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De: Monika1  (Mensaje original) Enviado: 15/03/2010 11:26

En el consultorio del doctor Simon, Betty Hill, bajo sugestión post-hipnótica, dibujó el mapa celeste que le mostró (según ella) el jefe de los visitantes del espacio que la raptaron. Y fueron muchos –aficionados unos y profesionales otros– quienes intentaron encontrar sentido a ese mapa que no era sino –como puede verse en la reproducción que damos– simples puntos y líneas. Naturalmente, todos fracasaron. El mapa –dijeron– no tenía sentido.

No obstante, una institutriz de Ohio, Marjorie Fish, pensó que sí, que el mapa podía tener sentido, pero para ello era preciso estudiarlo desde un punto de vista distinto del que hasta entonces se había utilizado. Porque ella entendía que ese mapa debía verse desde la perspectiva del planeta de origen de quienes lo utilizaban, no desde la perspectiva de nuestro sistema solar. Y convencida de que este postulado era cierto, construyó una armadura tridimensional de la que fue colgando pequeńas esferas que simulaban soles. Y durante ańos las fue cambiando de lugar, buscando la perspectiva que le diera una disposición estelar igual a la del mapa dibujado por Betty. Un trabajo realmente arduo a pesar de que Marjorie Fish limitó su investigación a un radio de 50 ańos luz concentro en el Sol, lo que limitaba a 250 las estrellas a tener en cuenta.

Y Marjorie, finalmente, encontró una configuración muy similar a la que había dibujado Betty. Y la encontró porque se le ocurrió eliminar todas aquellas estrellas que por sus características no podían albergar en su sistema formas de vida análogas a las nuestras. Esto limitó la investigación a doce cuerpos celestes y el mapa que obtuvo fue el que reproducimos. Un mapa que desvelaba el lugar de procedencia de los alienígenas de los Hill. Ese lugar era Zeta 1 y Zeta 2 de la Constelación Retícula, una pequeńa constelación visible únicamente desde el hemisferio sur.

Es de destacar que esas dos estrellas –Zeta 1 y Zeta 2– están situadas a 37 ańos luz de nuestro Sol y una y otra se encuentran separadas por una distancia de 0,05 ańos luz, una distancia lo suficientemente próxima como para aceptar que una civilización tecnológicamente más avanzada que la nuestra pudiera recorrerla frecuentemente con fines comerciales.

żEra, pues, el mapa celeste de Marjorie Fish el que Betty dijo que le había mostrado el jefe de los seres del espacio que la raptaron? Entre otros, el físico nuclear Stanton T. Friedman estaba tan convencido de ello que pidió para Marjorie los 50.000 dólares que el semanario norteamericano The National Enquirer ofreció a quien aportase pruebas del origen extraterrestre de los OVNIS.

No obstante, posteriormente, el astrónomo Charles W. Atterberg, de Elgin, Illinois, elaboró un mapa que también se ajustaba al esquema estelar dibujado por Betty, sólo que utilizó para ello estrellas distintas a las que había encontrado Marjorie.

Y en fecha más reciente Carl Sagan y Steven Soter, dos nombres prestigiosos, utilizaron ordenadores para analizar el trazo de las doce estrellas seleccionadas por Marjorie y su conclusión ha sido descalificadora. Porque han mostrado que «si tenemos la intención de encontrar una correlación entre los dos mapas –el de Betty y el de Marjorie– seleccionando a su voluntad elementos de cada uno e ignorando otros, siempre tendremos éxito.

El Mapa Celeste

 

Cuando el médico se fue, Betty se quedó a solas con el jefe:

-Yo le estaba agradecida porque me había quitado el dolor y porque él no me producía ningún miedo... Y le dije que aquello había sido una experiencia para mí. Que nadie me creería jamás si lo contaba... Y que yo lo que necesitaba era una prueba de que todo aquello había ocurrido de verdad. Y el jefe se echó a reír y me preguntó qué clase de prueba quería. Qué me gustaría llevarme. Y le dije: Algo que pudiera llevarme y enseńar a la gente porque, entonces, me creerían. Y me dijo que mirara y viera si encontraba algo de mi gusto. Y miré... No había muchas cosas en aquel cuarto... Pero vi un libro en el armario. Un libro bastante grueso. Entonces, cogí el libro y le dije: żpuedo llevarme esto? Y él me dijo que hojease el libro, y yo lo hice. Tenía páginas y estaban escritas. Pero la escritura era completamente distinta de todas las que conozco. Parecía casi como... no sé... la escritura no cruzaba la página, iba de arriba a abajo...

Betty, luego, dijo haber preguntado al extraterrestre –para ella no cabía duda ya que aquel ser no era terrestre– de dónde venía. Y él le mostró un mapa:

-Y había muchos puntos en él; estaban esparcidos por toda su superficie. Algunos eran pequeńos como punzadas de alfiler. Y otros eran del tamańo de una moneda pequeńa. Y había líneas, había líneas en algunos de los puntos. Eran líneas curvas que unían un punto con otro. Y había un gran círculo y muchas líneas que salían de él. Muchas líneas iban a otro círculo situado muy cerca, pero no tan grande. Y estas líneas eran gruesas. Y yo le pregunté qué querían decir y él me dijo que las líneas gruesas eran rutas comerciales y, luego, las otras líneas eran rutas hacia lugares adonde iban de cuando en cuando. Y me dijo también que las líneas de puntos seguidos eran rutas de expediciones...

Pero el interlocutor de Betty –el extraterrestre al que ella llamaba jefe– no le dijo cuál de aquellos puntos era su planeta, ni cuál era la Tierra. Pero esto a Betty no le importó demasiado, le importaba más seguir reteniendo el libro. Sólo que...

-Estamos otra vez en el pasillo. Barney está detrás de mí y tiene los ojos cerrados; y un hombre a cada lado. Y cuando yo ya empiezo a bajar la rampa, varios de los hombres, no el jefe, sino algunos de los otros, se ponen a hablar. No sé lo que están diciendo pero parecen muy excitados. Y entonces el jefe se me acerca y me quita el libro...

Betty dijo haberse puesto furiosa. Aquel libro era su prueba.

-Y él me dijo: «Si, ya sé. Y precisamente porque es una prueba los otros no quieren. Quieren que olviden lo que ha ocurrido, que lo olviden por completo».

Finalmente, los extraterrestres acompańaron a Betty y a Barney al coche. Barney seguía con los ojos cerrados y, también esta vez, se apoyaba en dos de sus raptores.


 



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