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General: Cuenta regresiva para conjurar las cepas más agresivas del coronavirus
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 05/06/2021 19:25

Cuenta regresiva para conjurar las cepas más agresivas del coronavirus (y del capitalismo)


Por Jorge Falcone, Resumen Latinoamericano, 5 de junio de 2021.

Los Señores de la Vida y de la Muerte

Muchas han sido las conjeturas – algunas más “conspiranoicas”, otras con mayor asidero – acerca del origen de la peste que viene azotando a la humanidad, y muchas también las denuncias acerca de la utilización política que el poder viene haciendo de la cuarentena que esta emergencia sanitaria impone.

En los últimos tiempos ha tomado estado público, por ejemplo, que el famoso laboratorio biológico de Wuhan es propiedad de GlaxoSmithKline, empresa británica de la que “casualmente” es propietaria Pfizer, justamente el laboratorio que fabrica una de las más importantes vacunas contra el COVID – 19, que supuestamente se originó en el Laboratorio Biológico de Wuhany, financiado por el Dr. Fauci, promotor principal de dicha vacuna.

A su vez, GlaxoSmithKline está administrada por la división financiera de Black Rock, fondo encargado de las finanzas de la Open Foundation Company (Fundación Soros), del que se ocupa AXA, multinacional francesa especializada en el negocio de los seguros y la gestión de activos.​

Aquí viene a cuenta destacar que George Soros es dueño de la empresa alemana Winterthur, que construyó un laboratorio en Wuhan, y fue comprada por la alemana Allianz, que tiene a Vanguard como accionista, quien simultáneamente lo es de Black Rock, firma que controla los bancos centrales y administra alrededor de un tercio del capital de inversión global. Y que ese magnate también es un importante accionista de MICROSOFT, propiedad de Bill Gates, quien por su parte es accionista de Pfizer, y últimamente primer patrocinador de la OMS.

Un proverbio popular sostiene que “las brujas no existen, pero que las hay, las hay”. Pues, desde que se inició esta pandemia que nos ha arrebatado tantxs semejantes, el citado pool biotecnológico ha quintuplicado sus millonarias ganancias gracias a la producción de vacunas.

Un sistema – mundo enemigo de cualquier forma democrática

Ya no cabe la menor duda de que la crisis económica argentina es de tipo estructural. Esto es, no se debe a tal o cual política de coyuntura, a tal o cual figura al frente del Ejecutivo.

Los economistas clásicos han planteado que el desarrollo de las fuerzas productivas depende fundamentalmente de la reinversión productiva del excedente (o de la plusvalía) Por inversión productiva debe entenderse la inversión destinada a aumentar el trabajo productivo y los medios de producción utilizados por los trabajadores productivos. Fue una idea clave de Adam Smith (y su definición de trabajo productivo como aquel que genera plusvalía), de David Ricardo y también de Karl Marx. Para este último, la clave del desarrollo era la acumulación del capital; esto es, de nuevo, la inversión de plusvalía para ampliar la fuerza de trabajo y el capital constante.

La acumulación del capital, o reinversión productiva de la plusvalía en Argentina ha sido muy débil a lo largo de las últimas décadas. Precisemos que en las cuentas nacionales se considera capital fijo a las viviendas, otros edificios no residenciales y estructuras, maquinaria y equipo de transporte. Por supuesto, el capital fijo así definido no es el mejor indicador para evaluar la dinámica de la inversión productiva. Después de todo, la construcción de un hotel destinado a lavar dinero, o de residencias suntuarias, por ejemplo, no suman a la capacidad productiva. Por lo cual hubiera sido más conveniente utilizar la relación inversión bruta en equipo durable de producción / PBI.

Actualmente es un secreto a voces que existen importantes sumas de dinero que han salido del circuito y no están registradas.

He aquí entonces la contrapartida de la debilidad de la acumulación productiva: decenas de miles de millones de dólares salen del circuito económico, ya sea porque se guardan “debajo del colchón”, se colocan en bancos, en propiedad inmobiliaria en el exterior, o en paraísos fiscales. Agreguemos que en buena medida la deuda externa ha servido para financiar esta salida de capitales (otra parte de la deuda se contrae para pagar deuda, una bola de nieve que no deja de crecer) Anotemos también que la falta de inversión productiva y la salida de capitales dan lugar a todo tipo de ingenierías financieras que siguen alimentando la especulación, el crecimiento de capitales ficticios, las inversiones improductivas, y más y más deuda. Para verlo con un ejemplo sencillo: actualmente los bancos utilizan los depósitos que pagan 37% al depositante para comprar Leliq (letras del Banco Central), que pagan 38%. ¿Qué tiene esto de inversión productiva? Absolutamente nada. Con el agregado de que estas “bicicletas” terminan, invariablemente, en nuevas salidas de capitales (los que han hecho altas ganancias y aciertan a retirarse minutos antes del derrumbe), más deuda pública, y más capitales en el exterior.

