Italia registra una de las sequías más graves de su historia reciente: diez regiones reclaman el estado de calamidad natural, el campo enfrenta daños considerables, Roma planea racionar el agua corriente y el Vaticano corta el suministro a sus fuentes. El alza en la temperatura provocó que Italia dejara de recibir 33 por ciento de las lluvias con respecto a años anteriores.