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Respuesta  Mensaje 1 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta  (Mensaje original) Enviado: 10/02/2020 19:35


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Respuesta  Mensaje 2 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 10/02/2020 19:36


¿Dar o recibir?

En la vida diaria estamos llamados a dar a los demás el don más grande que hemos recibido, Jesucristo.



Por: Andrés Orellana, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores





¿Dar o recibir? Frecuentemente en nuestra vida nos encontremos ante este dilema. ¿Dejar que mi hermano se sirva primero o servirme yo antes? ¿Ceder el paso al coche que quiere cambiar de carril o meterme yo primero para ganar tiempo? ¿Ofrecer mi ayuda en la parroquia o ver cuál es la que me “da más a mí”? Cada uno tiene sus propios dilemas, muy personales, en los que tiene que decidir, consciente o inconscientemente, si quiere dar o recibir. Pasamos horas calculando cómo puedo ganar más. El peligro está en sólo pensar en cómo ganar y vivir en una constante angustia, una profunda insatisfacción. Al final no conseguimos eso que tanto buscamos: la paz del alma.


El Amor de Cristo es gratis. ¿Quién te dio la oportunidad de escuchar sobre Cristo? ¿Quién decidió dónde nacer? ¿Por cuál mérito has visto su testimonio? “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.” (Benedicto XVI, Deus Cáritas Est). La verdad es que creemos en Cristo porque la Fe se nos ha dado, gratis. No hicimos nada para merecerla. Fue Dios quien nos hizo nacer en una familia cristiana, o quien de algún modo se ha revelado a nosotros.


“Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos, hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo” (Hch 15, 24-26). Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de Pablo y Bernabé, “que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo”. Gracias a su generosidad los cristianos de Antioquia, Siria y Cilicia conocieron el amor de Dios. Nosotros también hemos recibido la fe por medio de muchos apóstoles, sacerdotes, religiosos, religiosas, y personas que han dedicado su vida al nombre de Jesucristo. Hemos recibido su Amor, no por mérito nuestro, sino totalmente gratis.


El Amor de Cristo es gratis, pero es muy valioso. ¿Qué nos quedará al final de la vida? No será tu dinero, ni tu fama. Mucho menos los placeres de ésta vida. Todo eso se desvanece como humo. Como las nubes, pasa. Tus momentos de alegría, tus risas, tus tristezas, tus lágrimas; todo eso pasará, pero el que haga la Voluntad de Dios, quedará para siempre. Fuimos creados para amar. Al final de la vida, lo único que queda es lo que has hecho por Amor a Cristo y a tus hermanos. Pero nuestro corazón humano, para amar, necesita primero ser amado. Necesitamos el Amor de Cristo. No podemos vivir sin Él. Sin Cristo, todo es tristeza, todo parece difícil. Con Él todo es alegría, la carga se hace ligera y el yugo suave. El Amor de Cristo es muy valioso.


Pero ¿cómo obtenerlo? ¿Cómo recibir su amor? Ése es el misterio de Cristo: es amando como se recibe. Amor no es sentimiento, amor no es emoción. Amor es donación, es entrega. Amor es dar, dar, dar, olvidarse de sí mismo, vivir para Cristo, quien vive en los demás. Para recibir, hay que dar. Dale a Cristo tu confianza. Dale tu Fe. Dale tu tiempo. Dale tus manos, tu esfuerzo, tu trabajo. Dale tu amor, y ya verás, que Dios nunca se deja ganar en generosidad.


Es dando como más se recibe. Dale a Cristo lo que te pida, y recibirás aquello que tanto buscas: recibirás el único amor que puede llenar tu corazón. Haz la voluntad de Dios, y recibirás la Paz del Alma. No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos. Si quieres dar la vida por Cristo, haz su voluntad. ¿Cuál es la voluntad de Dios? “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros”. La Voluntad de Dios es que vivamos la Caridad. Sólo piensa: Tu vida tiene sentido: amar a Cristo, llegar al cielo. Esto tiene que llenar tu alma de felicidad, de una profunda paz, y de un gran celo por transmitirlo a los demás.


