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NUMERO 33 (RELACION CON EL PERIODO SIDEREO DE MERCURIO) / ESTRELLA DE DAVID / INTERRELACION CON ORION EN FUNCION AL AFELIO Y PERIHELIO DE MERCURIO
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A gauche, l'emblème maçonnique.
A droite, l'"étoile de David".
Deux barres ou lignes horizontales appliquées sur le compas et l'équerre maçonniques suffisent à faire de l'emblème une étoile de David.
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En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas (la Gnosis, la Sabiduría Oculta) de los sabios (de los eruditos) y de los entendidos, (de los intelectuales) y las hayas revelado á los niños. (A los Iniciados). Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos." (Mateo 11: 25-26). (El cielo y la tierra, es la alquimia, osea la ESCALERA DE JACOB. La cuadratura del circulo es el patron matematico de la alquimia y esta basado, insisto, en el numero de oro. Justamente Salomon es un tipo del GRIAL.)
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría (sophia) y de la ciencia (gnwsiV, gnosis) de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos, 11: 33). (Camino es una referencia a MERCURIO y Juicio es una referencia a ORION=ESPADA. EL NUMERO 33 NO ESTA POR CASUALIDAD. ES UNA REFERENCIA A LA ESTRELLA DE 6 PUNTAS. OSEA QUE EN LA MISMA PALABRA ESTA CODIFICADA LA RELACION ORION-MERCURIO-VIA LACTEA. PENSAR QUE HAY IGNORANTES QUE DICEN QUE LOS ESCRITORES DE LA BIBLIA NO CONOCIAN EL PI. ESA ES LA SOBERBIA DEL SER HUMANO QUE SE CREE TENER MAS DERECHOS QUE EL CREADOR. ASI ESTA EL MUNDO. SOLO EN JESUCRISTO ESTA LA VERDADERA LIBERACION DE LA EGOLATRIA, IDOLATRIA Y DEL PECADO.)
ESPADA=ORION
This shows Mercury's Inferior Conjunctions with Earth which make a triangle.
Now here are Mercury's Superior Conjunctions with Earth that make an inverted triangle.
Here is what we get when both of these synodic periods are added together. The star of David.
33 SIMBOLIZAN A LOS DOS TRIANGULOS (INFERIOR Y SUPERIOR)
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¿El final del «Risorgimento»?
Creada: 11.03.2018 00:53
Última actualización: 11.03.2018 00:53
El Renacimiento italiano inventó el sueño de la unidad del país para recuperar una antigua Edad de Oro en la que fueron sinónimo de civilización. Los ilustrados del siglo XVIII vieron en esa unificación el plan completo para reformar el país. La palabra «Risorgimento» apareció así, en 1750, para designar el proyecto de recuperación de la grandeza italiana a través de la unificación. La península estaba entonces dividida en reinos, principados y repúblicas, como el Reino de las Dos Sicilias, la República de Génova, la República de Venecia, el Reino del Piamonte, Trento, Módena, Parma, Toscana, Milán o los Estados Pontificios. La Revolución Francesa dio el empuje final a las ideas nacionalistas y revolucionarias de los ilustrados italianos. Apareció entonces la idea de nación como comunidad de ciudadanos fundada en el vínculo contractual y la conciencia cívica, con raíces en un pasado común glorioso. Las guerras de saqueo de la Convención y el Directorio francés en tierras italianas se hicieron acompañar de reformas para descabezar a los dirigentes locales y colocar unos nuevos. Napoleón continuó dicha política, y dibujó el mapa peninsular casi a su antojo. Estos conflictos contra el invasor generaron una conciencia nacional al igual que en otros países, como España y Alemania. Las élites culturales, políticas y económicas comenzaron la construcción nacional, aunque vinculada a distintos proyectos. La corriente neogüelfa sostenía la existencia de una raza italiana unida por la sangre, la religión y el idioma, y propugnó la unión en torno al Papa. Los monárquicos liberales, como Cavour, idearon la unificación en torno al Reino de Piamonte y una Constitución para los italianos. Los republicanos, con Mazzini y Garibaldi, sostenían la unión en forma de República democrática. Era, decía Mazzini, la «Tercera Roma»: tras la de los Césares y los Papas, llegaba la «de los pueblos». La unificación pasaba por la expulsión del extranjero, Austria, presente en el país desde 1815. El levantamiento liberal en Viena en 1848, con la caída de Metternich, propició la ocasión. En Lombardía, los milaneses se rebelaron contra los austriacos el 19 de marzo. Venecia siguió el ejemplo, y el republicano Daniele Manin proclamó la República de San Marcos. Carlos Alberto, el rey del Piamonte, unió su ejército al de Toscana, Estados Pontificios, Venecia y Nápoles para acudir en auxilio de Milán. La llegada de las tropas italianas permitió la celebración de plebiscitos en Lombardía, los Ducados y Venecia para la incorporación al Reino del Piamonte. Sin embargo, la retirada de las tropas romanas y napolitanas por miedo a que el movimiento acabara en una revolución, permitió que Austria echara a los piamonteses del norte de Italia tras la batalla de Custoza (24 y 25 de julio). La primera guerra de independencia se saldó con fracaso.
