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ALEJANDRA STAMATEAS: ¿POR QUE NO PUEDO TERMINAR LO QUE COMIENZO?
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من: Alondra bat Yeshúa  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 21/11/2009 01:18

¿Por qué no puedo terminar lo que comienzo?

Tuesday, April 10th, 2007

Por Alejandra Stamateas

¿Cuántas veces hemos pospuesto cosas y nunca las terminamos?

Estudios, noviazgos, dietas, viajes, empresas, ir al dentista.

Muchas mujeres se pospusieron porque sus hijos tenían que estudiar, o porque sus maridos tenían que terminar sus carreras, o porque se casaron y lo dejaron “para más adelante”, pero lamentablemente hay cosas que quedaron pospuestas.

Vivimos en una cultura que posterga siempre, decimos: “mañana lo hago”, “mañana veo”, “después te llamo”, “después te digo”, y postergamos.

Algo muy común es que pensamos que en el futuro va a venir la felicidad.

“No hice el curso de inglés pero creo que aprenderé a hablarlo porque estoy al lado de una persona que sabe”.

Lo que en realidad debo hacer es ponerme las pilas y anotarme en el curso de inglés, ir al dentista, sentirme capaz de hacer lo que sea.

Cuando pensamos que la felicidad va a venir en el futuro y postergo, estoy matando el presente, o sea “No hago nada porque estoy esperando mi felicidad y que venga milagrosamente”

Mi pregunta es a todas aquellas mujeres que no terminaron sus estudios, que pospusieron algo, ¿alguna vez lo terminaron?

Debo actuar cuando me lo proponga porque si pospongo me sentiré fracasada.

La frustración que experimentamos es grande y hay mujeres que tienen una cadena de cosas postergadas (una tras otra) y su frustración es mayor.

Derrotá los mitos que hay en tu mente.

Si empiezo algo tengo que hacerlo excelente, sino no lo hago.

¿Cuántas veces pensamos de esa manera y además lo enseñamos a nuestros hijos? “Mirá nena, si hacés algo hacelo excelente o no lo hagas”.

¡Esto es una mentira! Cuando empezamos algo lo hacemos con mucha alegría, se lo contamos a todo el mundo, porque lo decidimos, somos feliz, lo hacemos con muchas fuerzas, pero a medida que pasa el tiempo el entusiasmo se va perdiendo, la energía desaparece y decís: “Y bueno…, lo hago más adelante”.

Tal vez no exista la motivación del principio y decís: “Más adelante”, “Quizás ahora no es el momento de Dios” (y espiritualizamos todo).

 

Tenemos miedo al éxito y si algo “no nos sale bien” lo abandonamos.

En las universidades argentinas hay un concepto que dice: “No sos nada hasta que no termines la carrera”.

Si la carrera que elegiste tiene 43 materias no sos nada hasta que no las termines.

Esto es otra mentira, porque no somos iguales al comenzar la universidad, al cursar 1º, 2º, 3º, o 5º año, porque vamos creciendo y aprendiendo cosas.

Cuando Pedro negó a Jesús –dice la Biblia- que salió afuera y lloró amargamente. ¿Cuántas veces hemos llorado amargamente? La experiencia de Pedro la conocemos muy bien las mujeres, sabemos qué sintió.

Pedro no entendió que estaba pasando por un proceso al lado del Gran Maestro que lo estaba transformando en otra persona, que estaba sacando el potencial que tenía adentro.

Dijo: “Todo el tiempo que pasé con Jesús fue tiempo perdido; al final no era como yo pensaba, como me imaginaba”.

El proceso no es “tiempo perdido”.

En medio del proceso de cada cosa que decidamos hacer habrá momentos en los que caeremos, habrán problemas, dificultades, pero te estarás formando en la mujer que Dios quiere que seas.

Si no pasas por el proceso nunca llegarás al final deseado.

¿Comenzaste una dieta porque tu meta es bajar diez kilos?

Bárbaro, pero tenés que llegar al final.

Poné sueños grandes.

Cuando empieces una dieta, el día que tengas una caída no la abandones, porque la caída es parte del proceso y si no pasas por la caída y te levantas, nunca llegarás al final.

Las mujeres no soportamos el proceso: nos cuesta cuando vamos al médico, nos da un diagnóstico y dice que tomemos medicamentos; no podemos vernos tiradas en la cama, porque no funcionamos para el sistema.

Todo proceso te forma para alcanzar la misión que te propusiste.

Corré riesgos, aprendé a levantarte de cualquier dificultad.

 

Últimamente estoy aprendiendo algo: todas queremos ser perfectas, hacer todo bien en la vida, y “si algo no me sale bien me pongo loca”. Desterrá este concepto.

En la vida hay crisis y uno aprende de los errores.

No es todo o nada en la vida.

Como no nos podemos perdonar las equivocaciones no terminamos lo que comenzamos y Dios te dice: “Estoy contigo en el proceso”.

 

 

Disfrutá del proceso

Jesús fue a la cruz y sabía su final, pero disfruto del proceso de sanar a los enfermos, de hacer milagros, de estar con los discípulos.

Disfrutá del proceso aunque las cosas no salgan como imaginás.

¿Empezaste la carrera y no te fue bien en alguna materia o tal vez no te gustaron, te aburriste, te molestaron?

Seguí adelante a pesar de la circunstancias, no abortes lo que ibas a hacer, porque sino nunca verás el final y la frustración será más grande.

