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General: El Espíritu, no la carne (5.16–26)
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De: losmuroscaen  (Mensaje original) Enviado: 05/06/2010 20:26
El Espíritu, no la carne (5.16–26) La primera admonición de Pablo fue: «¡Estén firmes!» Ahora dice: «¡Anden en el Espíritu!» Nuestro estar en Cristo determina nuestro andar en Cristo. Las palabras «carne» y «Espíritu» se encuentran diez veces cada una en los capítulos 5–6. Los que viven de acuerdo a la ley dependen de la energía de la carne; los que viven por gracia dependen del poder del Espíritu. «Andar en el Espíritu» significa tener nuestras vidas diarias bajo su control, o sea, bajo la dirección de la Palabra de Dios. «Ser guiado por el Espíritu» significa ser libre de una vida de esclavitud al legalismo. El hermano mayor de la parábola del hijo pródigo (Lc 15) vivía en esclavitud y no tenía gozo en su andar o servicio. ¡Cuántos cristianos son como él! «La carne» se refiere a la naturaleza caída que persiste en el creyente. El cuerpo en sí mismo no es pecaminoso; los apetitos no son necesariamente pecaminosos, pero las tendencias de la vieja naturaleza van en declive. En Romanos 6 Pablo nos dice que el viejo hombre ha sido crucificado y que podemos vencer a la carne al considerarnos como muertos al pecado y al presentarnos a Dios. Aquí en Gálatas, Pablo describe el conflicto entre las dos naturalezas del creyente. Después de la conversión, los nuevos cristianos disfrutan de inmediato de varios días o semanas de maravillosa victoria; entonces viene la tentación y la derrota, y se desaniman. Alguien debería haberles dicho que la vieja naturaleza volverá a surgir. La última frase del versículo 17 no enseña que el creyente no puede obtener victoria. La frase se traduce bien en español: «para que no hagáis lo que quisiereis». O sea, una simple determinación del cristiano nunca controlará la carne o producirá el fruto del Espíritu. Pablo amplía este tema en Romanos 7, donde muestra que determinados intentos del creyente para agradar a Dios en su fuerza están destinados al fracaso. ¡Qué contraste entre las obras y el fruto! El fruto es el resultado de una unión viva; una máquina puede producir obras, pero nunca fruto. Incluso la ley produce obras, pero Dios las llama obras muertas (Heb 6.1). Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, La ley nunca produciría el fruto de la gracia que se describe aquí. Lea esta lista de «obras de la carne» en una versión moderna para que obtenga la magnitud completa de su significado. ¡Qué terrible catálogo de pecados! ¡Cuántos se hallan incluso entre cristianos! El carácter cristiano viene de adentro, por el poder del Espíritu. El Espíritu procura transformarnos a la semejanza de Cristo (2 Co 3.18; Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. Ro 8.29; Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 12.1, 2). Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Podríamos meditar por horas en el fruto de nueve aspectos producido por el Espíritu. Nótese especialmente que el amor encabeza la lista. Pablo aclara que ninguna ley jamás podría desarrollar esta clase de carácter. ¡Cuándo aprenderá la gente que hacer resoluciones jamás la santificará! «Si vivimos por el Espíritu» (esto es salvación, vivificados por el Espíritu), «andemos también por el Espíritu» (esto es santificación, permitiendo que el Espíritu controle y dirija nuestras vidas). Compare Efesios 5.18–24. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Con Colosenses 3.15–19 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Y verá que estar lleno del Espíritu es ser controlado por la Palabra de Dios, porque los resultados son idénticos. «Andar en el Espíritu» no es alguna experiencia emocional, ajena a la vida diaria. Es una experiencia diaria del creyente que se alimenta en la Palabra, que ora y obedece lo que dice la Biblia. Para concluir note los tres ruegos que Pablo hace a los cristianos para que vivan en santidad por la gracia de Dios: Dios el Padre les ha llamado (v. 13); Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Dios el Hijo ha muerto por ellos (v. 24); Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. y Dios el Espíritu Santo mora en ellos (vv. 16–23). Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Cada Persona de la Trinidad nos ayuda en nuestra batalla contra la carne. Dios te bendiga por siempre: “R@f@el”


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