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Hay dos clases de mujeres; las que no piden y hay otras que piden y lo hacen mal. Si hay algo peor que no pedir; es pedir mal. Si vas a pedir, hacelo bien.
El famoso cuento de la lámpara de Aladino dice que una vez Aladino se encontró con una lámpara vieja, la frotó y salió un genio; el cual le dijo que le iba a conceder sus deseos .
En la vida, sería lindo poder frotar una lámpara, y que un genio conceda todos los deseos que hay en tu corazón, pero lamentablemente, las mujeres entendemos el cuento al revés.
Algunas frotan la lámpara, sale el genio y le preguntan qué deseos pueden ellas concederles.
A las mujeres nos encanta dar vuelta las cosas y complicarlas; cuando hacemos eso, todo lo que rodea nuestra vida en muchos momentos se transforma en ese genio que demanda, y nosotras somos las encargadas de otorgarle a ese genio todo lo que pide.
Ese genio al que le das todo lo que te pide puede ser tu casa, tu trabajo, tu auto, porque a todo lo que te pida, le decís que sí.
Genio es todo aquello que para vos es urgente y es más importante que vos misma .
Muchas veces las mujeres nos encontramos batallando o rindiéndole de alguna manera honor a ese genio que nos pide y nos absorbe cada vez más cosas.
Nos olvidamos y hacemos más de lo que debemos, cumplimos deseos que sobrepasan nuestras energías y nuestras fuerzas, porque entendemos las cosas al revés, lo que hace que pidamos a alguien que nos ayude.
Creemos que nos sentiremos bien, dándoles a los demás todo lo que nos pidan; de esta manera hacemos cosas pensando que todo estará bien y nadie se enojará porque hicimos lo que debíamos hacer.
Y termina siendo esta una pequeña mentira que nos hace creer que si damos ese pasito simple todo va a estar bien.
Es como cuando Satanás le dijo a Eva que si comía de ese árbol sería una mujer sabia como Dios, e iba a tener la sabiduría de Dios.
Muchas mujeres frente al desborde necesitamos pedir ayuda, pero quiero decirte que no hay experiencia más fabulosa y hermosa que poder hacer algo sin tener que pedirle ayuda a nadie.
Cuando pedimos ayuda nos estamos haciendo responsables de una tarea que vamos a realizar.
Cuando pedís ayuda quedás en deuda con el que te está ayudando , porque aunque no te lo diga lo vas a sentir porque te ayudó a algo que supuestamente era tu obligación.
Cuando le decís a tu marido que te ayude a cuidar a los chicos le estás diciendo que la responsabilidad es tuya nada más y que él solamente tiene que ayudarte; por lo tanto cuando cuida a los hijos de los dos, vos sos la que queda en deuda.
Tenés que saber qué tipo de ayuda pedís .
Cuando es algo que vos sos totalmente responsable, o pedís ayuda para algo que ni siquiera deberías pedir que te ayuden; porque es algo que deben hacer asumiendo la responsabilidad que cada uno tiene como parte de la familia.
El gran problema que tenemos las mujeres es que no sabemos cómo pedir ayuda. Pedimos ayuda pero lo hacemos mal. Quiero enseñarte que pedir ayuda es un arte. No cualquiera sabe pedir ayuda, piden mal, por lo tanto no reciben. Las mujeres nos quejamos, y creemos que esa es la forma de pedir ayuda, por ello no recibimos lo que pedimos.
Cada vez que pedimos ayuda y nuestro pedido es una queja predisponemos mal a la otra persona , por lo que esa persona no hace, o hace de mala gana lo que le pediste.
Quejarse es expresar pena, dolor o descontento.
Dicen que se encontraron dos trabajadores y a la hora del almuerzo se fueron a sentar; cada uno sacó su almuerzo.
Uno abrió su taper y cuando ve adentro dice: ‘ otra vez milanesa y se comió la milanesa. Al otro día vuelven los dos trabajadores se vuelven a encontrar a la hora del almuerzo y éste mismo trabajador al abrir su taper dijo: ‘¡no puede ser! ¡Otra vez milanesa! El otro lo miraba pero no decía nada. Al tercer día, cuando abrió su taper dijo: ‘¡basta esto se terminó! otra vez milanesas . Entonces el de al lado que no había dicho nada hasta el momento, para ayudarlo le dijo: ‘si no te gusta la milanesa ¿por qué no le decís a tu esposa que te cocine otra cosa para almorzar? Éste lo mira y le dice: ‘el que se cocina el almuerzo soy yo.
