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General: INTELIGENCIA ARTIFICIAL Alfonso Valencia, de
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De: Ruben1919  (Mensagem original) Enviado: 13/05/2021 22:02

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Alfonso Valencia, del BSC, sentó las bases del método que ha usado Google para resolver un puzle de la biología de hace medio siglo

BARCELONA-ALFONSO VALENCIA BIO INFORMATICO QUE SE INCORPORA AL SUPERCOMPUTER CENTER- FOTO ANA JIMENEZ

El bioinformático Alfonso Valencia, investigador Icrea en el BSC-CNS.

Ana Jiménez

El lunes los científicos que trabajan en ciencias de la vida no daban crédito. Después de medio siglo intentando completar uno de los puzles más complejos de la biología, una inteligencia artificial había logrado, por fin, resolverlo. DeepMind había mostrado que era capaz de predecir con exactitud cómo las proteínas se pliegan y forman estructuras tridimensionales que determinan su función dentro de la célula usando un algoritmo de aprendizaje profundo.

En la base de este hito, que cambiará el curso de la biología y la biomedicina, está la investigación de un científico español, el bioinformático Alfonso Valencia , que hace 35 años, cuando era un postdoc en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) en Heilderberg (Alemania), sentó las bases para un nuevo campo de estudio, el de la predicción de proteínas.

Son la segunda parte del código genético”, explica este investigador Icrea, que dirige el departamento de Ciencias de la Vida en el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS). “El ADN se transforma en proteínas, que participan en todos los procesos biológicos, y que no son otra cosa que secuencias de aminoácidos, lineales, que para poder desempeñar una función tienen que plegarse y adquirir una forma tridimensional”.

Como si fueran una ristra de aminoácidos, que, cuando se dobla y pliega da lugar a figuritas de origami, únicas, diseñadas para realizar tareas muy específicas. Comprender qué combinación de aminoácidos da lugar a cada figurita es un desafío intelectual y también práctico que investigadores de todo el mundo llevaban intentado resolver desde que en los años 70 el bioquímico Christian Anfinse ganó el Nobel de química por demostrar, precisamente, que las secuencias de aminoácidos determinan la estructura de las proteínas.

Recreación 3D de la proteína spike del virus SARS-CoV-2./ National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID) NIAID 11/11/2020

Recreación 3D de la proteína spike del virus SARS-CoV-2./ National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)

Servicio Ilustrado (Automático) / EP

Explorar todas las posibles soluciones que una proteína podría asumir usando un ordenador requeriría un tiempo imposible, incluso mayor que la edad del universo”, destaca Alba Lepore, investigadora sénior del BSC.

Para empezar, las proteínas son minúsculas, se sitúan en la escala casi atómica, cuántica, por lo que se necesitan técnicas de cristalografía y luz de sincrotrón para poder verlas. Y eso es un proceso costoso y lento. A eso se suma que hay infinitas formas en que una proteína se puede configurar para adquirir su forma y, por tanto, su función.

“Era un reto sumamente complejo lograr entender como una sola mutación en una proteína, que al final es un cambio en esa ristra de aminoácidos, puede afectar su estructura y luego su función, que es lo que ocurre en muchas enfermedades. Y ese es el tipo de problemas que ahora podremos resolver con una inteligencia artificial”, añade Lepore.

El logro de DeepMind

Tanto Lepore como Valencia forman parte del equipo del BSC que participa esta semana como jurado de los proyectos presentados a la competición internacional CASP (las siglas en inglés de Critical Assessment of Protein Structure Prediction), un certamen que se celebra desde 1994 cada dos años y que viene a ser como las olimpiadas de las proteínas.

En CASP, los organizadores reclutan a científicos experimentales que en el laboratorio hayan logrado resolver la estructura de una proteína y que aún no la hayan publicado. Y luego, a científicos que trabajan con algoritmos para predecir la estructura de las proteínas a partir de la secuencia de aminoácidos, a quienes se les da la secuencia de aminoácidos de unas 100 proteínas y se les desafía a que logren averiguar su ‘origami’. Luego, un panel de expertos evalúa sus resultados comparándolos con los que se habían obtenido en el laboratorio.

Lo que ha logrado DeepMind es un salto de gigante. Sus predicciones de estructuras son muy buenas, tanto como las que se producen experimentalmente. Si hace cinco años me hubieran dicho que esto iba a pasar, hubiera respondido que era imposible”, afirma Valencia.

