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General: EL CUARTO CAMINO : GURDJIEFF - Los HIDROGENOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 14/12/2011 13:58
 
EL CUARTO CAMINO : GURDJIEFF - Los HIDROGENOS
http://groups.google.com/group/secreto-masonico

Vivimos en un Universo de calidades, de las que nos percatamos muy
vagamente. Nuestros valores ordinarios se basan casi enteramente en
las cantidades. Estamos acos-tumbrados a medidas de número, de peso,
de distancia, de tiempo, y similares; y no vemos que esto es una
ilusión. Platón en el Mito de Timeo, que tiene que ver con la crea-
ción, discute el patrón (que implica la Ley del Tres) y dice luego:
<
alguna creada, Dios hizo una imagen de la eternidad en progresión de
acuerdo al número, es decir, el Tiempo>>.

La mente emocional se percata de una diferente escala de valores que
implican el intangible factor de la calidad. El diccionario define la
calidad como el <
distingue a un mueble de época de un artículo producido en serie que
puede ser funcionalmente superior? La calidad del mueble de época se
derivaría del trabajo que tuvo que ver con él, el cuidado y la
destreza del artesano que lo hizo, y el afecto y el deleite de los que
está impregnado. Lo mismo sucede con las gran-des obras de música o de
arte, compenetradas por las emo-ciones de sus creadores. Sin embargo
hoy en día las valora-mos conforme a lo que costarán en el mercado.
Estimamos altamente un diamante como adorno, pero no otorgamos valor
alguno al aire que respiramos, pese a que sin él no so-breviviríamos.
Nuestra escala de valores está patas arriba.

¿Cómo, pues, podemos calibrar la calidad? Esta claro que no puede
medirse en términos materiales, pero quizá podamos relacionarla con la
doctrina de Swedenborg sobre las utilidades. En dicho contexto todo
tendría un valor es-pecífico y posiblemente identificable, determinado
por su lugar y su propósito en el Universo. Este es un aspecto de una
estructura ya creada, continente de una vasta asam-blea de
materias-energías, de las que sólo una pequeñísima porción es de
carácter físico.

La ciencia nos dice que la materia y la energía son ambas
manifestaciones de algún tipo de vibración; pero no hemos de suponer
que las vibraciones físicas percibidas por los sentidos sean el único
tipo que existe. Podemos de hecho considerar que el Universo creado
comprende un vasto es-pectro de vibraciones, que van desde las más
finas y rápi-das hasta formas más lentas y densas en sucesión. Sin em-
bargo, como cabria esperar, el espectro no es continuo, sino que se
desarrolla en pasos discretos de acuerdo con la Ley del Siete,
produciendo tres octavas consecutivas de radiación, desde el Absoluto
hasta la Luna en el Rayo de Creación.

Esta es una idea de considerable valor practico, y fue de-sarrollada
por Gurdjieff en lo que llamó la Tabla de los Hi-drógenos. Al hacerlo
así tomó prestado su lenguaje a los al-quimistas medievales para
indicar la calidad de la fuerza implicada en cualquier operación. En
estos términos a una substancia que conduce fuerza activa se la
denomina car-bono, mientras que a una que conduce fuerza pasiva se la
denomina oxígeno. Al conductor de la tercera fuerza, o neutralizante,
se le llama nitrógeno. Estos términos fueron adoptados por los
alquimistas porque los elementos quí-micos reales que portan estos
nombres poseen propiedades que tienen una cierta analogía con las
fuerzas de una tría-da. El carbono es el elemento activo de un gran
número de compuestos químicos. El oxigeno es un elemento coopera-tivo,
muy dispuesto a combinarse con otros, mientras que el nitrógeno puede
combinarse con ambos.

Veamos ahora cómo puede desarrollarse una cadena de tríadas a partir
de las octavas de radiación. Serán necesa-rias tres fuerzas, a las que
podemos asignar los valores I, 2 y 3 para la primera tríada. Estas
tendrán, pues, que ser con-ducidas por las notas Do, Si, La, de la
primera octava. El Do conducirá fuerza activa, actuando así como un
carbo-no. La fuerza positiva, en cambio, debe ser conducida por la
nota La, pues la tercera fuerza debe ocupar una posición intermedia,
de modo que será conducida por la nota Si, tal como se muestra en la
fig. 6. Es así que las tres fuerzas no operan en secuencia, sino en el
orden I, 3, 2 disposición llamada <>.

Estando estas tres fuerzas en la relación correcta, produ-cirán
entonces una resultante, que podemos designar por el número 6, que es
la suma de los números de las fuerzas. Esta es una entidad neutral,
con una existencia específica, a la que Gurdjieff llamó hidrógeno, un
término puramente alquímico sin conexión alguna con el hidrógeno de la
quí-mica.