A veces nos quejamos de cosas que hicimos nacer nosotras.
¿De qué te quejás a diario? Hay algo que vos diseñaste que te lleva a quejarte.
A la milanesa la cocinás vos todos los días.
La mujer quejosa vive rodeada de gente que se queja por la ley de la atracción.
¡Atraés lo que sos!
Si tus hijos, tu marido, tus amigas o tus discípulas se viven quejando es porque vos sos quejosa . La ley de la atracción dice que yo atraigo lo que soy. Tal vez estés metida en un sistema donde todo el día hay queja. Si te preguntaras cuántas veces te quejás en el día tal vez te darías cuenta que te quejás más de lo que te imaginas.
Las mujeres que se quejan roban energía por lo tanto, llega un momento que la gente no quiere estar con vos, porque le sacaste toda la energía.
Cada vez que vos te quejás, alejás lo que querés porque la queja es como un repelente de insectos; cada vez que vos soltás una queja, alejás eso que estás queriendo que te pase.
Vos tenés derecho a lo que deseás, pero para lograrlo no te tenés que centrar en el problema, sino en la solución.
Dice que estaba Martin Luther King en el año 1963 dando un discurso que despertó emociones en la gente. Cuando en un momento se paró, él no dijo ‘que mal tratan a los negros, sino que se paró y dio el mejor discurso de su vida. No enfocó en el problema; sino que se centró en la solución. Él dijo tengo un sueño y toda la gente se entusiasmó con ese sueño de ver un mundo sin racismo. Este hombre supo llevar a toda la gente hacia la cima de la montaña.
Quiero decirte que vos tenés que tener esa sabiduría de Dios de llevar a los tuyos a la cima de la montaña, a ver las cosas terminadas.
Cuando vos criticás, perpetuás lo que criticás ; cuando les decís a tus hijos o a tu marido que son vagos, seguís perpetuando en ellos esa palabra y en esa realidad que vos creaste.
En cambio, si hablás en términos de cómo van a ser las cosas cuando ese problema se resuelva, los demás se van a entusiasmar y van a hacer un cambio positivo.
Cada vez que te quejás, te enfermás porque la queja prende dentro tuyo una alarma que dice que las cosas no están bien. Cada vez que vos soltás una queja, hay dentro tuyo una alarma que se activa que dice que algo no está funcionando bien. Cada vez que vos te quejás, acumulás estrés y el estrés te termina enfermando.
Ana era una mujer que quería tener un hijo y el sueño no venía. Ella lloraba todo el día, no comía y estaba resentida; así la definía su marido. Esta historia está en Samuel 8. La vida de Ana era una vida de queja y de resentimientos constantes. Ella quería un hijo pero con su queja alejaba ese milagro.
Una mujer resentida es una mujer que tiene bronca, y por lo tanto se queja.
Tal vez tengas un sueño en tu corazón pero con tu queja lo estás alejando.
Un día Ana se despertó, se levantó y decidió negociar con Dios. Con Dios se puede negociar y a Él le encanta negociar con vos.
Ana vio su sueño terminado y se presentó delante de Dios y le dijo: “Muy bien Dios, yo no quiero quejarme porque estoy alejando mi sueño, pero vamos a negociar”. Y Ana se sentó en la mesa de negociaciones con Dios.
Dios en este tiempo quiere que te sientes en su mesa, y que como una mujer empresaria empieces a negociar con Él.
Ana le dijo: “Quiero un hijo, pero quiero que sea varón; y si me das un hijo te lo voy a entregar para tu servicio”. Ella le dio trabajo al hijo, que todavía no había nacido. Ella misma le dijo a Dios: que iba a ser varón e iba a trabajar a su servicio. Ella pudo visualizarlo físicamente ya que dijo que no iba a cortarse el pelo. Ella lo veía con el pelo largo. Y su hijo nació, porque ella pudo dejar de quejarse. Cambió la queja por negociación.