Hay muchas personas cuyas vidas no tienen sentido. Viven en la oscuridad, en el miedo. No saben para qué viven, y a ti se te ha dado gratis. El mayor acto de Caridad es dar a Cristo. En esto reconocerán que son mis discípulos, en que se aman los unos a los otros. “Lo que has recibido gratis, dadlo gratis”. En un mundo tan agresivo, ¡Qué difícil puede ser perdonar, hacer un acto de caridad, ayudar a alguien que lo necesita, o incluso, hablarle a alguien sobre Jesucristo! Pero no hay que tener miedo, Cristo está con nosotros hasta el final del mundo, y miren: ¡Él ha vencido al mundo!


Respuesta  Mensaje 3 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 10/02/2020 19:36


Cuatro formas de tolerancia




La mayor fuerza de la humanidad no consiste en armas de fuego, puños, ni en un poderío militar, sino en la capacidad de tolerancia. Todo tipo de fuerza debe inclinarse delante de quien tolera.


Hay cuatro principios para la tolerancia:


1 - No responder a las blasfemias


Cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio. Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan, rebajando nuestro nivel. Si nos mantenemos en silencio usándolo como arma contra las blasfemias, evocando la conciencia de quien las pronunció, esta fuerza es, naturalmente, mayor.


2 - Mantenerse calmo frente a los infortunios


Cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. No responder con un puñetazo cuando se recibe uno, ni responder con un puntapié cuando se recibe otro, pues de esta confrontación nadie sale vencedor. Si la intención es buscar venganza de un odio momentáneo, no alcanzará el éxito de grandes hazañas.


3 - Compasión frente a la envidia y el odio


Frente a la envidia y el odio de otros no debemos responder igualmente con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad.


4 - Gratitud frente a las difamaciones


Si alguien lo insulta y difama, no se enoje con quien lo provocó, sino acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Principalmente, no se olvide de que en el fango más inmundo crece la impecable flor de loto. Cuanto más oscuro es el lugar, mayor es la necesidad de mantener encendida la luz del alma. Por lo tanto, ante las difamaciones, aquellos que nos difaman deben ser influenciados con ética, compasión y misericordia; solamente así la superaremos, con moralidad y tolerancia.


El verdadero vencedor tiene la fuerza de la tolerancia y el coraje de asumirla frente a los insultos, opresiones.


Respuesta  Mensaje 4 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 12/02/2020 16:06


Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro

Dejemos que Jesús mire nuestro interior y descubra qué está manchado y qué debe curar.



Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |





I Reyes 10, 1-10: “La reina de Sabá comprobó la sabiduría de Salomón”

Salmo 36: “Rectas y sabias son las palabras del justo”

San Marcos 7, 14-23: “Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro”


 


Muchas veces me gusta imaginarme presente en los recorridos y predicaciones de Jesús, dejarme envolver por sus palabras, permitir que me cuestione… y muchas veces quedo inquieto. Hoy me causan mucha sorpresa e igual que sus discípulos me atrevo a preguntar qué quiere decir el Señor hoy para mí y para nuestro mundo. La comparación a primera vista no tiene ningún sentido. En los tiempos modernos nos cuidamos mucho de lo que comemos, de lo que respiramos, de la contaminación… ¡Vaya que si tememos a un contagio!… y Cristo me viene a decir que eso no es lo que perjudica al hombre, que no es la  causa principal de nuestros daños.


