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General: FIDEL Y LA CULTURA
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 30/06/2020 14:37
No se han encontrado resultados para Fidel y la cultura Por: Graziella Pogolotti En este artículo: Cuba, Cultura, Fidel Castro Ruz, Historia, Revolución cubana, Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) 29 junio 2020 | 1 Compartir30 Fidel Castro durante el discurso conocido como "Palabras a los intelectuales", en la Biblioteca Nacional, el 30 de junio de 1961. Foto: Archivo del sitio Fidel Soldado de las Ideas. Soy una superviviente de aquellas intensas jornadas de debate en la Biblioteca Nacional clausuradas por el discurso de Fidel conocido luego con el nombre de Palabras a los intelectuales. Los participantes respondían a un variado perfil. La mayoría estaba conformada por escritores y artistas. Había también historiadores y arquitectos, en correspondencia con una concepción amplia de la cultura. Era junio de 1961, transcurridos apenas dos meses desde la victoria de Girón. Faltaba poco para la celebración del congreso que daría lugar al nacimiento de la Uneac. La conmemoración de las efemérides no puede congelarse en un ritual evocativo de un conjunto de fotos fijas detenidas en el tiempo. Ofrece la oportunidad de convocar a la reflexión productiva, volcada hacia los grandes temas de la contemporaneidad. Raudales de tinta se han derramado en torno a un acontecimiento que sentaba las bases de la política cultural de la Revolución Cubana. Animados por intereses políticos contrapuestos, se han centrado en el análisis de la célebre fórmula “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada”, síntesis de uno de los aspectos abordados en el examen del ancho campo de la cultura. Se daba así respuestas a las interrogantes sobre la libertad de creación, planteada a partir del veto interpuesto por el Icaic a la exhibición en los cines del documental PM. El enfoque segmentado prescinde del contexto. La victoria alcanzada en Girón no implicaba el abandono del asedio al que estaba sometida Cuba. La subversión que alentaba el uso de la violencia prosiguió. Con ese respaldo, los alzados subsistían en el Escambray y en otros territorios rurales. Imponían la concentración de recursos militares y paralizaban el desarrollo económico en esas zonas. El reclamo del cese de las agresiones condujo a la Crisis de Octubre. Por lo demás, la Revolución no renunciaba a la singularidad de su proyecto. La opción socialista se fundía orgánicamente con la fidelidad a la causa descolonizadora y al compromiso internacionalista, tal y como se ratificaría en la II Declaración de La Habana, a comienzos de 1962. El camino socialista garantizaba la defensa de la siempre postergada soberanía nacional. Sin embargo, como lo afirmaría Fidel en numerosas ocasiones a lo largo de su vida, quedaba por dilucidar el mejor modo de hacerlo. Son bien conocidas las polémicas de la época al respecto, muchas de ellas estimuladas por el Che. Sin acallar la pluralidad de puntos de vista, había que construir consenso en la vida pública y en la cultura, lo cual no significaba la imposición de la homogeneidad en el pensar, sino la conjunción de voluntades diversas en función del logro de un proyecto social. En el ámbito de la cultura, la directiva de la Uneac ratificaba el reconocimiento de la convergencia generacional y el compromiso activo de los portadores de distintas orientaciones estéticas. Alrededor de Nicolás Guillén se congregaban Lezama y Carpentier, así como Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero y Fayad Jamís. Pablo Armando Fernández sería el portador de las llaves de la casona de 17 y H. Una lectura minuciosa de Palabras… revela que el discurso se fue eslabonando a partir de respuestas a problemas planteados durante el debate. Recuerdo, por ejemplo, que un escritor católico preguntó si podría proseguir su tarea intelectual desde la perspectiva filosófica que había adoptado. La respuesta fue afirmativa. De ese entramado emergía también una plataforma conceptual que habría de reafirmarse con el paso de los años. La cultura constituía uno de los bienes conculcados históricamente a la mayoría de los cubanos. Entroncaba de manera inseparable con el acceso a la educación y con el estímulo al pensamiento creador en todos los órdenes. Era el año de la Campaña de Alfabetización y se sentaban las bases de la Reforma Universitaria, mientras nacían los institutos de investigación científica. Se proyectaba la formación de instructores de arte. En un gesto audaz, Fidel auspiciaría la aparición de las Ediciones Revolucionarias. Víctimas de la colonización, teníamos derecho de apropiarnos del saber acumulado en el primer mundo a expensas de la expoliación de los territorios periféricos. Un cartel situado por la Biblioteca Nacional en el vestíbulo de la institución mostraba una cita de Fidel: “La Revolución no te dice cree, la Revolución te dice lee”. Paradójicamente, en lo más duro del período especial, esas ideas recobraron fuerza. El diálogo con los intelectuales se hizo más frecuente. En tan adversas circunstancias, matizadas por la euforia neoliberal, Fidel rescató el concepto de “universalización de la universidad”. La educación superior no podía limitarse a cumplir con la finalidad de entrenar profesionales para responder a la demanda de especialistas. Más allá del propósito utilitario, ofrecía el acceso a horizontes más amplios y a la conquista de una creciente riqueza espiritual. Vulnerada en algún lamentable paréntesis de nuestro proceso histórico, la política cultural fidelista merece un análisis abarcador para la preservación de su alcance estratégico, de singular actualidad ante los desafíos planteados por las consecuencias de la pandemia. Los enigmas son muchos, pero se anuncia el crepúsculo de la euforia neoliberal. Las estadísticas estremecedoras de enfermos sin amparo, de cementerios desbordados, atestiguan la crisis de la sociedad enferma de racismo y de fiebre del oro, amenazada por la previsible destrucción del planeta. Es hora de refundar con las herramientas de la cultura y de una eficaz batalla de ideas que nos involucre a todos, porque tal como lo ha demostrado la pandemia, todos estamos amenazados. En ese contexto, rescatado en su integralidad, el pensamiento de Fidel sigue apretando el costillar de Rocinante. (Tomado de Juventud Rebelde).



