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General: ¿Es que existe otro modo de vivir con los demás?
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De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 24/10/2011 00:41
¿Es que existe otro modo de vivir con los demás?
 
La mayor parte de la crítica que se hace a Gurdjieff y a sus métodos es vengativa y personal. Me resulta difícil comprender esa clase de crítica por la sencilla razón de que no tiene en cuenta que podía haber cierta responsabilidad personal en la relación con Gurdjieff. Esta posibilidad se descarta o, al menos, se evita afirmando que Gurdjieff "hipnotizaba" a su audiencia, o que era tan convincente e "irresistible" que los demás no podían luchar contra su influjo. Admito, desde luego, el magnetismo personal de Gurdjieff; sin embargo, ponía muchos obstáculos para que alguien llegara a ser miembro de sus grupos. En una ocasión que recuerdo claramente, se le acercó una pareja americana de mediana edad para pedirle ayuda. El hombre estaba parcialmente paralizado, y en su petición estaba implícito que esperaban que su "trabajo" en el Prieuré sirviera para aliviar la condición física del marido. Gurdjieff dejó absolutamente claro, en mi presencia, que ningún aspecto de su trabajo podía remediar el estado físico de ese hombre, como no fuera ayudarle a aceptarlo, pero dijo que no se oponía a que ingresara en el Prieuré, siempre que comprendiera y recordara que su estancia allí no aliviaría ni solucionaría la parálisis. De hecho, al principio de la entrevista, que tuvo lugar en el Prieuré, se negó a darles permiso para establecerse allí en calidad de alumnos. Sólo después accedió, poniendo esa condición. En aquella época tenía yo trece años, y me encargaron limpiar los aposentos de la pareja americana. Esto no era lo acostumbrado, puesto que cada uno tenía que limpiar su propio cuarto, pero se hizo una excepción, como una forma de cortesía, debido al estado del hombre, y a que su mujer estaba casi todo el tiempo en su compañía, empujando la silla de ruedas para que pudiera ver el trabajo que se realizaba, ya que le era imposible participar en él. Estuvieron en el Prieuré unos dos meses, y la mujer, en especial, parecía encontrar sentido a su estancia en la escuela. Ignoro lo que el marido pensaba de ello. Lo único que sé es que, al abandonar el Prieuré, dijeron —en realidad, fue ella quien lo dijo— que pensaban continuar el trabajo en Nueva York, con el grupo de Gurdjieff que allí estaba establecido. Unos nueve o diez años después volví a ver a aquella pareja. Hicieron un esfuerzo especial por localizarme. Quedé muy sorprendido al saber de ellos, y me alegró volverlos a ver, ya que de niño los dos me habían parecido muy agradables. Para mi asombro, cuando los encontré en Nueva York me hablaron de Gurdjieff con auténtico odio en la voz. Quedé tan sorprendido que apenas pude decir nada, y no supe cómo defenderle. Pero les escuché, y su larga arenga versaba sobre la "falsedad" de Gurdjieff, que, para ellos, era un "fraude", un "charlatán" y un "diablo", sobre todo porque no había hecho nada por curar al hombre de la parálisis. Con bastante simplicidad por mi parte, traté de recordarles que el propio Gurdjieff les había advertido que no podía hacer nada por aliviar su situación, pero era lo mismo que si intentara razonar con ellos en un idioma extranjero. El odio no responde al razonamiento. Esta fue mi primera experiencia —en relación con Gurdjieff— de enfrentarme con un punto de vista totalmente emocional, tan emocional que la relación quedaba por completo descartada. Me he encontrado con la misma situación en muchas otras ocasiones desde entonces. ¿Por qué aun ahora, muchos años después de la muerte de Gurdjieff, la crítica más frecuente que se le hace es tan emocional y casi nunca se basa en hechos concretos? Para mí, esto no hace sino subrayar lo que Gurdjieff llamaba "lo salvaje" del centro emocional o "del sentimiento" en el ser humano. Si examino mi propia experiencia del mundo, que nada tiene que ver con Gurdjieff, he de confesar que me veo abrumado continuamente por la fuerza de las reacciones emocionales de la gente y por la debilidad de su poder de razonamiento en las situaciones de tipo emocional. En el caso de Gurdjieff, no creo que su