A este respecto, pareciera que no hay mayores diferencias entre los neoliberales devotos del capital financiero internacional y los neodesarrollistas “defensores del modelo nacional, popular y productivo”. Algunos mantienen empresas off shore, a otros se les da por cajas de seguridad en bancos locales o uruguayos.

La otra cara de la Argentina acreedora es la falta de empleo, las crisis recurrentes, los sucesivos “ajustes” de salario, también recurrentes, el estancamiento y el atraso, la hambruna y los millones de condenados a la miseria y la marginalidad. De acuerdo al Indec, en el segundo semestre de 2020 el 31,6% de los hogares y el 42% de la población estaban debajo de la línea de pobreza. El 7,5% de los hogares y el 10,5% de las personas estaban por debajo de la línea de indigencia (31 conglomerados urbanos) Además, el 20% de la población no tiene acceso a agua de la red pública; el 50% de los hogares no tiene acceso a la red pública de desagüe; el 35% de la población depende únicamente de la cobertura pública de salud; una de cada tres personas habita en viviendas precarias.

Los trabajos precarios y los bajos salarios se han generalizado. Según la Universidad Católica Argentina, en 2020 el 51% de los ocupados eran personas que desarrollaban actividades autónomas, no profesionales o llevadas a cabo en pequeñas unidades de escasa productividad, alta rotación y baja o nula vinculación con el mercado formal (La Nación, 27/05/21) Durante el mismo año, el ingreso medio mensual de la mano de obra no especializadas fue de $21.475 (si suponemos un dólar a $100, son 214 dólares por mes) Es un 35,4% menor que el ingreso total de los ocupados. A lo que se suman los millones que “han perdido su condición de existencia; es decir, la posibilidad de vender su fuerza de trabajo” (Marx) y apenas sobreviven gracias a magros planes sociales. Y todo esto en un contexto de desplome, inflación mediante, de los salarios reales.

Ante el panorama descripto, desde las organizaciones sociales no oficialistas crece el reclamo por un aguinaldo para el programa Potenciar Trabajo, planteo que la cartera de Desarrollo Social se apresuró a desalentar (aunque desde el Instituto Patria, sumamente preocupados por el resultado de las elecciones de medio término, convoquen a la titular del ANSES para considerar un regreso del Ingreso Familiar de Emergencia) Sin embargo, la Dra. Cynthia Benzion – presidenta de la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas – se pronunció al respecto aduciendo que la Constitución Nacional “protege al trabajo, a las personas trabajadoras y no distingue entre tipos de vinculación jurídica laboral”.En tal sentido, la profesional manifestó: “Corresponde la misma protección a todas las personas trabajadoras, sean de la economía popular, trabajadores en relación de dependencia, clandestinizados, etc., y no veo legítimo que se les nieguen derechosque corresponden, más aún teniendo en cuenta el efecto de la pandemia en la pérdida de puestos de trabajo”.

Esta es la base menos visible de un iceberg que tiene por vértice a la democracia, considerada “el mejor de los regímenes posible” por el sentido común imperante.

Está a la vista, no obstante, como sabiamente escribiera el inolvidable Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, que el desarrollo capitalista “es un viaje con más náufragos que tripulantes”.

Sentido común y Batalla Cultural

Según Lacan, la realidad es un fenómeno que se nos torna imposible de representar, dado que solo estamos en condiciones de tramitar su huella. Y según Althusser, mientras el capitalismo es un dispositivo que busca incesantemente la reproducción ilimitada de su modo de producción, la ideología es el sistema de representaciones que tiene cada sujeto con respecto a la realidad.

Hoy existe una polémica en torno a porqué los sectores populares – en todo caso sería debatible si se los puede seguir considerando clases en el sentido que le daban los clásicos – votan “en contra de sus intereses”, como lo habrían hecho en 2015 en Argentina, o más recientemente en la comuna de Madrid.

