Con una documentación muy bien acreditada, la historia establece que Billy Joya pasó por encima de la Constitución, a partir de su convencimiento de que había que erradicar cualquier brote de comunismo, extirpando las cabezas y los ojos, las uñas, la piel, los testículos, los ovarios y ablandar los huesos de los ciudadanos y ciudadanas que se oponían a la política del Estado y que creían en una democracia con pluralidad de pensamiento.

En esa misma época, otro personaje, Ramón Custodio, hablaba en foros nacionales e internacionales, se movió por el país y se hizo presente en Washington y en los países nórdicos, gritando a pulmón abierto, ¡No a la represión! ¡Vivan los derechos humanos!

El 28 de junio venía de Guatemala con el único y exclusivo propósito de votar a favor de la cuarta urna. Veía, en ésta, la posibilidad concreta de un cambio hacia senderos de beneficio colectivo. Era el camino para modificar, con el consenso de todos los partidos políticos y de una amplia difusión y discusión (a través de los medios de comunicación, foros, comentarios, etc.), una Constitución cuyas lagunas son evidentes. La ciencia dice que nada es estático y que todo lo hecho por el ser humano es susceptible de perfeccionarse.

¡El peligro viene de Adriana!

¿No conocen a Adriana, esta mujer pequeñita que no llega a medir 1 metro 60? Están equivocados, pues asusta a todos los departamentos de defensa de EE.UU.

Adriana es cubana y su marido está encarcelado desde hace casi 11 años, se llama Gerardo Hernández Nordelo. Gerardo se ha cargado de dos cadenas perpetuas por haberse infiltrado en los medios mafiosos de Florida que se divierten aterrorizando a Cuba, haciendo explotar aviones durante el vuelo o estallando hoteles. No solamente Gerardo tuvo la suficiencia de querer impedir los atentados en contra de su país, sino que además defiende a la revolución cubana. ¡Bueno, un criminal!

Tras el fracaso de la mediación ensayada por el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, en la crisis política hondureña, desatada por los golpistas que el pasado 28 de junio se hicieron con el poder en Honduras e impusieron un régimen ilegítimo, la diplomacia internacional llegó a un nuevo callejón sin salida: los usurpadores rechazaron la propuesta de permitir el retorno al cargo del mandatario depuesto, Manuel Zelaya, para dar margen a la formación de un gobierno de unidad nacional.