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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: aires  (Mensaje original) Enviado: 15/06/2010 10:53
Amigos míos ando ahora ocupado en leer un libro, 'De adivinatione', escrito hace mas de dos mil años por Marco Tulio Cicerón... y me está dejando 'turulato'. Un tío como Cicerón, tan apreciado, tan renombrado, tan buen orador y escritor y filósofo... y que diga o creyera en cosas como las que siguen, (copio 'ad lítere' las páginas 26 y 27, del mencionado libro para que opinéis ...):
 
… los que le sucedieron, y una vez expulsados los reyes, no se emprendió negocio público de paz o guerra sin observar los auspicios. Considerándose grandemente importante el arte de los arúspices, ora para conseguir algo de los dioses, ora para consultarlos, o bien para interpretar los prodigios y conjurarlos, tomóse de la Etruria toda su ciencia, para que no pareciese que se descuidaba ningún género de adivinación. Y como los ánimos, en virtud de movimiento libre y absoluto, por sí mismos, sin raciocinio ni ciencia, pueden agitarse de dos maneras, por sueño o por medio de furor, creyéndose que esta inspiración furiosa había dictado los versos sibilinos, eligiéronse en la ciudad diez intérpretes de estos libros. Por la misma razón se atendieron con frecuencia las predicciones de adivinos furiosos, como Comelio Culeolo, en la época de la guerra Octaviana. Tampoco despreció el Consejo Supremo los sueños si se creían relacionados con los asuntos públicos. En nuestro mismo tiempo hemos visto a Lucio Julio, cónsul con P. Rutilio, encargado de reconstruir el templo de Juno Tutelar, por decreto que dio el Senado a consecuencia de un sueño de Cecilia, hija de Baleárico.
 
III. Creo yo, sin embargo, que los antiguos adoptaron estas prácticas impulsados antes por los hechos que por la razón. De los filósofos se han recogido algunos argumentos bastante fuertes, que nos demuestran que existe en verdad la adivinación. Entre éstos, y citando al más antiguo, solamente Colofonio Jenófanes, sosteniendo la existencia de los dioses, combate con energía la adivinación. Los demás, exceptuando a Epicuro, que balbucea al hablar de la naturaleza de los dioses, han admitido la adivinación, aunque no de la misma manera. Sócrates y todos los socráticos, Zenón y todos sus discípulos, en conformidad con los filósofos antiguos, con la vieja Academia y los peripatéticos, adoptan la opinión que Pitágoras, qué quería pasar también por augur, dio grande autoridad. Demócrito, autor tan grave, reconoce en muchos parajes que pueden predecirse las cosas futuras; pero el peripatético Dicearco, combatiendo todos los géneros de adivinación, solamente presta fe a los sueños y al furor: Cratipo, nuestro amigo, en opinión mía, igual a los peripatéticos más famosos, sólo admite estos dos géneros de adivinación, rechazando todos los demás. Pero como los estoicos las admitían casi todas, en conformidad con la doctrina, cuyo germen depositó Zenón en sus comentarios y desarrolló Cleanto, surgió un hombre de sutil ingenio, Crisipo, que trató extensamente de la adivinación en dos libros, y además escribió  dos tratados, uno de los oráculos y otro de los sueños. Su discípulo Diógenes Babilonio publicó después un libro sobre el mismo asunto; dos Antípatro, y cinco nuestro amigo Posidonio. Pero el príncipe de la escuela, el maestro de Posidonio, el discípulo de Antipatro, Panecio, se separó de la doctrina de los estoicos, aunque sin atreverse a negar decididamente la adivinación y limitándose a expresar dudas. Ahora bien: lo que un estoico se permitió en un punto, a pesar de la opinión de toda su escuela, ¿nos lo prohibirán a nosotros en muchas cuestiones, principalmente cuando este asunto, oscuro para Panecio, les parecía a los demás tan claro como la luz del sol? Sea como quiera, mucho honra a la Academia tener en su apoyo la opinión de filósofo tan eminente.
 
IV. Puesto que nosotros también buscamos lo que deba opinarse acerca de la adivinación, asunto. tan discutido por Carnéades con los estoicos, con tanta penetración y tan copiosas razones, para evitar error y precipitación, parece que debemos comparar argumentos con argumentos, de la misma manera que lo hemos hecho en nuestros tres libros acerca de la naturaleza de los dioses. Porque si en todas las cosas son torpes la credulidad temeraria y el error, mucho más lo serán cuando se trata de decidir hasta qué punto debemos asentir a los auspicios, a las cosas divinas y a la religión: existe, pues, el peligro de caer en la impiedad si las despreciamos, o de entregamos a pueril superstición si las admitimos.
 
V. No ha mucho que discutí extensamente en Túséulo, con mi hermano Quinto, esta materia que ya en muchas ocasiones había dado motivo a nuestros coloquios. Habiendo llegado paseando al Liceo (éste es el nombre del gimnasio superior): Acabo de leer, me dijo, tu libro tercero acerca de la naturaleza de los dioses; y aunque la disertación de Cotta ha quebrantado mi convencimiento, con todo, no lo ha destruido por completo. -Rectamente hablas, contesté, porque el objeto de Cotta antes es combatir los argumentos de los estoicos que destruir la religión entre los hombres. -Bien sé, replicó Quinto, que Cotta repite y asegura eso mismo varias veces, quizá porque no se crea que se separa del culto público; mas por exceso de celo contra los estoicos, paréceme que rechaza por completo a los dioses. No creo, sin embargo, que sea necesario contestar a su discurso, porque Lucilio, en su segundo libro, defiende victoriosamente la religión, y tú mismo de claras al final del tercero que te parece más cercana de la verdad la opinión de éste. Pero como has omitido en estos libros tratar de la adivinación, es decir, del anuncio y presentimiento de las cosas consideradas fortuitas, porque sin duda has creído más conveniente examinar y discutir aparte estas materias, veamos, pues, si te place, cuál sea la naturaleza y valor de esta adivinación. Por mi parte, creo que si los diferentes géneros de adivinación que admitimos y practicamos son verdaderos, existen dioses; y viceversa, si existen dioses, la adivinación existe también.
.....
 
Decía yo, hace años, que "¡cuanto mas antiguo es un libro, mas 'falsedades' dice!".
No es que crea que ese autor nos relata, 'conscientemente' mentiras, no, nada de eso. Se trata de que el autor nos dice y menciona con detalle las crencias que en su tiempo y aún mucho antes, tenían esas sociedades, en su diario vivir y batallar.
Saludos


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ermitaño Enviado: 15/06/2010 16:27
¡Bueno... nunca es todo lo que parece...!
 
Olvidé exponer que Quinto, su hermano es el que habla... en la primera parte 'admitiendo' la adivinación. Y es después, en las partes siguientes del libro de Cicerón en dónde trata 'a fondo' con argumentos mas bien 'veraces' sobre la 'inexistencia' de la adivinación.... pero esa parte no la 'copio'.
Si alguien le apetece... que busque el libro de Cicerón 'De adivinatione'.
Es curioso, ya habla de la religión y de dios años antes de que Jesús de Nazaret 'predicara' la suya.
 
Saludos.


 
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