Aunque quizás convendría interrogarse acerca de si sus intereses actuales continúan siendo aquellos que, a la manera de una misión histórica inalienable, les asignaba el pensamiento crítico. Y acaso dicho cuestionamiento conduzca a concluir que no todas las esferas de lo ideológico son de carácter consciente, de manera que en el propio inconsciente de los sectores en cuestión también germina la semilla del imaginario que es capaz de sembrar el poder desde sus múltiples fuentes de producción de subjetividad (y muy especialmente desde la Industria del Entretenimiento, léase Netflix, HBO o Amazon) Aquí cabe destacar, según se ha comprobado, que cada vez menos gente consume televisión abierta, y cada vez la sustituye más por contenidos on line de todo tipo, como videoclips, culebrones o series de alto impacto.

Las imágenes que consumimos trafican nociones de carácter afectivo, social y hasta político ante las que no somos inmunes.

Es entonces cuando, en ese terreno en el que estamos tan inermes, entran a tallar los lugares comunes – que buena parte de la militancia acostumbra a minimizar – del tipo de “cómo va a robar si ya es millonario” o “con la vacuna te inyectan un chip que les revela todos tus movimientos”.

Y el confinamiento que nos viene imponiendo la emergencia sanitaria contribuye a que la vida migre hacia las pantallas, y gran parte de nuestro tiempo ocioso nos convierta en conejillos de indias de lo que la antropóloga feminista mejicana Sayak Valencia denomina régimen de life streaming (vale decir, existencia en redes), universo donde las imágenes de todo tipo – progres o reaccionarias – predominan significativamente sobre las palabras y, por ende, facilitan su asimilación. Sobre todo aquellas imágenes transmitidas en vivo, que ofrecen un grado de fascinación a menudo superior a la propia realidad.

Es en ese campo de batalla donde resultarían de suma utilidad los hackers y programadorxs que no abundan en el campo popular, idóneos tanto para neutralizar tanta circulación de porquería como para diseñar contenidos críticos y divertidos a los efectos de contrarrestarla.

Por supuesto que una batalla cultural no se libra exclusivamente en el terreno de las ideas. Sin ir más lejos, en esos bolsones sociales donde subsiste un acumulado de memoria histórica existe una mayor reserva de herramientas capaces de generar refractariedad ante los mensajes hegemónicos.

Retomando la cuestión del sentido común vigente, digamos que si bien la humanidad no está predestinada a su emancipación, solo encolumnándose detrás de esa utopía consigue ponerse a resguardo del relativismo moral imperante desde que implosionó el socialismo real, caldo de cultivo propicio para que la idea de “libertad” resulte arrebatada – al decir de Silvio Rodríguez – por unos “servidores de pasado en copa nueva”, como en nuestra latitud son los Milei o Espert, quienes con ese discurso han logrado hacer pie en un 25% de la juventud desencantada de la política tradicional, que hoy los ve como transgresores del orden establecido.

Aquí cabe resaltar que esa nueva derecha que nutre las convocatorias de lxs antivacuna está consiguiendo que se la identifique como antisistema, dado que, cabalgando sobre el hartazgo social que despiertan las restricciones actuales, echa mano a la bandera de la antipolítica y el disfrute, dejando a la izquierda en inferioridad de condiciones, dado que a esta le corresponde la árdua tarea de tener que sobreargumentar sobre las trampas que genera el capitalismo, de las cuales la democracia acaso constituya su mayor estafa.

Así, paradójicamente, a ellxs les asiste reivindicar la realización de la Copa América en un país diezmado por la peste, mientras que a sus antagonistas les cabe el estigma de irresponsables, porque no tienen más remedio que ganar las calles – única caja de resonancia eficaz para todo tipo de reclamos – en un momento en que el discurso oficial machaca la conciencia colectiva recomendando quedarse en casa. De manera que, en tanto estxs piden pan, aquellxs ofrecen circo. Lo que siempre es más divertido.

Por ende, a quienes no detentan el mega dispositivo comunicacional con que persuade el poder de arriba hacia abajo, solo les asiste generar de abajo hacia arriba condiciones materiales capaces de fomentar otro tipo de vínculos y de valores, necesariamente en torno a modelos productivos alternativos y exitosos, capaces de impactar tanto en el bolsillo como en el imaginario de los sectores más castigados, contribuyendo a generar autonomía y dignidad.-



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