El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré al Señor que me aconseja; aún en las noches me enseña mi conciencia. El Señor he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. (Salmo 16:5-8)
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