Pasu Machu! es una expresión popular peruana de asombro que tiene doble
significación, pues a veces puede significar ¡tremendo logro!, y otras también
puede ser ¡tremendo peligro!
Luego de la elección de Machu Picchu entre las maravillas del mundo moderno,
muchos peruanos hemos exclamado ¡Pasu Machu! en los dos sentidos.
En el primer sentido la hemos utilizado para decir ¡qué bien que eso pase! pues
se reconoce una maravilla, que pondrá al Perú en más circuitos turísticos mundiales.
En el segundo sentido muchos la hemos dicho preocupados por el gran riesgo que
eso trae para nuestra ciudadela pues ¿cómo vamos a conservar su salud frente a
tanto turista que querrá venir a visitarla?
Para evitar esa ambivalencia podemos quizás utilizar una táctica del marketing,
que, como mostramos siempre en esta columna, es una disciplina que puede ser
también muy útil en la vida diaria.
Esta es la táctica de los productos "gancho".
Un "producto gancho", es un producto de muy alta calidad u ofrecido a un precio
excepcional, que hace que mucha gente decida visitar una tienda para comprarlo.
Este es el caso del "televisor plano de 30 pulgadas a 2,000 soles" o del "litro de aceite
superior a 1.50", que lleva a que mucha gente termine comprando también el DVD
o el paquete de chocolates y el yogurt en el mismo establecimiento.
En este sentido quizás sea conveniente hacer de Machu Picchu el "producto gancho"
para el turismo en el país.
Eso significa que a partir de su nominación entre las siete maravillas del mundo, dentro
de la política turística del país Machu Picchu debería tener como objetivo primordial
darle a todos los otros atractivos peruanos la posibilidad de ser "adquiridos" por los
visitantes. La idea es entonces que nuestra maravilla atraiga a muchos turistas a la gran
"tienda" de emociones que es el Perú, esperando que estando aquí los dirijamos también
a observar nuestro gran patrimonio histórico Kuelap, Chan Chan, Sipán nuestras maravillas
naturales el Manu, el Colca, Pampa Galeras, y nuestras grandezas culturales la Candelaria,
el Inti Raymi y la cocina criolla entre otros.
Lo interesante es que con la misma táctica podemos aliviar la preocupación sobre la c
onservación de la salud de la ciudadela.
En efecto, poca gente sabe que las empresas no ganan vendiendo el producto "gancho",
sino que logran su utilidad en los otros productos vendidos.
Por ello podría proponerse que, sin buscar ganancias allí, todo lo que se recaude en
Machu Picchu sirva para atender bien a los miles de turistas que vendrán a verlo y a
preservar al máximo la integridad del sitio.
Sabiendo que las ganancias vendrán por otro lado, no debería entonces escatimarse
un céntimo en teleféricos, zonas de observación cerradas y sistemas de protección, pues la
salud de todo el turismo peruano dependerá en gran parte de la belleza permanente de las
piedras sagradas de esta maravilla. ¡Pasu Machu Machu Picchu!