Aquieta el mundo por un momento
(dijo el aullido del viento)
y escucha con atención 
el diálogo silencioso con el universo,
esa sagrada conversación sin palabras 
en el latido de los árboles,
en el canto de los pájaros,
en el remolino de las hojas,
en la sabiduría de las piedras
y en el estallido de la Semilla.
La voz mágica de lo sutil,
aunque a veces no la oigas,
siempre te está cantando...
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