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General: El hacer conscientemente cualquier actividad es la esencia misma
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De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 05/10/2010 13:04
El hacer conscientemente cualquier actividad es la esencia misma, la razón de ser de la masonería especulativa
Lvx-illuminati
Entre la masonería antigua (operativa) y la masonería moderna (especulativa) existe un punto común y fundamental: el símbolo. Las dos instituciones se centraron en vías distintas, y hasta opuestas en ocasiones, basaron sus reclutamientos en criterios muy distintos, pero preservaron la sustancia simbólica de la Orden y su contenido iniciático, aunque algunas obediencias renegaron, del reclutamiento de los aceptados masones, esto es de loq que no conocían del arte de la construcción. Pero el carácter de los auténticos Hijos de la Luz o Hijos de la Viuda, se explica que el carácter eterno de la francmasonería se funda en la acción consciente y no en hacer cosas como si fuéramos unas maquinas cortadoras y pulidoras de piedras: El hacer conscientemente cualquier actividad es la esencia misma, la razón de ser de la masonería especulativa. El hacer inconscientemente no es el reflejo de lo realmente consciente. Ahora bien, nosotros, los masones no somos maquinas- lo que nos caracteriza como masones especulativos es precisamente eso que no hacemos las cosas mecánicamente, luego Gurdjieff y Ouspensky copiaron nuestra idea de que el hombre debe dejar de ser como una máquina, nos expresamos por símbolos como eso de dejar de ser maquinas no para distinguirnos de los demás seres humanos sino, simplemente, por una necesidad inherente a cualquier conocimiento verdadero... El objetivo de los símbolos no debe ocultarse, sino expresarse en acción despabilada. Su objetivo es seleccionar a quienes, integrándolos, se muestran dignos de la Verdad. El gran secreto de la masonería, que no puede ser traicionado por nadie, es el del significado profundo de sus símbolos que operan de manera indirecta para despertar el consciente del ser humano. El caballero Ramsay lo afirmaba aun en el siglo XVIII «Tenemos secretos, son signos figurativos y palabras sagradas, que componen un lenguaje indirecto a veces, muy elocuente otras, para comunicarlo a la mayor distancia y para reconocer a nuestros colegas que han comprendido, sean de la lengua que sean». La francmasonería moderna ha sabido conservar esta esencia, pues, la riqueza esencial de las sociedades iniciáticas de la Edad Media, a saber, el mundo simbólico que permite, efectivamente, a algunos hermanos llegar mas allá de la expresión racional ordinaria, de la raza, de la cultura y del conjunto de los condicionamientos humanos. Por ello, se insiste tanto en la diferencia capital entre la francmasonería definida como una organización material y administrativa y el espíritu masónico, al que resumía así: «Aprender a construir corresponde, en la iniciación, al gran arte de la Vida Consciente». Ni la Religión, ni el Estado, mucho menos la Ciencia intentan despertar al hombre, sino al contrario dormirlo, La vida construye sin cesar, es una obra en perpetuo devenir que los masones intentan llevar hasta el más alto grado de perfección consciente. La masonería primitiva ofrecía a sus miembros, sobre todo, una concepción sagrada del trabajo y una experimentación permanente de la espiritualidad por medio de la inteligencia y de la mano. Estamos en el meollo del secreto masónico; por un lado, hay un organismo humano con sus debilidades y sus errores. Por el otro, una Orden verdadera basada en la iniciación y en la Consciencia Objetiva, una Orden que sólo revela sus riquezas a quienes cruzan la puerta de los grandes misterios y pasan de una iniciación ceremonial a una iniciación real. Así, se escribía sobre el juramento masónico: «Aunque me conceda la más entera libertad en lo que se refiere al relato de mis propias aventuras, me prohíbe cualquier revelación referente al propio secreto de la Orden». Según los testimonios de masones que «vivieron» el símbolo, este secreto en espíritu solo se hace accesible a los adeptos que practican con asiduidad la vía iniciática. Los libros que anuncian grandes revelaciones sobre los secretos masónicos sólo pueden ser imposturas, puesto que el Conocimiento último de las verdades de la Orden se alcanzan en el interior de una logia y no podría verse comprometido sin haber sido vivido. Este «secreto», considerado de este modo por vanos escritores masónicos, es innegablemente uno de los valores inmortales que tiene la francmasonería. No reside en algunas «tras-logias» creadas por imaginaciones delirantes, sino en el espíritu del masón que integra en su vida v en su pensamiento el mensaje del simbolismo milenario que encuentra en su taller. Hoy se descubren vestigios de una severa amenaza que en el acto de la iniciación masónica se le dirige al neófito, que si no hace caso será arrastrado por la marea, esto es un simbolismo de ser arrastrado por el mundo profano y su desenfrenado arrastre . La palabra del venerable maestro de una logia se comunica en “voz baja”, lo mismo que hace siglos prescribieron el Libro de los números caldeo y la Mercaba judía. Otras analogías no menos curiosas se echan de ver entre las ceremonias de los Misterios y las de la masonería actual. Una vez admitido el candidato, se lo llevaba aparte un iniciado antiguo para revelarle al oído el secreto de la comunidad. También el neófito masón jura, so pena de tremendos castigos, no comunicar secreto alguno a los hermanos de grado inferior, en correspondencia con lo siguiente: “El iniciado de tercer grado que antes del tiempo prescrito revele a los de segundo las verdades superiores, sufra pena de muerte”. El aprendiz masón promete que antes le arrancarán la lengua de raíz que divulgar los secretos recibidos. Por otra parte, dice: “Al iniciado de primer grado que comunique los secretos de la iniciación a individuos de otras castas para quienes la ciencia secreta ha de ser libro sellado, córtesele la lengua, este simbolismo se refiere a que el profano es incapaz de reconocer por si mismo que es una maquina inconsciente, y que si se le hace ver, o comprenderá, al contrario pudiera dañarle el saberlo.


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