Debe haber una persona especial en mi vida a quien amo mucho.  
 Comparto con dicha persona un vínculo que proviene  
de lo profundo de mí  ser. Dios me ama de la misma manera.  
Soy la hija o el hijo del  Creador.  
Dios me muestra Su amor de muchas maneras —en la belleza de la  naturaleza, 
con pensamientos afables y compasivos, por medio de  oportunidades inesperadas 
y gracias al amor que recibo de otras  personas. 
Abro mi corazón para encontrar y sentir la plenitud del  Espíritu divino 
y disfrutar de mi conexión con Dios dondequiera que  esté. 
¡Qué gozo me ofrece saber que no existen límites para el amor de  Dios por mí! 
Y vino una voz de los cielos que decía: 
“Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia”.  
—Marcos 1:11 
 
  
  
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