Dólar: es el Gobierno el que genera pánico
Por Roberto Cachanosky | LA NACION
De
acuerdo a la versión del Gobierno, estamos en un etapa de crecimiento
que supera cualquier período los 200 años de historia argentina. Además,
según Cristina Fernández, Obama la felicitó por el modelo económico.
Curiosa felicitación la de Obama porque a los dos días de felicitarla
EE.UU. votó para que el BID no le otorgara a Argentina dos créditos de
solo U$S 33 millones y, entre otras de las virtudes que nos relatan es
que la inflación apenas llega al 10% anual y el dólar no tiene porqué
subir.
Ahora
bien, si el peso es tan sólido como dicen desde el Gobierno, ¿por qué
razón la gente quiere dólares y no quiere los pesos? Es más, ¿por qué se
preocupa el Gobierno por la compra de dólares si la gente no va a ser
tan tonta de comprar una mercadería que está artificialmente cara con un
contexto económico de prosperidad imparable gracias al "modelo"? Si es
como dice la historia oficial, en algún momento la gente dejará de
comprar dólares cuando advierta que está haciendo un muy mal negocio.
Por otro lado, si los supuestos grupos concentrados -solo Dios sabe qué
quieren decir con esta frase- están haciendo subir el dólar y no la
gente común, entonces los famosos "grupos concentrados" perderán
fortunas cuando se descubra que el dólar, de acuerdo a la versión del
Gobierno, bajará por la habilidad de las autoridades económicas para
manejar el mercado cambiario y demostrar que el BCRA tiene poder de
fuego para dominar el mercado y la economía está muy sana.
La
realidad es que la línea de argumentación del Gobierno es insostenible.
Ni ellos creen que pueden dominar el mercado cambiario, al punto tal
que todos los días adoptan una medida nueva para tratar de frenar la
corrida contra el dólar
Dicho
en otros términos, si solo un porcentaje muy menor de la gente no
poderosa económicamente compra dólares y todo es una conspiración, y si
el Central tiene poder de fuego para dominar el mercado cambiario,
entonces, los "grupos concentrados" perderán y la gran mayoría de la
población no sufrirá ningún efecto.
La
realidad es que la línea de argumentación del Gobierno es insostenible.
Ni ellos creen que pueden dominar el mercado cambiario, al punto tal
que todos los días adoptan una medida nueva para tratar de frenar la
corrida contra el dólar que ya amenaza con desplazarse hacia el sistema
financiero. Es el Gobierno el que, con sus trompadas al aire sin destino
e incoherentes, está generando pánico en la gente. No son ni los medios
ni los economistas los que generan alarma en la población, sino el
gobierno estableciendo controles que producen pánico.
Lo
primero que hay que comprender es que Argentina no tiene moneda en el
sentido que los pesos no sirven como reserva de valor. Todo el sistema
monetario internacional y el argentino en particular, están basados en
el patrón aire. Cada moneda tiene como respaldo la calidad institucional
de cada país. El respeto por los derechos de propiedad y la disciplina
monetaria y fiscal, entre otras normas, son las que le dan respaldo a la
moneda. Después de haber destruido 4 signos monetarios, con una
inflación galopante y con un gobierno con fuertes inclinaciones
confiscatorias, es lógico que la gente corra al dólar. El respaldo del
peso son las reglas de juego que impone el Gobierno y esas reglas de
juego generan temor en la población. Es más, como decía antes, cada día
el Gobierno se encarga de agregar más incertidumbre y temor con las
medidas arbitrarias que toma en el mercado de cambiario, enviando el
mensaje que está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de conseguir
recursos para postergar la hora de la verdad. Por hora de la verdad, me
refiero a un serio problema de precios relativos similar al rodrigazo.
Lo
primero que hay que comprender es que Argentina no tiene moneda en el
sentido que los pesos no sirven como reserva de valor. Todo el sistema
monetario internacional y el argentino en particular, están basados en
el patrón aire
Insisto,
aquí no hay conspiración ni operaciones de prensa, sino que es el mismo
gobierno el que ha generado este pánico y corrida hacia el dólar con
dos medidas básicas de los últimos días: a) las arbitrarias
disposiciones para comprar dólares que desnudan un serio problema en el
sector externo (el rey está desnudo) y b) el anuncio de bajar los
subsidios. Obvio que hay que bajarlos, pero el problema es que si el
anuncio se hace en el medio de una corrida cambiaria, por montos
insignificantes y sin un plan económico confiable, la gente advierte que
aquí se viene el gran ajuste de precios.
¿En
qué puede refugiarse la gente si no compra dólares ante la constante
depreciación del peso y la inevitable corrección de precios relativos?