Claro que Jesús no pretende que seamos descuidados en la limpieza y en la higiene, pero nos previene porque no podemos hacernos los ingenuos al pensar que sólo eso es perjudicial. Graves son las enfermedades  físicas  que se ocasionan por la falta de prevención. Bastaría que nos acercáramos a nuestros pueblos para descubrir cuánta contaminación y cuántas enfermedades a causa de nuestros descuidos. Pero Jesús, sin despreciar esto, nos habla de asuntos más graves que, afirma, implican el corazón del hombre. La larga lista de pecados que salen del corazón, bastaría para darnos cuenta de qué actuales son las palabras de Jesús. Hemos avanzado en prevención de enfermedades, aunque no mucho, pero hemos descuidado la salud del corazón, del espíritu. Parecería que cuando Jesús describe las manchas de los hombres de sus tiempos, está describiendo las mismas manchas que brotan del corazón moderno. Entonces podríamos decir que el corazón del hombre está enfermo, y, cómo esa enfermedad silenciosa, también puede traerle la muerte definitiva al hombre. ¿Qué está manchando mi corazón? ¿Me doy cuenta de ello? ¿Qué estoy haciendo para tener una buena salud del corazón y del espíritu?


Dejemos que Jesús mire nuestro interior y descubra qué está manchado y qué debe curar. Arriesguémonos y pongámonos en sus manos, Él sanará nuestro corazón.


Respuesta  Mensaje 5 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 13/02/2020 13:37


El amor es lo más grande

Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan...



Por: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente: Para dar raz?e nuestra Esperanza, sepa defender su Fe





En mis visitas a las distintas comunidades, me doy cuenta de que hay mucha gente entre nosotros que tiene gran respeto por la Biblia. Algunos se reúnen hasta tres y cuatro veces en la semana para leer la Biblia. Y me alegro de que amen este libro sagrado.


Pero también me doy cuenta de que hay personas entre nosotros, que son muy de la Biblia, y al mismo tiempo son capaces de despreciar y hablar mal del prójimo; personas que duermen en la noche con la Biblia al lado, pero por nada quieren saludar a su vecino, ni tampoco quieren prestar algún servicio a una persona necesitada. Otros recorren pueblo tras pueblo para leer y enseñar la Palabra de Dios, pero se olvidan de cuidar a su madre enferma; se esfuerzan por vivir como ángeles la Biblia, pero se olvidan de ser «buena gente».


Queridos hermanos, debemos tener mucho cuidado con estas actitudes. Sí, debemos leer y meditar la Biblia, y debemos amar mucho este libro. Pero no debemos dejar a un lado lo más grande que nos enseña la Biblia: «el amor a Dios y el amor al prójimo».


En esta carta les quiero hablar acerca de este tema central de la Biblia, quiero que leamos juntos las páginas más hermosas de este libro sagrado, pero también estoy consciente de que es el mandamiento más difícil de cumplir.


No a la hipocresía


No basta conocer la Biblia de memoria; el demonio conoce la Biblia mejor que todos nosotros y era capaz de discutir con el mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt. 4, 1-11). Pero el demonio no ama y por eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve conocer la Biblia entera si no tengo amor? ¡De nada me sirve!


No basta tener fe sin tener obras de amor

«No olvides que también los demonios creen y, sin embargo, tiemblan delante de Dios» (Sant. 2, 19). La fe sin el amor es una fe muerta. ¿No dijo el apóstol Pablo que «la fe se hace eficaz por el amor» (Gal. 5, 6)?


No basta decir: «Señor, Señor»


El que dice que ama a Dios y luego habla mal del prójimo es un mentiroso. Y el que no ama no conoce a Dios (1Juan 4, 20). Dice Jesús: «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» (Mt. 7, 21).


No bastan las apariencias


No basta ser un hombre muy devoto y cumplir con las oraciones y pagar los diezmos... y luego criticar al otro que piensa distinto.


Los fariseos de la Biblia eran hombres sumamente devotos, muy observantes de la ley y pagaban estrictamente los diezmos, pero no olvidemos que fueron precisamente estos hombres devotos los que hicieron sufrir mucho a Jesús y finalmente lo llevaron a la muerte en la cruz.