Es preferible caerse, levantarse otra vez y saber que tuviste las fuerzas de seguir adelante y estar de pie.

Es mejor haber bajado cinco kilos de los que te habías propuesto pero lo estás haciendo; seguí adelante hasta que la visión se haga realidad.

No te detengas, no postergues más tu felicidad.

“Bueno pastora, me casé y tuve muchos hijos, ¿cuándo quiere que estudie?

Si son 43 materias, hacé una por año, ¿qué problema hay? ¿Quién te apura? Lo importante es que logres lo que Dios te prometió y si El te dijo que lo harías, lo vas a lograr.

Cuando Dios encuentra una mujer que lo desafía, El lo hace.

Pregunta:

¿El curso que querés comenzar o dejaste, tiene que ver con tu sueño o lo estás haciendo para tapar un agujero emocional, porque tenés una depresión impresionante y estás todo el día comiendo? ¿El curso no tiene nada que ver con tu sueño? Entonces nada te motivará a terminarlo.

Todo curso, por pequeño que parezca al principio, al final será grande porque tiene que ver con lo grande de Dios.

Lo que tiene que ver con el sueño nunca lo abandonarás, pase lo que pase, aunque vengan cosas difíciles, porque está formando tu carácter.

No permitas que tu mente diga que abandones.

No intentes.

Cuando “intentas hacer algo en la vida” terminas haciendo nada.

¡Sé una mujer osada!

Si aun no tenés el negocio que soñaste es porque lo estas “intentando”, dejá de hacerlo porque

cuanto más lo intentes menos vas a agarrar y menos tendrás.

Transformate en una mujer de acción.

Luchá con las voces exteriores e interiores.

Todo el tiempo oirás voces que te dirán: “qué vas a hacer ese cursito”, “no vayas hoy, el día está tan lindo, podemos quedarnos comiendo helados”.

Por ejemplo estas intentando una dieta y quieren que comas lo que te daña:”y… es un permitido” y te das veinte permitidos.

Cuidate de la mayor de las voces internas: la tuya.

“No sé por qué”; “No sé si lo que estoy haciendo vale la pena”; “No sé si es tan importante”; “¿Será lo que Dios quiere?”; “¿No será pecado?”

Tenés tantas preguntas que abandonás, posponés tu futuro, tu felicidad.

Sólo vos administrá tu vida.

Determiná que todo lo que decidas va a quitar las voces negativas que están en vos.

No termines lo que estás haciendo porque al finalizar habrás pasado por un proceso e irás por más.

Josué 1:9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes porque yo Jehová, tu dios estaré contigo por donde quiera que vayas”. Y Josué iba a la tierra prometida.

Dios le quiso decir: “No abandones porque estaré con vos dondequiera que vayas”

Hoy Dios te dice:

Tomá la decisión, no desmayes, no abandones porque si te mantenés firme vas cumplir tu gran sueño”.

La libertad exige más esfuerzo que la esclavitud.

Cuando una mujer era esclava de lo que los otros decían, del tiempo del otro, de la decisión del otro, del dinero del otro, no se esforzaba demasiado; pero cuando elige la libertad debe esforzarse porque la libertad se lo exige.

Renunciá a la “tarjeta de crédito” que guardas y que dice: “Señor bendíceme, hazlo tu”.

“Quiero saber inglés pero Señor hazlo tu, fluye”.

Y Dios te dice: “A la vuelta de tu casa hay un instituto que enseña inglés, el curso dura cinco meses, Hija, hazlo tu”.

Rompé esa tarjeta de crédito que las mujeres a veces tenemos como una muletilla: “hazlo, Señor”; “Estoy esperando porque Dios lo hará”, es mentalidad de desierto.

 

Sacá la mentalidad de desierto.

En el desierto tenían milagros por todos lados; Dios se encargaba de bendecidlos y proveerles todo, pero en la tierra prometida ellos se tienen que esforzar, tomar la pala, cultivar lo que comerían y pelear con el enemigo.

Ya no tenés mentalidad de desierto porque estás bendita por dentro; ponete las pilas para hacer lo que Dios te dijo, para obtener el sueño grande de tu vida.

Ya no tenés mentalidad de desierto sino de tierra prometida.

No decidas emocionalmente, Dios te llama a comenzar y a terminar las cosas.

En 1 Timoteo 4, Pablo dice: “El tiempo de mi partida está cercano, he peleado la buena batalla, he acabado la carrera y he guardado la fe.”

Estaba diciendo que lo que comenzó lo terminó, que estaba a punto de morirse pero todo lo comenzado lo terminó.

Igualmente tenemos que decir el día que nos vayamos con el Señor: “he acabado la carrera e hice lo que tenía que hacer”.

Cuando Jesús estaba en la cruz dijo: “Consumado es”, es decir “Esta terminado, la obra está completada, no hay que agregarle nada más”.

Y eso nos tiene que pasar, nadie agregará nada más porque todo lo que tenía que hacer lo hice, nadie puede pedirme más, todo lo que estaba en mi corazón -y primeramente en el corazón de Dios- lo hice todo; a lo que vine lo cumplí.

Cuando Jesús oraba al Padre por los discípulos dijo:

“Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que hiciese, ahora Padre glorifícame al tu lado con aquella gloria que tuve contigo antes de que el mundo fuese”.

Hay una gloria cuando comenzamos algo en la vida, pero una gloria mayor cuando nos atrevemos a terminarlo.

Cuando termines aquello que comenzaste Dios te meterá en una dimensión para que captures aun, la Gloria de Dios.

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