Resumen
La presión arterial aumenta durante los ataques de ira y tarda unos siete días en disminuir. Resumiendo: los enfados se nos pasan, pero el cuerpo sigue sufriendo aunque no nos demos cuenta. Estas es la principal conclusión de una investigación publicada por el International Journal of Psychophysiology que refleja que "incluso después de una semana, no se presentan indicios de ningún tipo de reducción de los efectos".
La ira se ha relacionado habitualmente con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud. La investigación sugiere que endurecimiento de las arterias parece avanzar más rápido en personas que puntuaban alto en test de hostilidad. Las hormonas de estrés comprimen los vasos sanguíneos, elevan la presión arterial y aceleran el latido del corazón.
Los investigadores de la Universidad de California y de Columbia señalaron que los acontecimientos estresantes tienen la posibilidad de seguir haciendo daño mucho tiempo después de que se terminó.
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