«Si yo no tengo amor, yo nada soy» (1 Cor. 13, 2)


Si yo no tengo amor de nada me sirve estudiar la Biblia, de nada me sirve ir al templo y hacer largas oraciones y vigilias nocturnas.


Dios es amor, y el que no ama no está en Dios (1 Juan 4, 7). ¡Lo más grande de nuestra religión es el Amor!


El que ama a Dios, ama al prójimo


Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»


Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el segundo es parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos» (Mc. 12, 28-31).


¿Por qué es éste el mandamiento más grande?


Simplemente porque DIOS ES AMOR. El amor viene de Dios. Todo el que tiene amor es hijo de Dios y conoce a Dios. El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él (1 Jn. 4, 7-16).


El amor de Dios consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (1 Jn. 4,10).


La prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. El se entregó por amor a nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Ojalá que podamos comprender cada vez más «cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Que conozcamos este amor» (Ef. 3, 18-19), y que seamos imitadores de este amor.


No seamos mentirosos


Pero si alguno dice: «Yo amo a Dios» y al mismo tiempo odia a su hermano al cual ve, tampoco puede amar a Dios, al cual no ve (1 Jn. 4, 20). Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha vuelto ciego (1 Jn. 2, 9-10).


Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama a su hermano, sigue muerto. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida en su corazón (1 Jn. 3, 14-15).


Amémonos unos a otros


Algunos piensan que el amor al prójimo es solamente amar a sus amigos o sus hermanos, y que pueden «guardar rencor a su enemigo», como en el Antiguo Testamento (Lev. 19, 18). Pero Jesús nos dice otra cosa: «Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que les aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores hacen eso. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues hasta los que no conocen a Dios hacen eso» (Mt. 5, 44-47).


Queridos hermanos, este amor al prójimo que Jesús nos pide no es nada fácil. Pero los que tratan de amar así, serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 45). El verdadero discípulo de Cristo debe ver en cada hombre a su hermano: «Bendigan a los que les maltratan. Pidan para ellos bendiciones y no maldiciones» (Rom. 12, 14). «Cada vez que podamos, hagamos bien a todos» (Gal. 6, 10). Si amamos de verdad, Dios mismo llena nuestro corazón con su amor (Rom. 5, 5), y este amor nos empuja a amar a todos los hombres, a no ofender al prójimo (Mt. 5, 21-30), a ser sinceros con todos (Mt. 5, 33-37), a renunciar a la venganza, a hacer el bien a todos (Mt. 5, 43-48), a no condenar a nadie (Mt. 7, 1), a amar con obras (Mt. 7, 12).


La fe y las obras


Escuchemos lo que dice el apóstol Santiago, cap. 2, 14-20: «Hermanos míos, ¿de qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no hace nada bueno? ¿puede acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: ´Que te vaya bien; tápate del frío y come´, pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? Así pasa con la fe, si no se demuestra con lo que la persona hace, la fe por sí sola es una cosa muerta».


Pero tal vez alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo hago bien. Muéstrame, pues, tu fe aparte del bien que haces, y yo te mostraré mi fe por medio del bien que hago. Tú tienes fe suficiente para creer que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero también los demonios creen eso, y tiemblan de miedo. Pero ¿no quieres reconocer que si la fe que uno tiene no se demuestra con el bien que hace, es una fe muerta?».


Jesucristo juzgará nuestras obras


Leemos en Mateo 25, 31-46: Aquel día el Hijo del hombre nos va a juzgar, no sobre nuestra fe, no nos juzgará sobre nuestros conocimientos bíblicos, no nos juzgará sobre nuestras vigilias en el templo, no nos juzgará sobre los diezmos...


El Hijo del hombre se sentará en su trono y separará a los unos de los otros y a los que estarán a su derecha les dirá: «Vengan ustedes, los que han sido bendecidos de mi Padre, reciban el Reino que está preparado para ustedes, pues tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento... En verdad les digo que cualquier cosa que hicieron por uno de estos mis hermanos, por humilde que sea, a mí me lo hicieron».


