Para el pueblo mexicano, ser «guadalupano», trasciende las fronteras del catolicismo. Miles de ellos, se lanzan en peregrinación días antes del 12 de diciembre, su celebración, para agradecer todas las gracias recibidas y rezar a su «Morenita». La Basílica de Guadalupe, es uno de los templos de la iglesia católica con más peregrinos después de la Basílica de San Pedro en Roma. La imagen es un estandarte popular del pueblo mexicano, venerada por campesinos, empresarios, obreros o médicos.
De acuerdo con el «Acontecimiento Guadalupano» la Virgen de Guadalupe se le apareció en cuatro ocasiones al indígena San Juan Diego. En uno de estos encuentros, ocurridos en 1531, la Virgen le pidió subir al Cerro del Tepeyac, recolectar varias flores con ayuda de su tilma y llevárselas al obispo como prueba de su existencia. Al estar frente al religioso, Juan Diego extendió la prenda y de forma milagrosa, en ella quedó plasmada la imagen de una virgen morena con rasgos mestizos. Estas apariciones marianas se sustentan en el Nican Mopohua, relatado en náhuatl de 1556 atribuido al noble indígena Antonio Valeriano, y que se construyó a partir de los testimonios que el propio Juan Diego dio de viva voz.
Desde entonces, esta imagen se convirtió en uno de los elementos más importantes del catolicismo, no sólo de México, sino a nivel mundial. Una imagen no exenta de discrepancias y enigmas, que giran en entorno a esta representación.
La Tilma
La Iglesia y sus investigadores sostienen que el material sobre el que está plasmada la imagen de la Virgen proviene de una especie de agave, material que con el paso de los años tiende a deteriorarse fácilmente. Además,
carece de preparación de fondo, lo que haría imposible que pudiera pintarse al óleo o al temple. De hecho, no hay rastros de pinceladas ni de pintura animal, mineral o natural. En la tela, y al acercarse lo único que se ve es la tela del maguey, sin ningún tipo de pintura encima.
Sin embargo, otros sostienen que la tilma está hecha de cáñamo y lino, un material mucho más duradero y que sí puede pintarse. Aseguran que a simple vista se puede apreciar una preparación de color blanco, probablemente sulfato de calcio, sobre la que luego pintó. Se dice que la obra ha sido pintada varias veces y que es posible identificar la firma de algunos de los artistas responsables, entre ellos la del indio Marcos Cipac de Aquino.
Las diferencias entre las reproducciones de la Virgen realizadas siglos atrás y la imagen actual, sugieren que, el lienzo fue alterado. Una prueba es la corona que desapareció en el siglo XIX sin que hasta ahora haya una explicación clara.
Otra polémica dice que muchas de las pruebas ofrecidas para probar el milagro no son veraces. En lo particular se cuestiona la existencia de los supuestos estudios que la NASA realizó de la imagen.
Eduardo Francisco Vázquez
Los ojos
Son unos de los elementos más inquietantes de esta figura. La pieza ha sido analizada por distintos oftalmólogos de prestigio internacional, uno de ellos el Dr. Enrique Graue, quien encontró que la pupila de la virgen se contrae y dilata de acuerdo a la luz que recibe, tal y como ocurre con los ojos reales.
En los ojos de la Virgen también es posible distinguir «el reflejo» de varias figuras humanas. Se habla del hallazgo de hasta 12 personajes, que, según se narra, fueron los testigos del milagro cuando San Juan Diego mostró su ayate, es como una fotografía que capturó ese momento.
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El Manto
La posición de las estrellas del manto que porta la virgen de Guadalupe, de acuerdo a estudios astronómicos, corresponden a la configuración exacta del cielo el día en el que esta imagen fue revelada.
No obstante, la vestimenta y configuración de la Virgen de Guadalupe es muy anterior a su aparición de Nueva España. El ejemplo más claro es la Virgen de Guadalupe de Extremadura. Una imagen de la Virgen, con tez morena de origen árabe y que fue llevada a México por Hernán Cortés.
El tejido dañado se restauró por sí mismo
Los Incidentes
Entorno a esta imagen hay varios sucesos insólitos. Uno de ellos ocurrió en 1791, cuando accidentalmente vertieron en la tela un poco de ácido muriático. Un mes después, y sin aplicarle ningún tratamiento especial, el tejido dañado se restauró por sí mismo, dejando sólo una breve decoración en la zona como prueba de lo ocurrido.
El 14 de noviembre de 1921, un anarquista colocó un arreglo floral junto a la imagen, este objeto contenía en su interior una bomba que al detonar destruyó todo lo que se encontraba alrededor, con excepción de la tilma de la Virgen de Guadalupe, estaba detrás de un simple cristal y de forma inexplicable no se rompió. Junto a la imagen, había una cruz de metal que se dobló, y que se dice, protegió al ayate del percance.
Todas estas contradicciones, versiones encontradas y diversos puntos de vista, contribuyen a darle más profundidad e interés al culto a la Virgen de Guadalupe.