Para lograrlo, DeepMind ha entrenado a su algoritmo usando una base de datos pública que contiene unas 170.000 secuencias de proteínas y sus estructuras. Y ha transformado el problema en uno de reconocimiento de imagen. “Han cogido la estructura tridimensional y la han convertido en un mapa 2D. Tienen mapas así de decenas de miles de proteínas con los que alimentan el sistema, una red neuronal, que aprende a casar mapas predichos con mapas reales”, explica Valencia.

Un método de hace 35 años

Y ahí es donde entra la investigación realizada por este bioinformático, al frente del Instituto Nacional de Bioinformática (INB- ISCIII). Hace 35 años, cuando investigaba como postdoc en el EMBL, analizaba secuencias de proteínas humanas y las comparaba con las de otros animales para ver qué variaciones había y si éstas se debían a adaptaciones evolutivas. Vio que cuando se producía un cambio de un aminoácido por otro en una posición, este se correlacionaba con otro en otra posición. Y eso permitía predecir contactos: puntos en el mapa 2D claves para entender la estructura tridimensional.

Propusimos un método para predecir la estructura de la proteína a partir del mapa bidimensional y aquello supuso el inicio de un campo que ha necesitado más de 20 años para realizar mejoras teóricas. Aquel trabajo fue fundacional”, afirma con orgullo Valencia, que señala que DeepMind se ha basado en este método para desarrollar su mapa de contactos que usa para predecir la estructura de proteínas. “Esto nos permitirá a partir de ahora navegar con guía”, destaca este investigador Icrea.

Nuevos fármacos para enfermedades

Poder predecir la estructura de las proteínas tendrá un impacto enorme para toda la investigación en biología y biomedicina, subraya Lepore. Para empezar, en el desarrollo de fármacos, porque disponer de la información precisa de cómo se pliega una proteína puede definir estrategias basadas en la estructura para encontrar nuevas moléculas que se unan a ella de forma muy selectiva para modular su función.

También permitirá comprender la relación entre estructura y enfermedad. Estudiar el efecto de las mutaciones y su potencial impacto en la función de la proteína es posible cuando se conoce la estructura de la proteína. Además, resalta Leporo, será crucial para poder diseñar proteínas con funciones específicas .

“Los algoritmos ya están maduros y disponemos de suficiente capacidad de cálculo y estadística para poder comenzar a solventar problemas científicos reales”, resuelve Valencia



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De: Ruben1919 Enviado: 13/05/2021 22:33

Aves inteligentes

A través de la medición de las señales cerebrales, neurocientíficos de la Universidad de Tübingen demostraron por primera vez que los pájaros cantores córvidos poseen experiencias subjetivas.

El registro simultáneo del comportamiento y la actividad cerebral permitió a los científicos demostrar que los cuervos son capaces de percibir conscientemente la información sensorial.

Hasta ahora, este tipo de conciencia sólo se había visto en humanos y otros primates, que tienen estructuras cerebrales completamente diferentes a las de las aves.

Para los humanos y nuestros parientes más cercanos en el reino animal, los primates no humanos, nuestra capacidad de percibir cosas conscientemente está localizada en la corteza cerebral. Durante muchos años, la investigación ha discutido si los animales con cerebros estructurados de manera completamente diferente, sin corteza cerebral, también están dotados de percepción consciente.

Sin embargo, hasta ahora no ha habido datos neurológicos experimentales que respalden tal afirmación.

Para rastrear los procesos conscientes en las aves, los científicos entrenaron a dos cuervos: tenían que señalar si habían visto un estímulo en una pantalla moviendo la cabeza. La mayoría de los estímulos eran perceptualmente inequívocos: diferentes ensayos presentaron figuras brillantes o ningún estímulo, y los cuervos señalaron de manera confiable la presencia o ausencia de estos estímulos, respectivamente.

Aún así, algunos estímulos eran tan débiles que estaban en el umbral de percepción: para el mismo estímulo débil, los cuervos a veces indicaban que lo habían visto, mientras que en otros casos informaban que no había estímulo. Aquí entró en juego la percepción subjetiva de los cuervos.

Mientras que los cuervos respondieron a los estímulos visuales, los investigadores registraron simultáneamente la actividad de las células nerviosas individuales en el cerebro. Cuando los cuervos informaron haber visto algo, las células nerviosas estaban activas en el período entre la presentación del estímulo y la respuesta conductual.

Si no percibían un estímulo, las células nerviosas permanecían en silencio. Sorprendentemente, fue posible predecir la experiencia subjetiva de los cuervos con respecto al estímulo basado en la actividad de las células nerviosas.

Esto significa que, en términos de historia evolutiva, los orígenes de la conciencia podrían ser mucho más antiguos y estar más extendidos en el reino animal de lo que se pensaba anteriormente.



 
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