistas, pueden hacer fracasar las intrigas de los imperialistas.

El Partido Comunista de la Unión Soviética, dando pruebas de comprensión, de entereza y de paciencia, procura no agudizar artificialmente las contradicciones existentes en el movimiento comunista, sino facilitar las acciones prácticas conjuntas para combatir el imperialismo y la agresión. Ésta es la única línea justa, leninista, pues se inspira en la estrategia de la unidad y de la cohesión de todas las fuerzas de los comunistas –tomando como base los principios del marxismo-leninismo– para cumplir la gran misión histórica de dichas fuerzas.



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