poder o magnetismo fuera la causa de la confusión. Creo que eran las expectativas de quienes entraban en contacto con él. No conozco a casi nadie que haya sido capaz de acercarse a Gurdjieff y examinarlo desde una perspectiva objetiva y razonable. Incluso sus admiradores aparentemente imparciales (y ¿cómo se puede ser imparcial y, al mismo tiempo, admirar a alguien?) quedaban horrorizados. a veces, porque para ellos era "sucio" o "poco amigo de la limpieza". Yo, que tuve que limpiar su habitación durante dos años, cuando era pequeño, sé que podía parecer sucio p poco amigo de la limpieza según las normas occidentales, pero eso no me producía más impacto que, por ejemplo, el hecho de que tuviera cierta edad o que pesara cierto número de kilos. ¿Qué tienen que ver sus costumbres en cuanto a la higiene con su conocimiento o con su capacidad como maestro? Cuando formulo esa pregunta, la respuesta es, casi invariablemente, que un buen maestro es siempre limpio. Esto me parece equivalente a aceptar el Cristianismo sólo después de investigar escrupulosamente las costumbres de limpieza que tenía Jesucristo. ¿Acaso, después de todo, sólo "los limpios están cerca de Dios"? ¿Se refiere esa afirmación tal vez a la limpieza corporal? He afirmado en este libro que mi propósito no es defender a Gurdjieff, pero me parece que tal afirmación no es del todo cierta o, cuando menos, que no está explicada en detalle. Si hay una implícita defensa ante las críticas de algunos de sus seguidores o de sus detractores, se debe a que me resulta difícil ser paciente con la falta de razonamiento imparcial de algunas personas. Parece que ven y juzgan a Gurdjieff a través de la niebla de sus deseos, necesidades o esperanzas, y nunca con total claridad. ¿Es siempre culpa del maestro que el alumno no consiga la mejor nota? Lo que Gurdjieff podía ofrecer, en mi opinión, era una enseñanza basada en muchas otras, y que no era necesariamente nueva. Si alguna novedad había en ella, era su método de enseñanza. Mi pregunta a sus críticos sería la siguiente: ¿Qué es lo que hacía tan difícil aceptar o rechazar tanto a él mismo como a sus enseñanzas? ¿Por qué la gente se implicaba tanto en lo emocional cuando entraba en contacto con Gurdjieff? Admito, sin reservas, que yo estuve implicado emocionalmente con Gurdjieff como hombre, y que ejerció una enorme influencia en mi vida; ahora bien, estoy implicado emocionalmente con cualquier persona a la que conozca bien. Así pues, ¿por qué habría de ser Gurdjieff una excepción? La implicación emocional, por otra parte, no impide que me dé cuenta de que una persona tiene algunos rasgos o características que me disgustan o que, incluso, puedo reprobar. Sin embargo, ¿se basará mi aprobación o mi afecto en la observación de tales rasgos? ¿Puedo, en realidad, atreverme a aprobar a alguien? No hay duda de que yo también experimento reacciones emocionales ante la gente, pero mis reacciones no tienen ningún efecto en la individualidad o "totalidad" de esas personas. Existen, tal como son, del modo que deciden ser —o como se ven obligadas a ser--, y eso es algo que yo no puedo alterar, por mucho que lo desee. Lo único que está en mis manos es aceptarlas o rechazarlas en el sentido personal. La vida me parece "depredadora" por su misma naturaleza, y si una persona no es "útil" (en el sentido de que pueda tener con ella algún tipo de intercambio, sea en el nivel que sea), ¿por qué he de relacionarme con ella? ¿Parece una afirmación hecha "a sangre fría"? Puede que sí, pero, ¿acaso la misma expresión "a sangre fría" no es puramente emocional? Si pudiera, haría cualquier cosa por mis hermanos, los hombres (¿por qué no?), pero esto no debe tomarse como una manifestación de tipo "altruista". El altruismo, en sí, es un motivo a menudo cuestionable y, normalmente, emocional. En los períodos en que "he amado a todo el mundo" y me he sentido "altruista" he descubierto con tristeza que, de todas formas, no puedo hacer nada por nadie. Desde luego, no en un sentido útil. Puedo compartir la vida con los demás, pero sólo a condición de que sea provechoso (o agradable o placentero) para las dos partes. ¿Es que existe otro modo de vivir con los demás?
 
Recordando a Gurdjieff de Fritz Peters.
 


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