Guardias de la prisión militar de Guantánamo lanzaron “disparos no letales” para controlar una revuelta de los internos cuando trataban de trasladarles a celdas individuales, según fuentes de la cárcel. (BBC Mundo)
Tantas son las violaciones que se comenten en esa vergüenza de lugar para la humanidad entera, entre las que han podido salir a la luz pública, rompiendo muros de censura, que uno termina preguntándose si en realidad a los que mantienen esta situación más bien les interesa una calculada visibilidad amedrentadora de alcance global.
Que el presidente estadounidense Barack Obama incumpliera la promesa que hizo de cerrar la prisión al iniciar su primer mandato, y que cuatro años después ni siquiera ha vuelto a mencionar el tema pese a una creciente presión internacional da mucho que pensar y hurgar en las causas profundas.
La evidente indiferencia por parte de todo el aparato de poder de Estados Unidos ante tantos reclamos revela a las claras la intención de que todo siga igual en esa porción del territorio cubano ilegamente ocupado.
Si tuvo sus orígenes en los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, con presuntos culpables todavía sin comparecer a juicio, por cierto, ahora puede servir como advertencia permanente a quienes osen desafiar al imperio sobre la suerte a correr. Una especie de terrorismo amedrentador preventivo, por encima de la dignidad y los derechos humanos, de la opinión pública mundial.
Vemos de qué dolorosa manera Siria se desangra y destroza y más que a causa de las contradicciones y diferencias internas, debido a la injerencia de potencias y actores externos que en lugar de propiciar arreglos negociados arman y rearman a unos contra otros poniendo intereses imperiales por delante. Todo para seguir la ruta que comenzó en Iraq y siguió en Libia, tras un voraz apetito geopolítico de recomponer el mundo árabe tan rico en petróleo.
Y desde luego no podía faltar al convite Israel el más próximo beneficiado, que encontró la oportunidad de enviar dos periodistas y de alguna manera acercar la brasa a su sardina, aunque sea arrancando y difundiendo a través de uno de sus canales de televisión tan revelador pronunciamiento, que al menos ha tenido la utilidad de mostrar las calañas de los aupados “liberadores” de Siria.
Tanta fue la afrenta que en Líbano, que os grupos en favor y en contra del presidente Al Assad coincidieron en criticar con severidad a los opositores armados que permitieron el ingreso de los reporteros a sabiendas de donde venían y para qué y en el colmo abrieran los brazos al fantasma de las masacres en los campamentos palestinos de Sabra y Shatila en 1982.
Sucio juego, infames protagonistas empeñados en dejar sin escrúpulo alguno a un país en ruinas.