Esta tríada puede entonces generar otra tríada posterior, usando las
notas La, Sol, Fa. La nota La cambiará su papel, y conducirá fuerza
activa, actuando así como un carbono en la segunda tríada; pero la
intensidad de la fuerza no cambiará. Tendrá todavía el valor 2, de
modo que las fuer-zas de este retoño deberán designarse como 2, 4 y 6
respec-tivamente, dando por resultado un segundo hidrógeno que tiene
el número 12. El proceso continúa con una sucesión de tríadas que
producirán resultados de creciente densi-dad, lo que viene indicado
por el número del hidrógeno de cada etapa, que se hace el doble.

Sin embargo, las dos primeras etapas del desarrollo están totalmente
más allá de la comprensión humana, de modo que para los fines
prácticos debemos comenzar con la ma-teria-energía mas elevada en
disponibilidad para (y real-mente existente en) el hombre. Esta es la
tercera tríada, que por la figura 7 se verá que corresponde con el
nivel de la Galaxia, del que se origina el hombre. De aquí que to-
memos ésta como la primera tríada práctica, y que comen-cemos desde
aquí nuestra numeración; de suerte que ésta se convierte, para nuestra
escala, en el hidrógeno 6, que tiene (para nosotros) la calidad de
energía consciente.

Este es seguido entonces por una sucesión de materias-energías cada
vez más groseras, tal como lo muestra la fig. 7. Las tres primeras son
las llamadas energías psíquicas. Estas son las energías que sustentan
la operación de los di-versos Centros que controlan las actividades
físicas y psicológicas del cuerpo. A continuación viene un curioso hi-
drógeno llamado <>, que es la energía vital necesaria
para mantener la vida del cuerpo; y la tabla concluye entonces con
cinco hidrógenos de calidad mate-rial pertenecientes al mundo físico.
Las designaciones son necesariamente muy amplias. El H192, por
ejemplo, lla-mado <>, es la calidad de cualquier material gaseoso,
y los nombres en general deben tomarse como indicativos.

El aspecto importante de la tabla de hidrógenos es que las etapas
sucesivas no son compatibles en calidad. La constitución de la fuerza
de energía vital, H96, es claramente de un orden enteramente diferente
de cualquiera de los hidrógenos físicos. Hay, de hecho, un cambio de
estado a cada nivel, de modo que los diversos hidrógenos no son sólo
grados de excelencia de la misma cosa, sino energías-materias
separadas y distintas que tienen su lugar apropiado en el Universo
creado.

La asignación de valores numéricos a estas entidades separadas
proporciona una representación conveniente de su escala, e identifica
su lugar y uso en la estructura. Son las energías que sustentan a la
inteligencia directora del nivel de su existencia. Quizá no
consideremos a los materiales físicos como dotados de mente, pero en
realidad son conjuntos de moléculas y átomos que gradualmente se
agotan, y tienen que ser renovados. Esta acción de recargarlos es
dirigida por una inteligencia apropiada, sustentada por la fuerza del
hidrógeno correspondiente.

Posiblemente entendamos esto mejor en conexión con los tres hidrógenos
<>, H12, H24 y H48. Estos hi-drógenos psicológicos, que están
más allá de las percepcio-nes de los sentidos, son las energías que
sustentan a las di-versas inteligencias o mentes que dirigen nuestro
compor-tamiento. H48 es la energía de la mente formativa, la men-te
que dirige nuestro pensamiento convencional y estereo-tipado. H24 es
la energía usada por los Centros Instintivo y Motor, y debería ser
usado por el Centro Emocional, aun-que en la práctica este Centro
funcione a menudo con una calidad inferior de energía, algo así como
hacer correr con fuel-oil a un coche de carreras muy preparado.

H12 es una calidad de energía superior aún, con la que el Centro
Sexual, con todas sus tremendas potencialidades, debería funcionar.
Sin embargo, raramente lo hace. Su preciosa energía es robada por los
otros Centros que, como antes se dijo, funcionan entonces con un
fervor indebido y peligroso. Puede también ser usado por las partes
internas del Centro Emocional, en cuyo caso puede comunicar con una
inteligencia cósmica llamada Centro Emocional Su-perior, que funciona
con este mismo hidrógeno.

La energía más elevada que el hombre tiene a su disposición es H6.
Esta es de carácter enteramente cósmico, y tie-ne que ver con una
inteligencia de calidad Divina llamada Centro Intelectual Superior. Su
función en el hombre es la de transmitir influencias conscientes a
través de la estruc-tura, de modo que constituye la fuerza espiritual
directora. El contacto con esta inteligencia sólo es posible, sin
embargo, a través del desarrollo y purificación de las partes internas
de nuestros Centros individuales.

