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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: CandelaLouisanaAlexia  (Mensaje original) Enviado: 17/07/2011 14:39

El Camino del Perdon
 


 Era una mañana hermosa de domingo, de esas que con Claudia nos gusta abrir todas las ventanas, poner música celestial, encender un sahumerio, invocar a todos los dioses y maestros y dejar que la energía fluya intensa por nuestra casa.

 La Berbe andaba por ahí, desparramando su dosis de amor incondicional, alegría y vitalidad, yo estaba respondiendo algunos correos y Claudia estaba regando las plantas y aprovechando el solcito.

 Un asado entre amigos se imponía y seguramente la gloria del fin de semana sería coronada con algo rico y una mateada; luego llegaría el lunes y el tiempo de purificar nuestros “pecados” a fuerza de arroz integral, fruta y mucho agua pranizada. No iba a faltar una de esas películas que nos ayudan a despertar la conciencia, luego comentamos toda la semana y nos proponemos regalar una o dos copias cada uno para contribuir al amanecer de esta nueva humanidad que tanto anhelamos y de la cual queremos ser protagonistas.

 Pablo, la Berbe se me cruzó en el camino; Claudia dice que llames al veterinario.

 En ese momento, completamente paralizado, supe que lo único que podíamos hacer era prolongar la agonía del amor de nuestra vida; yo sabía como conducía esa chica, siempre estaba por ir a decirle que aminorara al pasar por casa por que la Berbe era incorregible, pero nunca lo hice.

 No hace falta que te cuente más… Claudia estaba inconsolable y aún no pasa un día sin que nuestra “cucaracha” se haga presente en nuestros corazones. Yo por varias semanas tuve dificultades para cargar el peso de un amor del cual pude haber sacado mucho más; la Berbe me dio todo lo que tenía, yo no.

 A ese sufrimiento, durante tres o cuatro días, tuve que sumarle mi incapacidad para perdonar; aquellas intenciones bonitas que tanto había predicado ahora estaban puestas a prueba y al parecer yo era un completo farsante. La mente elucubraba venganza y la conciencia aplacaba el impulso: denunciar a la policía, quejarme al municipio por no ser respetuosa con los 20 kilómetros por hora que indicaba el reglamento, contarle al dueño del lugar donde trabajaba esta chica con la esperanza que la despidan…

 Pero el alivio llegó a mi vida con el amanecer del perdón y con él un gran amor y gratitud hacia quien yo creía que me había causado tanto dolor. Yo había estado ciego y egoísta; había aprendido muy poco de lo que la Berbe tenía para enseñarnos y sólo me daba cuenta ahora que me faltaba.

 Este, sin duda, fue uno de esos antes y después en mi vida… Hoy nos acompaña Lilita, y claro, cual padres que no superan el trauma o que aprenden de la lección, según quiera verse, no es tan libre y sus paseos son bastante vigilados. Pero ahora no solo no protesto cuando le tengo que cocinar, sino que encuentro satisfacción en cortarle su carnecita, mezclarla con arroz integral y enriquecerla con levadura y un buen aceite de girasol Campo Claro para que mi reina esté sanita.

 Tampoco protesto cuando se sube a la cama y me deja las sábanas llenas de pelos; de hecho, no me pierdo una sola siesta “con mis dos mujeres”.

 La Berbe se fue y me enseñó que el perdón es siempre posible, que el amor está ahí y tan solo hay que tomarlo… y que la vida es un momento de gloria sólo si la compartimos intensamente con quienes amamos.

 Yo diría que estos son tres o cuatro kilos de amor



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