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De: Ruben1919 Enviado: 30/06/2020 14:43

“Palabras a los intelectuales” 59 años después

El histórico discurso expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 30 de junio de 1961 en el habanero teatro de la Biblioteca Nacional José Martí posibilitó el esclarecimiento político necesario para que el arte, la literatura, el espíritu revolucionario de los creadores comprometidos con la Revolución Cubana, lideraran en la Mayor de las Antillas y fueran ejemplos de amplia repercusión en América Latina y el mundo.
“Palabras a los intelectuales” 59 años después.

Fidel destacó en Palabras a los intelectuales que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades. (Foto: prensa-latina.cu)

Por SAHILY TABARES

En el fundamento de las relaciones sociales construidas por la Revolución Cubana lidera como derecho y como oportunidad para todos en el país.

Y, precisamente, la inclusión de todos es la clave de Palabras a los intelectuales pronunciadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Con ellas, concluyeron las sesiones de los encuentros sostenidos los días 16, 23 y 30 de junio de 1961 en el habanero teatro de la Biblioteca Nacional José Martí.

El célebre documento de Fidel posibilitó el esclarecimiento político necesario para que el arte, la literatura, y el espíritu revolucionario de los creadores comprometidos con la Revolución Cubana lideraran en nuestra nación y fueran ejemplos en América Latina y el mundo.

En abril de 1961 se logró la victoria de Playa Girón y ese mismo año fue el de la Alfabetización. La Revolución hizo realidad el derecho de todos al conocimiento y a la libertad plena de los cubanos y las cubanas. En ese contexto, la reunión de los intelectuales y las palabras de Fidel sentaron las bases de una política cultural que nació del diálogo profundo, intenso, enriquecedor, sustentado en una tradición de nuestra historia que condujo en 1968 a la formulación de la tesis de los cien años de lucha y constituyó uno de los rasgos originales de la Revolución en la Mayor de las Antillas.

En Palabras…Fidel evidenció su modestia y exhortó a la participación colectiva. Según expresó: “En realidad, todos tenemos mucho que aprender y no hemos venido aquí a enseñar, nosotros hemos venido también a aprender”. En otro momento de la intervención, precisó: “Creemos que la Revolución tiene todavía muchas batallas que librar, y nosotros creemos que nuestro primer pensamiento y nuestra primera preocupación debe ser: ¿qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa? Porque lo primero es eso: lo primero es la Revolución misma y después, entonces, preocuparnos por las demás cuestiones. Esto no quiere decir que las demás cuestiones no deban preocuparnos, pero que en el ánimo nuestro, nuestra preocupación fundamental ha de ser la Revolución”.

Destacó que la preocupación siempre serían las grandes mayorías, las clases oprimidas y explotadas del pueblo. Sin duda, las ideas de Palabras… han sido enriquecidas por una práctica de decenios. Como consecuencia del encuentro surgió la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y una política destinada a la democratización de la cultura.

En aquellos días intensos de 1961 se debatió sobre la libertad, la creación artística y literaria y la proyección hacia destinatarios marginados por mucho tiempo.

En los momentos más difíciles de entonces y en el presente se defiende con las acciones, el alma, las ideas y el pensamiento que la cultura es ese espacio de diálogo, en el cual se forja el ser de la nación y el valor espiritual de todo un pueblo.

Palabras a los intelectuales marcaron un hito fundacional de la política cultural de la Revolución y establecen jerarquías en la defensa de la autoctonía y el humanismo.

Por múltiples razones, los representantes de la vanguardia artística y literaria participantes en el noveno congreso de la Uneac, celebrado del 28 al 30 de junio de 2019, ratificaron que nuestra más alta aspiración no es ni puede ser pragmática, ni temporal, ni circunstancial. Tampoco debemos permitirnos abrir espacios a concepciones atávicas y dogmáticas. Nuestra más alta aspiración no puede ser otra que la conquista del humanismo revolucionario. Si la cultura salva es porque nos ofrece una proyección de universalidad que contradice todo nacionalismo chato y aldeano. Se recordó oportunamente que el Comandante en Jefe Fidel Castro en los momentos más cruciales del llamado Período Especial en la década del 90, dijo: “La cultura es lo primer que hay que salvar. Y es que sin ella no hay desarrollo posible”.

Estas ideas nos motivan en el siglo XXI porque el destino mayor se construye todos los días para seguir consolidando una política cultural inclusiva, formadora, de amplia repercusión en la sociedad cubana.



 
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