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La mejor noticia que podemos recibir  
cada mañana es la de que aún continuamos  
con vida; sin embargo, lo más probable  
es que esta mañana hayas abierto los ojos,  
te hayas levantado apresuradamente y,  
aunque suene ilógico, te hayas percatado  
de todo, menos de que aún estás vivo.   
¿Cuál es la diferencia entre vivir inconsciente  
de que se disfruta de estar vivo, y vivir consciente  
de estar gozando del privilegio de estar vivo?  
La diferencia estriba, indiscutiblemente,  
en que sin estar consciente de estar vivo, 
no se valora la vida; en cambio, estando  
consciente, se agradece, primero que nada,  
al Supremo la gracia de estar vivo,  
y se valoran, por lo tanto, cada uno  
de los instantes en que uno permanece con vida.   
Asegurar, de acuerdo al adagio popular,  
que "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde",  
resulta demasiado fatalista: hay personas  
que en este mundo sí saben lo que tienen  
-la vida-, y disfrutan de ella compartiéndola  
con las de los demás.   
Debes ser tú una de estas personas.  
No caigas en el error de no saber  
lo que tienes hasta que lo hayas perdido;  
resístete a formar parte de ese "nadie"  
que nunca supo que tenía vida y,  
por lo tanto, nunca supo valorarla.   
Piensa cuál sería la reacción  
de una persona que hubiera muerto  
y que de repente, milagrosamente,  
se le otorga vida de nuevo.  
Tú no has tenido que morir ayer  
para estar vivo hoy; sin embargo,  
ese regalo te fue otorgado nuevamente  
y no deja de ser el más maravilloso que hay.  
  
Kurt Douglas 
  
  
  
  
  
 
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