Jesucristo se identifica con los pobres, los marginados, los enfermos, los encarcelados de nuestro tiempo. Ahí encontramos el rostro de Cristo, y ¿cuántas veces hemos despreciado este rostro? Y cuando dejamos de hacer el bien con uno de estos más pequeños, también con Jesús dejamos de hacerlo.


Meditando estos textos sobre el mandamiento más importante de la Biblia, muchas veces pienso que nosotros los cristianos debemos sentirnos avergonzados, puesto que con nuestras discusiones sobre religión y nuestras divisiones somos un escándalo para todo el mundo y faltamos gravemente al mandamiento del amor. A veces me da la impresión de que hasta ahora no hemos hecho nada y que debemos aprender de nuevo a ser obedientes a la voz de Cristo: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo, ustedes deben amarse también los unos a los otros» (Jn. 13, 34).


No nos desanimemos, pero comencemos ahora con la práctica del amor, el amor verdadero a Dios y al prójimo.


El himno al amor


Para terminar, hermanos, leamos juntos el cántico del amor que escribió San Pablo para los que buscaban en aquel tiempo los dones del Espíritu Santo. Aquellos cristianos que ansiaban el don de lenguas, el don de profecía, el don del profundo conocimiento, el don de la fe, pero, sin darse cuenta, muchos se olvidaron del camino más excelente para encontrarse con Dios: el camino del amor.


«Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un tambor que resuena o un platillo que hace ruido. Si yo doy mensajes recibidos de Dios y conozco todas las cosas secretas, tengo toda clase de conocimientos y tengo toda la fe necesaria para cambiar los cerros de lugar, pero no tengo amor, yo nada soy. Si reparto todo lo que tengo y si entrego hasta mi propio cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. El que tiene amor tiene paciencia, es bondadoso, no es presumido ni orgulloso, no es grosero ni egoísta... no se alegra del pecado de los otros sino de la verdad. Todo lo soporta con confianza, todo lo espera con paciencia. El amor nunca muere» (1 Cor. 13, 1-8).


Coplas por el Amor


Querer sólo por querer

es la fineza mayor,

el querer por interés

no es fineza ni es amor.

En aquella santa Cena

dijo el divino Maestro

el que quiera ser mayor

que tome el último asiento.

Ni los clavos ni el madero

me tienen crucificado,

sino sólo tu pecado

y lo mucho que te quiero.



Cuestionario


¿Basta ser un apóstol de la Biblia para salvarse? ¿Es sólo esto lo que Jesús espera de nosotros? ¿Qué hacen hoy algunos fanáticos de la Biblia? ¿Cuál es el precepto más grande que Dios nos dejó? ¿Qué significa que Dios es Amor? ¿Qué dijo Jesús sobre la Fe y las obras? ¿Cómo nos juzgará Jesús? ¿Con quién se identifica Jesús? ¿Qué dice el cántico de la caridad (Cor. 13, 1-8)?


Respuesta  Mensaje 6 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 14/02/2020 16:36


Romper nuestra sordera

¿Es Dios el que se ha quedado mudo, o somos nosotros los que nos hemos quedado sordos?



Por: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: www.enticonfio.org





¿Es Dios el que se ha quedado mudo, o somos nosotros los que nos hemos quedado sordos? Basta que nos asomemos a la Sagrada Escritura, para convencernos de lo segundo. Precisamente, en ella se presenta a Jesucristo como la Palabra pronunciada por Dios Padre para romper nuestra “sordera” y para acallar los ruidos que, dentro y fuera de nosotros, nos impiden escuchar la voz divina, la de nuestra conciencia y la de nuestros hermanos.


