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Resposta  Missatge 1 de 4 del tema 
De: GRACITA739  (Missatge original) Enviat: 11/01/2010 14:26

 Dos abuelos. Cuarenta años de convivencia fecunda y fiel. Se conocían lo suficiente, como para darse todavía la sorpresa de un malentendido.

Era justo lo que había sucedido esa mañana. El abuelo era un hombre jovial y bastante espontáneo. Impetuoso en sus reacciones, solía irse de boca cuando decía sus verdades. La abuela, en cambio, era más paciente, pero también de reacciones más lentas. Por eso, aquel cruce de palabras que la habían ofendido, la llevó a su respuesta habitual: el mutismo.

El recurso del silencio suele ser frecuente en personas que están obligadas a una convivencia muy cercana. Sobre todo cuando no existe la posibilidad de escapar a través del grupo. Y estos dos abuelos, pasaban gran parte de la semana solos. Porque sus tres hijos casados no vivían en el mismo pueblo. Y los encuentros solían darse sólo los fines de semana.

Y esto sucedía un día miércoles. La discusión se había dado en horas de la mañana. Para la hora del almuerzo, se comió en silencio. El televisor llenó un poco el vacío, sin solucionar el problema. El mate de la tarde los vio reunirse dentro del mismo clima. Y llegada la cena, continuaba aún el mutismo por parte de la abuela.

Al abuelo ya se le había pasado totalmente el mal rato, y quería que le sucediera lo mismo a su compañera. Pero, evidentemente, ésta era de reacciones más lentas. Por tanto había que encontrar una manera de hacerla hablar, sin que ello significara capitulación por ninguna de las dos partes.

Porque el asunto que los había distanciado era una intrascendencia, y no valía la pena volver sobre ello.

Cuando ya se iban a acostar, al abuelo se le ocurrió una idea. Se levantó con cara de preocupado, y abriendo uno de los cajones de la cómoda, se puso a buscar afanosamente en él. Sacaba la ropa y la tiraba sobre la cama.

Luego de haber vaciado ese cajón, lo cerró con fuerza y se puso a hacer lo mismo con el siguiente. Cuando ya se decidía a hacer lo mismo con el tercero, la abuela rompió el silencio y preguntó entre enojada y preocupada:

- ¿Se puede saber qué diablos estás buscando?

A lo que contestó su marido con una sonrisa:

- ¡Si! Y ya lo encontré: ¡Tu voz, querida!

Desconozco su autor
besitos
gracita.gif picture by ARENA30141

 


 

 

 
 


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Resposta  Missatge 2 de 4 del tema 
De: tomasspain Enviat: 12/01/2010 10:07
una istiriqa muy bonita la pordremos en prastica gracias por la reflecion  un abrazo Tomás

Resposta  Missatge 3 de 4 del tema 
De: marieclair27 Enviat: 12/04/2010 15:33
muy bueno gracias marieclair.

Resposta  Missatge 4 de 4 del tema 
De: MONIQUE 34 Enviat: 10/11/2010 13:11
GRACIAS POR TAN HERMOSO MENSAJE.BESO MONIQUE


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