El arrianismo es el conjunto de doctrinas cristianas desarrolladas por Arrio, presbítero (anciano) de Alejandría, probablemente de origen libio, así como por algunos de sus discípulos y simpatizantes. Uno de los primeros y probablemente el más importante punto del debate entre los primeros cristianos fue el tema de la deidad de Cristo. El arrianismo fue condenado como herejía inicialmente en el Primer Concilio de Nicea (325) y, tras varias alternativas en las que era sucesivamente admitido y rechazado, fue definitivamente declarado como herético en el Primer Concilio de Constantinopla (381). No obstante, se mantuvo como religión oficial de algunos de los reinos establecidos por los godos en Europa tras la caída del Imperio romano de Occidente. En el Reino Visigodo de Toledo pervivió hasta el III Concilio de Toledo (589), durante el reinado de Recaredo I.
El arrianismo es definido como aquellas enseñanzas atribuidas a Arrio opuestas al Dogma Trinitario determinado en los dos primeros concilios ecuménicos y mantenido en la actualidad por la Iglesia Católica, las Iglesias Ortodoxas Orientales y la mayoría de las Iglesias protestantes. Este término también se utiliza en ocasiones de forma inexacta para aludir genéricamente a aquellas doctrinas que expresen negación de la naturaleza divina de Jesús.

Historia
Arrio sostenía que Jesús fue creado por Dios como el primer acto de la Creación, que Jesús fue la coronación gloriosa de toda la creación. Entonces, el arrianismo, es la opinión de que Jesús fue un ser creado con atributos divinos, pero no divino en y por Sí mismo.
La naturaleza de Jesús era el problema más complejo de los primeros siglos del cristianismo, como lo revelan las discusiones teológicas. En los primeros siglos del cristianismo se planteaba el problema de la relación del Hijo y de Dios. A esto se le llamó las disputas cristológicas.
En la Iglesia cristiana primitiva se creía que Cristo había preexistido como Hijo de Dios ya antes de su encarnación en Jesús de Nazaret, y que había descendido a la Tierra para redimir a los seres humanos. Esta concepción de la naturaleza de Cristo trajo aparejados varios debates teológicos, ya que se discutió si en Cristo existía una naturaleza divina o una humana, o bien ambas, y si esto era así, se discutió la relación entre ambas (fundidas en una sola naturaleza, completamente separadas: Nestorianismo, o relacionadas de alguna manera).
El encarnacionismo prendió fuertemente en el mundo gentil, y especialmente en el occidente del Imperio romano. Arrio había sido discípulo de Pablo de Samosata, un predicador oriental del siglo III, y creía que Cristo era una criatura, la primera criatura que había sido formada por el Creador antes del inicio de los tiempos.
Según Atanasio de Alejandría, éstas son algunas de las enseñanzas arrianas, citadas en su obra Discurso contra los arrianos:
"Dios no siempre fue Padre" sino que "hubo un tiempo en que Dios estaba solo y aún no era Padre, pero después se convirtió en Padre." "El Hijo no existió siempre;" pues, así como todas las cosas se hicieron de la nada, y todas las criaturas y obras existentes fueron hechas, también la Palabra de Dios misma fue "hecha de la nada" y "hubo un tiempo en que no existió" y "Él no existió antes de su origen", sino que Él y otros "tuvo un origen de creación". Pues Dios, dice, "estaba solo, y la Palabra aún no era, ni tampoco la Sabiduría. Entonces, al desear darnos forma, Él hizo a cierto ser y lo llamó Palabra, Sabiduría e Hijo, para que pudiera darnos forma por medio de Él."
Atanasio de Alejandría, Primer discurso contra los arrianos
Finalmente, en el Primer Concilio de Nicea del año 325 se aprobó el credo propuesto por Atanasio de Alejandría, y la cerrada defensa de la naturaleza divina del Hijo de Dios hecha por Atanasio consiguió incluso el destierro de Arrio. Cuando éste fue perdonado el año 336, murió en misteriosas circunstancias (probablemente envenenado). La disputa entre partidarios de la Trinidad, arrianos y los llamados "semiarrianos" iba a durar durante todo el siglo IV, llegando incluso a haber emperadores arrianos (el propio Constantino I el Grande fue bautizado en su lecho de muerte por el obispo arriano Eusebio de Nicomedia).2 Ulfilas, obispo y misionero, propagó el arrianismo entre los pueblos germánicos, particularmente los visigodos, vándalos, burgundios y ostrogodos. Después del Concilio de Constantinopla del año 381, el arrianismo fue definitivamente condenado y considerado como herejía en el mundo católico. Sin embargo, el arrianismo se mantuvo como religión de algunos pueblos germánicos hasta el siglo VI, cuando Recaredo I, rey de los visigodos, se bautizó como católico en el año 587 e impuso el catolicismo como religión oficial de su reino dos años después, tras el III Concilio de Toledo (589). En Italia, las supervivencias arrianas en el Reino longobardo persistieron hasta muy avanzado el siglo VII3 y el rey Grimoaldo (662-671) puede considerarse como el último monarca arriano del Reino4 (y de Europa).
Tras la celebración en 325 del Concilio de Nicea , resurgió con fuerza en la propia Constantinopla la idea de arrianismo gracias al apoyo de su obispo, Eusebio de Nicomedia, quien logró convencer a los sucesores del emperador Constantino para que apoyaran el arrianismo y rechazaran la línea ortodoxa aprobada en Nicea y sustituyeran a los obispos nicenos por obispos arrianos en las sedes episcopales de Oriente.