Al igual que hizo con el sordomudo del Evangelio (cfr. Mc 7, 34), también hoy, Jesucristo “toca nuestros oídos y nuestra lengua” y pronuncia su poderoso “effetá!” (¡ábrete!). Es una llamada a abrirnos a la escucha de la voz de Dios que resuena en nuestro interior, como un eco de la predicación de la Iglesia y del clamor de tantas personas y situaciones, a través de las cuales Dios sigue saliendo a nuestro encuentro. Ciertamente, distraídos por mil reclamos y replegados en nuestros problemas, tenemos el riesgo de permanecer sordos a la VOZ de quien es la PALABRA: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3, 20).


La tarea de la Nueva Evangelización que se nos presenta en el Tercer Milenio, consiste en ofrecernos como altavoces del Verbo Divino: poner voz a esa Palabra de Dios, buscando conductos eficaces para que su mensaje eterno llegue al hombre moderno. Para romper la sordera de nuestro Occidente secularizado, como decía Juan Pablo II, es necesario emprender la Evangelización con nuevos métodos, nuevas expresiones y un nuevo coraje, en fidelidad al mensaje inmutable de Cristo y de su Iglesia. No podemos permanecer impasibles mientras que Dios es un auténtico desconocido para un gran número de nuestros hermanos. El celo apostólico nos lleva a revivir aquel sentimiento apremiante de San Pablo: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Cor 9, 16).


Pero, nos equivocaríamos si pensásemos que el problema principal de la Evangelización es un problema de métodos. Los métodos son de gran ayuda e indispensables, pero nuestra necesidad fundamental es la de un celo apostólico ardiente, que sólo puede brotar de un corazón enamorado de Dios. Ésta es la clave de la Nueva Evangelización: ¡Sólo los enamorados enamoran! Y a ello hemos de añadir la búsqueda de recursos creativos, actuales y eficaces para llegar a quienes permanecen sordos a esa Voz que viene de lo alto. Ciertamente, en nuestros días es más urgente que nunca anunciar a Jesucristo en los grandes areópagos modernos de la cultura, de la ciencia, de la economía, del arte, de la música y de los medios de comunicación.


Concluyo transcribiendo algunos de los eslóganes que la Iglesia de Singapur divulgó en la prensa local. Fueron publicados uno a uno, en días sucesivos, a modo de reclamo publicitario, con el deseo de “romper nuestra sordera”.


“¿Qué debo hacer para llamar tu atención? ¿Poner un aviso en el periódico?”

(Dios)


“Necesitamos hablar.”

(Dios)


“Si te perdiste el amanecer que hice hoy para ti, no importa. Te haré otro mañana.”

(Dios)


“¿Te imaginas el precio del “aire” si te lo trajera otro proveedor?”

(Dios)


“No te olvides el paraguas. Hoy tengo que regar las plantas.”

(Dios)


“Si piensas que la Gioconda es asombrosa, deberías ver mi obra maestra… en el espejo.”

(Dios)


“Venid a mi casa el domingo antes del partido.”

(Dios)


“Amo las fiestas de casamiento, invítame a tu boda.”

(Dios)


“Diles a los niños que les amo.”

(Dios)


“¿Leíste mi primer best-seller? Es todo un desafío.”

(Dios)


“¿Tienes alguna idea de adónde vas?”

(Dios)


“Eso de “amar al prójimo”… lo dije en serio.”

(Dios)


“¡No me hagas bajar!”

(Dios)


Respuesta  Mensaje 7 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 14/02/2020 16:42

 

Secretos en reunión




“Urbanidad y buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español. La convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que hieren la sensibilidad de los demás. Un talante afable, sereno, respetuoso es bien recibido por todos.


Dos familias amigas estaban comiendo en un restaurante, cuando una niñita de unos seis años se levantó para decir algo al oído de su madre. El papá, un poco disgustado, le dijo a la niña: —Hija, ten siempre presente que secretos en reunión, son de mala educación. Enseguida, ella respondió muy decididamente: —Pero, papá, secretos en  la infancia, no tienen importancia. Muy sorprendido el padre le preguntó: —¿Quién te enseñó eso? —Nadie. Sólo es defensa personal.