Y vos querida mujer tenés que aprender a negociar con Dios y con los tuyos.
Para negociar tenés que tener en claro que querés en la vida.
¿Qué es lo que querés? Si vos no tenés en claro qué es lo que querés en la vida, nunca te vas a poder sentar en la mesa de negociaciones. O cuando te sientes no te van a decir las cosas tales como son.
Ana le dijo a Dios que quería negociar y supo qué pedir.
Si vos no le pedís las cosas con claridad a tus hijos, tus hijos van a terminar manipulándote. Si no le pedís las cosas a tu pareja con claridad, tu pareja te va a terminar dando lo que no querés y va a terminar manipulándote.
Tenés que tener claridad en lo que querés.
Negociá lo que necesitás, miralo terminado, mirá ese proyecto terminado. Subite a la cima de la montaña y empezá a ver tu vida desde arriba.
Mirá a tu familia desde arriba, no negocies cualquier cosa, no permitas que te mientan, y dejá de quejarte.
Cuando dejes de quejarte, eso que estas necesitando va a venir solo a tu vida.
No le des lugar a la queja en tu vida. Cuando vos no le das lugar en tu mente, tu mente deja de producirla.
Cuando dejás de quejarte, tu mente deja de producir queja, y empieza a dejarle lugar a los pensamientos productivos.
Hacé que la vida sea productiva.
Hay un recurso o sistema que se llama sincronización : cada vez que vos hacés algo, los demás imitan lo que hiciste. Si hoy en tu casa todos se quejan de algo, es porque vos te quejás. Cuando empieces a hablar buenas palabras, se va a producir la sincronicidad.
Querida mujer, tenés la posibilidad de detener la queja, no solo en tu vida, sino en toda tu casa.
Tenés que ver todo terminado. A tus hijos deciles: ‘ cuando mamá vuelva del trabajo, vos me tenés que ayudar, no llores, yo sé que no te gusta que mamá vaya al trabajo, pero cuando vuelva del trabajo, vamos a hacer tal cosa.
Y vos le mostrás a tu hijo el resultado. Cuando vos te alejes de la queja, lo que querés, va a venir a tu vida.
La queja no debe confundirse con hacerle ver a alguien que cometió un error. La queja aparece cuando pongo una emoción negativa a lo que estoy diciendo.
Tenés que aprender a pedir ayuda, sino necesitás ayuda ni la pidas.
Si es una responsabilidad de todos no es ayuda. Pero cuando necesitás pedir ayuda, pedí bien.
Llevá todo a la cumbre.
Vas a vivir en el mundo que declares con tu boca.
Necesitamos mujeres que no se quejen, necesitamos un país donde dejemos de boicotearnos.
Había un hombre al que le detectaron una enfermedad terminal y cuando un pastor lo fue a visitar, este hombre lo único que hizo fue hablar bien de su vida.
Un día el pastor le preguntó cómo hacía para bendecir su vida a pesar de la situación que tenía que vivir, a lo que este hombre respondió que no estaba en el día 15.
El pastor no entendió lo que éste había querido decir por lo que al otro día cuando lo visitó le preguntó acerca de su respuesta.
El hombre le contó que cuando le dieron el diagnóstico, pensó que tenía dos opciones; una era vivir quejándose o bien pasar los últimos días bendiciendo todo lo bueno que había vivido. Escogió la primera opción y se propuso que únicamente el 15 del mes soltaría toda su bronca e iba a quejarse.
El pastor le preguntó si el día 15 de cada mes era angustiante, a lo que el hombre le dijo que no, porque al pasar un mes sin decir nada, él ya se olvidaba de todas sus quejas.
Dios quiere que te veas terminada , quiere que haya sincronicidad entre vos y Él.
Quiere que te veas como Él te ve.
Ponete de acuerdo con Dios para verte prosperada y terminada.
Quiere que veas tus quejas solucionadas.
El final siempre es de felicidad, porque vas a crear tu mundo mirando desde la cima.
Dios te va a sacar la bronca para que no te quejes.
Por Alejandra Stamateas
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