El arrianismo en la actualidad
A pesar de que el Arrianismo como tal haya desaparecido, se considera continuadores de ciertos aspectos del arrianismo a varias comunidades religiosas:
La cristología de los Testigos de Jehová guarda algunas similitudes con el arrianismo, en el sentido que ambas consideran a Jesús como el unigénito del Dios Padre, y no como Dios mismo y parte de la Trinidad.
Los socinianos, una denominación nacida luego de la Reforma Protestante en Polonia, no cree en el aspecto divino de Jesús, por lo que en alguna medida pueden ser considerados herederos del arrianismo.
Teologías actuales surgidas en la iglesia católica son acusadas de reproducir esquemas arrianos, con una presentación no cristológica de Jesús. Acusaciones recientes al teólogo José Antonio Pagola por lo expuesto en su libro "Jesús, aproximación histórica" (PPC, 2007) por parte del obispo de Tarazona, Demetrio Fernández, dan idea de que la herejía (desde el punto de vista católico), sigue en la mente de la Iglesia. Por lo general, se cree que determinadas nuevas eclesiologías combinan la teología liberacionista con el nuevo arrianismo científico, surgido de determinadas corrientes historicistas en la investigación bíblica. Pero no hay una voz oficial ni única sobre este tema: el diálogo, pues, sigue abierto.

El arrianismo en el saber popular

Se ha usado arriano durante la historia para tildar desde el mundo católico a cualquier cismático con la autoridad de la Iglesia con respecto a la cuestión de la unidad de Dios y la Trinidad. Por ejemplo, durante siglos, el mundo cristiano tendió a ver al islam como una forma de arrianismo. Se ha avanzado la hipótesis de que la permanencia de arrianos tanto en Oriente Medio como en África del Norte y en Hispania habría facilitado la expansión musulmana en estas regiones durante los siglo VIII y siglo IX. En Hispania, para dar un ejemplo, la Catedral Principal de la Ciudad de Córdoba fue convertida en mezquita por los arrianos que abrazaron el islam.
Aunque no exista una iglesia arriana centralizada desde que Recaredo y con él todos los visigodos se convirtiesen a la fe católica en el III Concilio de Toledo, la disputa que hubo entre arrianos y católicos ha llegado hasta nuestros días en el saber popular. La expresión española armarse la de Dios es Cristo, indicando que va a haber un problema muy grande, hace referencia a las disputas tanto en el plano teológico como en el político y militar que hubo entre arrianos y católicos entre los siglos IV y VI.