Los santos han visto en la cortesía como el perfume y la crema de la caridad. La presentan como un efecto del verdadero amor por los demás. Resulta a veces que ciertas expresiones ordinarias, ciertos modos descomedidos ofenden tanto como injurias. Que el respeto al prójimo sea tu norma.




* Enviado por el P. Natalio


Respuesta  Mensaje 8 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 14/02/2020 16:44


Para evitar el pecado




Los medios principales para evitarlo son:


1.- El recuerdo constante y la meditación de las postrimerías (muerte, juicio, infierno y gloria).


2.- La huida de las ocasiones próximas de pecado (exponerse voluntariamente y sin necesidad a las ocasiones próximas de pecar mortalmente, constituye de suyo un pecado grave).


3.- La práctica de la mortificación de nuestros gustos y de los sentidos.


4.- La huida de la ociosidad.


5.- La oración constante (se aconseja el Rosario diario). Especialmente cuando se presenta la tentación hay que encomendarse a la Santísima Virgen.


6.- La frecuencia del sacramento de la Penitencia y la constante recepción, en gracia santificante, de la Eucaristía.


7.- La devoción a María (como puede ser la práctica de las tres avemarías diarias, pidiendo que nos ayude a evitar el pecado mortal).


8.- La lucha de nuestra voluntad contra las tentaciones.


9.‐ Meditar en la Pasión de Cristo (que murió por nuestros pecados).


10.- Las lecturas piadosas.




*Catolicidad


Respuesta  Mensaje 9 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 14/02/2020 16:50


Si estás enamorado, ¡no te cases!

Es mejor no correr y estrellarse con un beso lleno de sensaciones para luego darse un contrasuelazo con la realidad.



Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com





Cuando los papás, y sobre todo los abuelos, nos dan un consejo hay que escuchar, hay que prestar muchísima atención con lo que están diciendo. La experiencia vale más que mil presentes. ¡Ojo! 


Cuando uno está enamorado y los sentimientos son tan potentes, muchas veces esperar parece una tarea casi imposible. «Pero, ¿cómo me piden esperar?», «¿nadie entiende lo que tú y yo sentimos?»… La experiencia nos muestra las dos caras de la moneda matrimonios felices y duraderos y matrimonios rotos. ¿En qué lado queremos estar? Para reflexionar sobre esto, el portal soyamante.org han producido un increíble video que está perfecto para celebrar san Valentín.


Estar enamorado es increíble, el mundo parece perfecto, todo es completo júbilo, pero todo esto no es lo suficientemente grande como para casarse. Es suficiente para empezar a conocer a alguien, para ver si detrás de todo el torbellino de sentimientos finalmente viene una calma duradera en donde podamos vislumbrar un horizonte claro y prometedor.

 

El matrimonio es algo hermoso. Difícil, como todo lo bueno y valioso en la vida, pero cuando es real y comprometido es absolutamente hermoso. Es mucho más que un simple sentimiento de ardor, bueno digo simple, pero no pocas veces este sentimiento termina siendo complicado. Es por eso que es mejor seguir el consejo, y en lugar de apurar las cosas, esperar. Tantos poemas, tantas historias de amor, tantas… ¿tragedias? Sí, tragedias. Porque a veces ese sentimiento ardoroso termina quemándolo todo y dejando a su paso muertos y heridos (demos un vistazo a las estadísticas de divorcios y entenderemos un poco la figura).

 

En el amor conyugal, el matrimonio es una carrera de largo alcance: no importa quién llega primero sino quién mantiene el ritmo y la vida durante todo el trayecto. La convivencia, lo cotidiano, el descubrirse diferentes pero mirando hacia un el mismo lugar, el construir una vida juntos, el armar una historia que es co-biográfica, el seguir siendo tú y yo, pero a la vez ser también un nosotros, no sucede de la noche a la mañana.