No hay activos internos que la defienda. La tasa de interés es negativa y
los bonos del Gobierno son los de un insolvente, al punto que le ha
transferido serios problemas patrimoniales al Banco Central. Por lo
tanto, la gente se limita a comprar lo que viene comprando el argentino
desde hace décadas cuando dejamos de tener moneda: comprar dólares. Que
quede claro, no emite moneda, en el sentido estricto de la palabra, el
que quiere, sino el que genera confianza.
¿En
qué puede refugiarse la gente si no compra dólares ante la constante
depreciación del peso y la inevitable corrección de precios relativos?
¿Qué
puede ocurrir si el Gobierno le responde con la policía a la ley de la
oferta y la demanda? Muy sencillo. Cuando un gobierno pone un precio
máximo lo hace por debajo del nivel en que está operando el mercado. Por
ejemplo, si una determinada mercadería se intercambia en el mercado a
10 pesos, el Gobierno establecerá el precio por debajo de los 10 pesos
porque no tiene sentido ponerlo en 12. Digamos que el mercado opera en $
10 y el Gobierno dice que no se puede comercializar a más de 8. ¿Qué
ocurre? Primero aumenta la demanda ante la baja artificial del precio.
Segundo, disminuye la oferta por la misma razón. Aumenta la demanda y
baja la oferta. Elemental Watson. Si encima el Gobierno dice que todo el
que ingresos dólares para invertir en Argentina luego no podrá girar
las utilidades, el resultado es que nadie invertirá y la oferta de
dólares se contrae. Si a esto le agregamos que todos los días ponen
nuevas trabas para la compra de dólares, la demanda se acelera y antes
que haya más problemas o el dólar sea más caro la gente comprar
anticipadamente.
¿Qué
ocurre si la demanda de dólares es mayor a la oferta por los precios
máximos y regulaciones? Ocurre lo mismo que con cualquier producto,
aparece el mercado marginal. Y la gente comprará en el mercado marginal
porque, aunque le resulte más caro que el dólar oficial, ese dólar
oficial no lo puede adquirir pero, al mismo tiempo, quiere preservar sus
ahorros. Por lo tanto está dispuesta a pagar un costo mayor con tal de
cubrirse ante la incertidumbre que genera el Gobierno con sus medidas.
Si uno sigue la serie de medidas cambiarias que viene tomando el
Gobierno, puede advertir que cada vez son más intervencionistas y
arbitrarias. Es esa arbitrariedad a la que la gente le tiene pánico y
por eso compra dólares.
Hay
dos factores que a mi juicio son fundamentales en esta corrida
cambiaria. La primera es el miedo a una confiscación. Miedo que existe
por los antecedentes que se ha ganado el Gobierno cada vez que tiene
problemas de caja. Y, dicho sea de paso, cada vez son más graves. En
segundo lugar, asistimos a una especie de rebelión fiscal contra el
impuesto inflacionario. La gente acepta que le cobren cierta tasa de
impuesto inflacionario, pero a partir de determinado punto elude ese
impuesto desprendiéndose de los pesos refugiándose en activos que la
protejan del impuesto inflacionario. Si al actual impuesto inflacionario
se le agrega las expectativas de lo la gente percibe lo que viene, se
acelera la huída del dinero para eludir el impuesto inflacionario.
Si
el Gobierno no gira de inmediato 180 grados, y además tiene que lograr
que la gente le cree que gira en serio, vamos camino a una llamarada
inflacionaria o a otro manotazo
En
el siglo XVI Thomas Gresham, un comerciante y financista inglés, había
advertido que la gente prefería pagar con la moneda más débil cuando
hacía una transacción y ahorrar o conservar la más fuerte. Así nació lo
que se conoce como la ley de Gresham que dice que la mala moneda
desplaza del mercado a la buena moneda. Luego Hayek perfeccionó este
razonamiento y sostuvo en su libro Desregulación de la Moneda, que la
ley de Gresham se da solo cuando ambas clases de moneda tienen que ser
intercambiadas a un tipo de cambio previamente establecido por el Estado
y una de ellas tiene curso forzoso.
Alguien
en el Gobierno debería repasar algún manual de economía y releer la ley
de Gresham porque en Argentina está pasando exactamente eso y bajo las
condiciones anotadas por Hayek. El peso es de curso forzoso y además el
Gobierno pretende imponer un tipo de cambio que la gente percibe como
barato. Si a esto le agregamos la manía confiscatoria del Gobierno y el
anuncio de aumentos de tarifas, digamos que las autoridades están
creando la tormenta perfecta. Ellos solitos están produciendo la
corrida. No necesitan de ninguna operación de prensa ni de "grupos
concentrados".
Si
el Gobierno no gira de inmediato 180 grados, y además tiene que lograr
que la gente le cree que gira en serio, vamos camino a una llamarada
inflacionaria o a otro manotazo. Simple lógica de manual de economía.
Roberto Cachanosky es economista y director de www.economiaparatodos.com.ar..