Las causas del sufrimiento son innumerables en nuestro mundo, pues éste se halla ligado a la desobediencia del hombre a Dios. Nuestros gritos y rebeliones no pueden cambiar nada, así como tampoco nuestros progresos científicos o sociales: mientras dure el mundo actual, sólo podremos atenuar sus efectos, pero nunca erradicarlos.

       ¿Sabía que Jesús también tuvo que pasar por el sufrimiento, aunque él nunca cometió pecado? Dios, compasivo y misericordioso, tuvo piedad de nuestra miseria. Vino mediante la persona de Jesús, no sólo para mostrarnos su amor, sino que participó de nuestro sufrimiento habiendo tomado un cuerpo de hombre. 

       Además, a fin de que Dios pudiese perdonar nuestros pecados, Jesús se presentó para soportar el castigo. Aceptó ser considerado culpable en nuestro lugar. Y como Dios es justo, no perdonó a su propio Hijo, sino que lo castigó en nuestro lugar. Así, Cristo sufrió por nosotros debido a nuestros pecados, para liberarnos de la muerte eterna y llevarnos a Dios, su Padre, como sus hijos.

       ¡Pongamos la mirada en Cristo, quien murió por nosotros en la cruz, pasando por terribles sufrimientos; sí, por mí y por usted! Démosle las gracias por haber cumplido perfectamente la obra de redención, y por darnos a conocer el perdón de Dios, su paz, y pronto una felicidad en la que ya no habrá sufrimiento.