Las frágiles damas
Es probable que Remedios de Escalada no haya sido tanto la elegida como 
la que eligió. En El Santo de la Espada, Leopoldo Torre Nilsson muestra a
 una Remedios adolescente que, junto a su chaperona, va a pasearse 
frente a la reja detrás de la cual un joven teniente coronel San Martín 
ejercitaba a su batallón. En las fiestas de los Escalada, una de las 
familias más respetadas entre los vecinos, la joven Remedios llamaba la 
atención de todos, hasta del austerísimo teniente coronel, que nunca 
faltaba porque ese era también uno de los lugares donde se reunían, con 
la excusa de la tertulia, las sociedades políticas secretas de la época.
 Fragilidad no es sinónimo de debilidad; más bien puede ser todo lo 
contrario. No tardaron en casarse, y cuando San Martín partió para 
Mendoza, ella llegó para acompañarlo un mes después. Al poco tiempo 
nació la única hija, Merceditas, "la infanta mendocina". Allí 
languidecía y desesperaba como un león enjaulado el Libertador, con el 
título de gobernador intendente de la provincia de Cuyo, reclamando y 
esperando que Buenos Aires enviara los recursos que le permitieran 
cruzar los Andes para liberar a Chile y Perú.
San Martín cruzó los Andes financiado por las damas mendocinas, que 
organizadas -y posiblemente persuadidas por Remedios- no sólo bordaron 
la bandera y cosieron los uniformes para todo el regimiento: también 
entregaron sus joyas y otros bienes para comprar todo lo que hiciera 
falta para la expedición. Más de un político hoy querría tener al lado 
una dama frágil -es cierto- pero tan eficaz a la hora de conseguir lo 
que hace falta para dar el paso definitorio de su plan de acción.
Los restos de Remedios están en el cementerio de la Recoleta, y en la 
lápida que los identifica se puede leer: "Aquí descansa doña Remedios de
 Escalada, esposa y amiga del general San Martín". Siempre estuvo claro 
que Remedios fue la esposa de San Martín. Pero quizás esté encerrada en 
la elección de la palabra "amiga" la posibilidad de que quien fue un 
hombre preclaro en política y estrategia militar también haya sabido 
reconocer y honrar el valor de su mujer.
La reacción de los españoles al movimiento independentista de los 
patriotas llegó desde el Norte. Y hacia allí fueron las tropas enviadas 
desde Buenos Aires. Manuel Belgrano, abogado devenido en general del 
ejército patriota, no aceptaba que las mujeres acompañaran a los 
soldados. Esta era una práctica más común de lo que podría pensarse, y 
muchísimas esposas -blancas, indias, mestizas, negras y mulatas- 
cargaron todas sus pertenencias y marcharon detrás de sus hombres.