Es mejor no correr y estrellarse con un beso lleno de sensaciones indescriptibles para luego darse un contrasuelazo con la realidad. Mirar la idea de un amor dibujado en corazones de color rosa es lindo, pero nunca suficiente para construir algo tan grandioso como es el matrimonio.


Que en estos días en que los corazones, el rosa, los besos y los enamorados nos toman por asalto pensemos un momento qué es lo que estamos buscando detrás de todo eso: una sensación pasajera o una historia de amor que dure para siempre, un siempre feliz que necesita construirse día a día.


«(…) Ciertamente es algo bello que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor recíproco… la libertad del vínculo requiere una armonía consciente de la decisión, no solo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento» 

(Papa Francisco – 15 de mayo 2015).


Respuesta  Mensaje 10 de 25 en el tema 
De: PazenlaTormenta Enviado: 15/02/2020 15:44

 

La Vida es un Milagro

        Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

 

       

 

        Nunca reflejes el mundo con el reflector de tu herida, sino con las bujías del amor.

 

        Nunca te muevas tanto que llegues a todas partes menos a tu alma.

 

        Nunca sueñes el matrimonio sólo con rosas.  Ponle también sueños a los sacrificios y nudos al deber.

 

        Nunca mires una dificultad como imposible: siempre habrá un espacio para seguir.

 

        Nunca es tan importante lo que ha sido tu obra, como lo que llevó dentro tu proceder.

 

        Nunca deslumbres con lo que digas, hasta estar seguro de no desencantar con lo que hagas.

 

        Nunca intentes dominar a nadie, pero imponte a los demás hasta el punto que le permitirías a los demás que se te impusieran a ti.

 

        Nunca esperes éxito completo:  hay muchos tramos de fracasos antes de llegar al triunfo.

 

        Nunca te apenes porque personas que te deben mucho, te paguen mal:  aparecen otras que no te deben nada y te pagan con abundancia.

 

        Nunca entres a la vida de nadie con exceso de confianza.  Todos tenemos un espacio íntimo al que nadie debe penetrar sin ser invitado.

 

        No te sorprenda sentir soledad en tus días nublados: la gente llega cuando el sol está en su apogeo.

 

        No decidas con la mente apasionada.  Espera, para tomar tus conclusiones, la serenidad de una reflexión lógica.

 

        No desperdicies el agua de tu cántaro; es necesario llevarlo lleno para cuando la vida se nos haga un desierto y la sed nos suba desde el corazón.

 

        Nunca te menosprecies por ser una florecita silvestre:  sin ti, las grandes rosas no se notarían.

 

        Nunca te pongas el timón en las manos sin meterte en el barco de Dios.

 

        Nunca nutras el amor con grandes aguaceros: es mejor el rocío constante.

 

        Nunca hay derrota tan triste como la que se da antes de comenzar. 

 

        Nunca desprecies la vejez:  ella es el ojo de la historia, el cofre de los recuerdos, las lágrimas de sus dolores y el sometimiento de sus limitaciones.

 

        Nunca te dejes vencer por la naturaleza para justificar lo torcido.

 

        No te desanimes, y ajusta la vida a lo que tienes que vivir, más que a lo que gustaría tener para vivirla.

 

        No busques felicidad en lo que compres ni en lo que estudies.  Las cosas más importantes de la vida no son las más palpables ni las más demostrables.

 

        No te confundas con el amor.  Si las heridas no necesitan curas, ni las lágrimas pañuelo, ni el corazón recompensa, ¡estás amando!

 

        Nunca consideres a Dios como un amarre, sino como la libertad que uno se impone por su propio gusto.

 

        Nunca te quejes mientras tengas facultades, amor, amistad, sustento y poder para reconstruirte.  Ama la vida para no morir antes de tiempo.

 

        No te des por vencido, que detrás de ti hay siempre una oportunidad esperando.

 

        No te rindas, ¡porque la vida es un milagro!



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