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·´¯`·­»No estamos solos«­·´¯`·: Los Sueńos De Betty
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De: Sol Solgraficos  (Mensaje original) Enviado: 15/03/2010 14:09

Cuando, ya en casa, los Hill bajaron del coche se habían hecho la promesa de no decir nada a nadie. żQuién podía comprender tan extrańa aventura? Y no tenían interés ninguno en ser tildados de locos.

-Mejor será que lo olvidemos todo -concluyó Barney.

Pero pronto los hechos empezaron a imponerse. Así, Barney vio asombrado que la parte superior de la punta de sus zapatos –nuevos y relucientes cuando se los puso al iniciar viaje de regreso en Canadá– estaban gastadas, como si alguien las hubiera arrastrado. Y vio también que los bordes de las perneras de sus pantalones, así como los calcetines, estaban llenos de agujas de pino. Betty, por su parte, se sentía sucia, como si algo gelatinoso la hubiera cubierto. De manera que, tras tomar un bańo, nerviosa, llamó a su hermana y le contó lo ocurrido. Pensó que esto la aliviaría y tratándose de su hermana no incumplía el pacto de silencio acordado con Barney.

Janet, la hermana de Betty, que creía firmemente en los OVNIs porque estaba convencida de haber visto uno, alertó a Betty indicándole que esa sensación de suciedad podía ser contaminación radiactiva. Y contó cuanto sabía de los posibles campos electromagnéticos irradiados por los OVNIs. Por ejemplo, lo primero que Betty debía hacer era inspeccionar con una brújula el exterior del coche; si la aguja de la brújula se volvía loca en algún punto de la carrocería era que estaba radiactivada. De manera que Betty, más asustada ahora, pidió a Barney que buscara por los cajones la brújula que un día, ya lejano, compraron. Barney, tras resistirse unos minutos, fue finalmente a por la brújula. Y Betty, casi histérica, recorrió con ella la chapa del coche, ahora húmeda por una ligera lluvia. Y en la parte posterior, de donde habían procedido los bips, Betty vio varias manchas brillantes. Eran unas extrańas manchas perfectamente circulares y del tamańo de un dólar de plata. Y en esos lugares, para asombro y mayor terror de Betty, la aguja de la brújula se agitaba sin control.

Los Hill tenían alquilado el piso alto de su casa, y esos vecinos, alarmados por la agitación de Betty, bajaron a saber qué ocurría. Luego, Betty telefoneó a su hermana y le contó una y otra vez cuanto había ocurrido con la brújula. Evidentemente, resultaba ya imposible mantener el secreto de su extrańa aventura y, finalmente, Barney accedió a que Betty –cumpliendo el consejo de Janet– se pusiera en contacto con la cercana base aérea de Pease.

Tras hablar con el comandante de la Base Aérea, Barney, ya más interesado en el suceso, pidió a Betty que hiciera un minucioso relato de cuanto había ocurrido. El haría otro tanto, pero por separado, evitando todo comentario. Y el resultado fueron dos relatos muy similares.

En este punto fue cuando Betty empezó a leer todo cuanto se había escrito en torno a los OVNIs. Y entre los libros que leyó le interesó especialmente El complot contra los platillos volantes del comandante Donald Keyhoe. Este dirigía entonces el NICAP, un centro de investigación del fenómeno OVNI. Y Betty, conociendo la seriedad del NICAP, escribió a Keyhoe contándole su caso. Y en esa carta, por primera vez, Betty revelaba que su marido decía haber visto extraterrestres que le contemplaban desde la nave.

Días después de haber escrito la carta, Betty empezó a tener sueńos terriblemente lúcidos. Y todos ellos se referían a los acontecimientos que había vivido en la nacional U.S.3. Eran sueńos terribles, llenos de hechos dramáticos. Así, sońó que seres surgidos de la nave la sacaban del coche. Esos hombres, todos ellos iguales y uniformados en el sueńo, la llevaban al interior de aquel extrańo objeto y allí –en ese punto los sueńos pasaban a ser horrible pesadilla– la sometían a unos abominables reconocimientos médicos.

Los sueńos se sucedieron y, en parte repitieron, durante cinco días; luego cesaron. Y Betty, que al principio había guardado silencio, finalmente los escribió con todo detalle y se los dio a leer a Barney. Este no pareció dar excesiva importancia a las pesadillas de Betty, pero esos textos adquirieron especial importancia dos ańos después



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