Ahora bien, aunque podamos simplemente apreciar que estas energías
psíquicas serán de calidad diferente, hay también un aspecto muy
práctico en su discontinuidad en cuanto a sus diferentes frecuencias
de operación. Esto pue-de verse observando el comportamiento de los
Centros, que funcionan con velocidades marcadamente diferentes. El más
lento es la parte formativa del Centro Intelectual, que tiene que ver
con el pensamiento racional. Esta opera con H48, que es una energía
muy lenta. Aunque podamos no darnos cuenta de ello, la formación de un
pensamiento coherente lleva un tiempo apreciable. Considerado, por
ejemplo, el simple acto de caminar. Si hubiese de trabajar-se éste con
detalle tendríamos que decidir exactamente dónde colocar el pie y qué
músculos usar-una operación que puede ocupar muchos segundos de
tiempo. Pero el Centro Motor, que trabaja con H24, ejecuta las
acciones en una fracción de segundo (una vez que ha sido conveniente-
mente educado).

Hay una disparidad aún mayor en las operaciones del Centro Instintivo,
que también trabaja con H24. Un vaso de coñac producirá una sensación
de calor casi instantá-nea. Sin embargo, para hacerlo así ha tenido
que sufrir una serie de elaboradas transformaciones químicas que
llevaría horas repetir en un laboratorio. Similarmente, el Centro
Emocional crea sentimientos instantáneos de gusto, de gozo, de
ansiedad y temor, etc., sin pensamiento alguno.

Se dice que H24 es 30.000 veces más rápido que H48. Este es un número
mágico que será discutido posteriormente, cuando pasemos a considerar
los Cosmos (capitulo 13), pero resulta claro que el proceso ordinario
de pensamiento es muy fatigoso en comparación con las otras
facultades. Sin embargo, el Centro Intelectual puede operar con H24 si
opera en armonía con el Centro Emocional. Esto crea el conocimiento
instantáneo y sin palabras al que llamamos intuición. Más aún, las
partes internas de los Centros pueden operar con hidrógenos más finos
aún, produciendo reacciones aún más rápidas, como un malabarista, que
tiene efectivamente mas tiempo a su disposición. Sin embargo, no cabe
esperar un cambio de nivel repentino y completo. Conforme uno deviene
más consciente, los Centros comienzan a operar con una mezcla de
hidrógenos, proporcionando una calidad de energía intermedia que
gradualmente puede volverse más pura.

Las impresiones recibidas por los sentidos tardan un poco de tiempo en
viajar a través de los nervios hasta el cerebro, pero la subsiguiente
interpretación de la información depende del nivel de la inteligencia
directora. Esta ha establecido patrones de asociación que son entonces
interrogados por el cerebro, de acuerdo con su programa establecido.
La mente lógica crea asociaciones elaboradamente detalladas que tienen
entonces que ser examinadas por turno. Este es el pensamiento de H48,
que es lento y ponderado, aunque necesario al explorar cualquier nuevo
asunto. Sin embargo, si se usa la energía H24, más ligera,
proporcionará programas modificados que rechazarán gran parte de los
detalles y verán atajos a la interrogación, de modo que las
interpretaciones resultarán inconmensu-rablemente más rápidas.

Las asociaciones son mucho más simples en los Centros Instintivo y
Motor, y son escudriñadas mucho más rápida-mente por la mente
apropiada; y esto se aplica aún más al Centro Emocional, que en su
estado puro sólo tiene que ver con patrones de relación del Universo,
patrones que la mente emocional, usando las energías atemporales H24 y
H12, puede reconocer en su conjunto.

Evidentemente estos hidrógenos superiores son de gran-des
potencialidades, pero aunque existen no debemos su-poner que están
disponibles automáticamente. Tenemos que establecer contacto con ellos
por nuestros propios es-fuerzos, lo que implica el uso consciente de
los procesos de transformación en el cuerpo.

Resulta claro que esta tabla de hidrógenos no es una cla-sificación
arbitraria, sino una expresión de la naturaleza misma del Universo.
Ilustra, por ejemplo, cómo son trans-mitidas las fuerzas vivificantes
a través de la estructura creada en una serie de tríadas descendentes,
produciendo una serie de manifestaciones distintas de potencialidad
progresivamente menor, pero específicamente aplicables a las
condiciones de su nivel. Puede verse, por ejemplo, en términos
físicos, que el aire, que es de la calidad de H192, tiene un grado de
libertad no poseído por el agua, H384; pero el agua es un medio
necesario para los peces, que no pueden vivir en el aire.

No nos percatamos de este proceso de transmisión como tal. Sólo
percibimos sus resultados en las manifestaciones, aparentemente
separadas, del mundo familiar. No obstan-te, podemos reconocer que la
materia abandonada a si mis-ma degenera en desorden, de modo que en un
Universo viviente debe de haber algún mecanismo de recarga; y esto se
consigue realmente por un proceso de transformación en cada nivel.
Pero ningún material o energía puede ser elevado en calidad excepto
por la influencia de algún nivel superior, que debe existir ya de
antemano. La tabla de hidrógenos muestra que tales niveles existen de
hecho, de modo que las transformaciones necesarias pueden ser
producidas por una sucesión de tríadas ascendentes Esta, en verdad, es
una actividad del universo poco reconocida, pero esencial, que
posteriormente trataremos

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