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ALEJANDRA STAMATEAS: SOY UNA MUJER EXIGENTE CONMIGO Y CON LOS DEMAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Alondra bat Yeshúa  (Mensaje original) Enviado: 04/01/2011 23:29

Soy una mujer exigente conmigo y con los demas

 

Las mujeres nos vemos obligadas a ser mujeres a las que todo nos sale bien.

Características de las mujeres súper exigentes:

  1. Viven en una insatisfacción constante:
    Sienten que podrían haber hecho las cosas mejor, a pesar de haber hecho las cosas bien. Buscan que todo esté perfecto y, terminan perdiendo oportunidades.
  2. Asocian su estima a sus logros:
    ‘Si logro algo, mi estima está alta.' Muchas de las mujeres que tienen depresión, son perfeccionistas; se ponen metas ilógicas.

Dios quiere en tu vida excelencia, pero no exigencia.

La exigencia nunca te va a llevar a la excelencia; podés ser muy exigente, pero nunca excelente. Excelencia no es resultado del perfeccionismo. Excelencia es resultado del carácter. Vas a ser excelente en la medida que tengas carácter maduro.

Juan 15: “Si alguien tiene fruto, mi Padre lo va a podar para que lleve más fruto; y el que tiene más fruto mi Padre lo va a podar para que lleve mucho fruto.”

Fruto es carácter maduro.
Una mujer perfeccionista es una mujer que está tratando de madurar en la vida, pero no ha llegado a tener un carácter maduro.

Muchas cosas hemos perdido por falta de carácter maduro. Hay mujeres que por exigir la perfección pierden la bendición.

La hiper exigencia hace que la gente se aleje.

  1. No sabe disfrutar y no permite que otros disfruten de la vida. Cuando estás en el detalle, no solamente dejás de disfrutar vos, sino que le prohibís al otro que disfrute.

Una mujer exigente es una mujer atada a la opinión de los demás.

No te ates a la opinión de los demás. Tenés que lograr tener una identidad tan fuerte, que lo que te digan los demás lo escuches, pero no te afecte. Tenés que tener en claro quién sos y hacia dónde vas.

Cuando vos elegís, tu estima crece ; pero cuando los demás eligen por vos, vivís atada a lo que los demás quieren. Dios no quiere que vivas atada a la opinión de nadie.

Tenés que ser independiente de la opinión ajena.

Jesús explicó la parábola del sembrador. El sembrador que salió a sembrar era siempre el mismo y la semilla también era la misma, lo que cambiaba era el terreno.
Hay tres tipos de terreno donde la semilla no dio fruto, junto al camino, los pedregales y los espinos; estos tres terrenos tienen que ver con la opinión ajena.

  1. Junto al camino: Es por donde pasaba la gente. Es lo que la gente dice de vos. El sembrador siembra la semilla, pero vos estás atenta a la opinión ajena.
  2. Pedregales: Es la crítica. Es cuando empezás a escuchar qué dicen de vos.
  3. Espinos: Son las luchas externas que tenemos.

La semilla cae en la tierra, pero no da fruto porque antes de que caiga esa semilla ya había algo más plantado en tu vida. Cuando eras chica te plantaron la semilla de la opinión ajena.

Las opiniones de los demás ahogan la Palabra y la hacen infructuosa.

Ser infructuosa es no dar fruto. Hay mujeres que no se dieron cuenta que no están dando fruto, o que tal vez no notaron que dieron fruto en algún momento pero lo fueron perdiendo.

No podés tener carácter maduro porque la opinión de los demás te trae confusión mental.

La gente siempre va querer hacerte a su imagen y semejanza; pero vos ya fuiste creada a imagen y semejanza de Dios. No necesitás mirarte en el espejo de la gente, ya tenés el espejo de Dios.
Vas a progresar, en la vida, de acuerdo a las cosas que estés dispuesta a ignorar.

Darle importancia a todo te detiene.

Si querés cumplir con el propósito que Dios tiene para tu vida, tenés que ignorar lo que la gente quiere que hagas.
Tenés que tener en claro lo que Dios quiere de vos y no lo que la gente quiere de vos. Tu vida tiene que girar en torno a Dios.
No te obsesiones. Tal vez creas que porque vivís exigiéndote, das al mundo la imagen de mujer ocupada y como estás ocupada sos importante.

Esa casa que querías se transformó en tu cárcel, porque en vez de disfrutarla estás pendiente de detalles. Ese auto que tanto querías es tu cárcel, porque estás pendiente de que nadie lo raye. A ese trabajo que tanto querías no lo podés disfrutar, y se transformó en tu cárcel porque te hiper exigís.

Se hizo una encuesta que dio como resultado que un 60% de la gente que hablaba por celular, no hablaba con nadie, pero hacía que hablaba para que los demás creyeran que era una persona ocupada e importante.
¿Cuántas cosas hacés para que los demás crean que sos una persona ocupada e importante? ¿Cuántas cosas hacés durante el día para que algo sea perfecto, porque en realidad te querés sentir ocupada?

Dios quiere mujeres excelentes pero no exigentes. Una mujer excelente es una mujer que respira paz porque sabe disfrutar de cada cosa. Una mujer que respira paz, es una mujer que puede permanecer en Dios, y no en la gente.

Si sos una mujer de paz vas a darte cuenta que la gente quiere estar con vos. Una mujer de carácter maduro es una mujer que transmite paz aún en medio de las tormentas. Si podemos tener paz en medio de las tormentas, llegamos a ser mujeres maduras.

Cuando se levanta una tormenta en tu barco podés hacer dos cosas; remar, aunque sea imposible, para llegar al puerto o izar las velas y que el viento te lleve.
Tener paz es dejar que el viento te lleve; Dios va a usar ese viento para llevarte a un nuevo lugar. Tenés que confiar en Dios y ser una mujer de paz. No estés atada a la gente, porque no pueden darte nada, atate a Dios.

Podés darte cuenta si sos o no una mujer de carácter maduro por la paz que hay en vos.

Cuando empezás a disfrutar de la vida, dejás de ser una mujer hiper exigente. La vida se pasa muy rápido, por eso tenés que aprender a disfrutarla. Dios te dio un regalo que es tu vida, disfrutala. Hacé de tu regalo un premio y disfrutá la vida.

Disfrutá de respirar, de tu cuerpo, de ser la hija de Dios. Disfrutá de la familia que tenés, no importa que esté completa o no; disfrutá.

¡Disfrutá de lo mucho o de lo poco, pero disfrutá querida mujer! Porque así vas a ser una mujer de paz.

Dios te dice: “Princesa mía; es tiempo de resplandecer, de brillar, es tiempo de soltar quien sos, es tiempo de determinarte y caminar hacia el éxito que te tengo preparado.”

Por Alejandra Stamateas



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