El amor entre Frida Kahlo y
Diego Rivera fue tormentoso e intenso.
Frida, con su estilo directo y desgarrador,
plasmó en sus cartas la profundidad de sus emociones.
Fragmento de la carta:
«No te pido que me quieras siempre de esta manera,
pero te pido que me recuerdes.
No importa en qué momento, en qué lugar, en qué mundo.
Solo recuérdame.
Porque si existo en tu memoria,
estaré contigo para siempre.»
Frida aceptaba el dolor del amor inconstante de Diego,
pero se aferraba a la idea de la memoria como un lazo eterno.
Su amor trascendía la presencia física;
bastaba con existir en su pensamiento.