Garibaldi y Mazzini
La derrota de la unificación en torno a la monarquía piamontesa no detuvo a los republicanos. Tras la huida del papa Pío IX, Mazzini proclamó la República de Roma en febrero de 1849 bajo el lema «Dio e Popolo». La intervención francesa y española restauró al Pontífice en su trono, pero añadió dos nombres a la mitología romántica del nacionalismo italiano: Garibaldi y Mazzini. Al tiempo, situaba a los Estados Pontificios y al Reino de las Dos Sicilias, reticentes a las reformas, como los dos obstáculos patrios a la unidad. Cavour, primer ministro de Víctor Manuel II, se convirtió en el gran constructor de la unidad: se alió a Francia contra Austria, convirtió la «cuestión italiana» en una de las principales del orden europeo, y planteó la unificación en torno a una Constitución liberal y los plebiscitos territoriales. Era un pueblo que decía un proyecto común para «resurgir». Cavour forzó la guerra con los austriacos, a quienes derrotaron los ejércitos franceses de Napoleón III en Magenta y Solferino, en junio de 1859. La política plebiscitaria del Piamonte consiguió la incorporación entonces de Toscana, Parma, Módena y Bolonia, y la Lombardía fue cedida por Francia.
Garibaldi, símbolo de la nación romántica e irredenta, reclutó un pequeño ejército, los «Mil Camisas Rojas», que desembarcaron en Marsala (Sicilia), en mayo de 1860. allí se le unieron unos tres mil sicilianos contra el Rey napolitano. La idea de Garibaldi era conquistar el sur y llegar a Roma para proclamar la unidad italiana bajo la República. Pasó el estrecho de Mesina e hizo un viaje triunfal hasta Nápoles. El rey Francisco II huyó, y el 7 de septiembre, Garibaldi entró en Nápoles. Sin embargo, las tropas napolitanas plantaron cara en Volturno, lo que permitió el avance por el norte de los ejércitos monárquicos de Víctor Manuel II, quien derrotó a los Estados Pontificios en Castelfidardo.
El rey piamontés y Garibaldi se encontraron en Teano, cerca de Nápoles, y la unificación de Italia fue un hecho. Garibaldi, que renunció al ideal republicano, se retiró a su mansión en Caprera. Cavour quiso dar legitimidad a la unidad convocando elecciones para un Parlamento. En la sesión del 18 de febrero de 1861 se declaró a Víctor Manuel II como rey de Italia «por la gracia de Dios y la voluntad de la nación», con la bandera tricolor de la Casa de Saboya.
La incorporación de Venecia, en manos austriacas, se produjo como consecuencia de la alianza de Italia a Prusia en su guerra contra Austria en 1866. Solo quedaba Roma. El Partido de Acción de Mazzini y Garibaldi organizaron una expedición contra la Santa Sede en 1868 sin el apoyo de Víctor Manuel II, y fueron derrotados por el ejército francés, erigido en protector del Papa. De esta manera, cuando Napoleón III abdicó en Sedán, en julio de 1870 ante las tropas prusianas, los italianos vieron el camino libre para tomar Roma. Pío IX no cedió y el 20 de septiembre las tropas del general Cadorna entraron en la ciudad. Siguiendo el estilo plebiscitario del Risorgimento, un plebiscito en octubre de 1870 concluyó con su incorporación a la unidad italiana. Luego la capital se trasladó de Florencia a la ciudad eterna, Roma, y el Parlamento se instaló en el Palacio de Montecitorio, y el rey en el del Quirinal. Italia se rigió con la Constitución de 1848, el Estatuto Albertino. El turno de partidos, allí llamado «transformismo», dio unidad al país: unas mismas formaciones políticas, la creación de un mercado nacional, una legislación, un ejército único y una educación común. La construcción nacional estuvo en su pleno apogeo. La literatura romántica, las óperas de Verdi y la reinvención de la Roma imperial, llevaron a Emilio Castelar a escribir en su «Recuerdos de Italia» (1872) que «en esta nación, más que se vive, se recuerda». El régimen entró en crisis con la participación en la Gran Guerra, la corrupción de los partidos, el desprecio al parlamentarismo y al liberalismo, y la irrupción con fuerza de un socialismo bolchevizado y el fascismo. Víctor Manuel III dio el gobierno a Mussolini en octubre de 1922, quien usó las instituciones y las leyes para crear un régimen autoritario. Interpretó el Risorgimento y quiso volver a la Roma imperial en las formas, la cultura y el territorio. Su caída en 1943 provocó una guerra civil que se saldó con su muerte. Los italianos se inventaron de nuevo, forjaron el mito de la resistencia y fundaron la República en 1946 con un plebiscito que dividió en territorios el país: el norte republicano y el sur monárquico. Esta diferencia impulsó la necesidad del consenso en la labor constituyente la formación de gobiernos de coalición que reflejaran esa unidad del país. Sin embargo, en los 90, la corrupción derribó a los antiguos partidos, y el país entró en una deriva política en la que surgieron nacionalismos separatistas dispuestos a romper el viejo «Risorgimento». El resultado ha sido el florecimiento de proyectos populistas de derechas, izquierdas y nacionalistas, como se ha visto en las elecciones de 2018, que han recuperado el problema de la identidad Italiana.
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Día de la Libertad de Expresión: Italia y Garibaldi ponen fin al poder temporal del papado y al Derecho Divino
Lunes, 21 de setiembre de 2020 - 07:45 UTC
La fecha recuerda el 20 de septiembre de 1870, cuando fuerzas italianas y garibaldinas derrotan a fuerzas del Vaticano en Roma la “Brecha de la Porta Pía”
Víctor Manuel II le ofreció al Papa como compensación una indemnización y mantenerle como gobernante del Vaticano
El 20 de septiembre se conmemora el Día de la Libertad de Expresión de Pensamiento en homenaje a la entrada de las fuerzas del Reino de Italia a Roma, lo que puso fin al poder temporal del papado el 20 de septiembre de 1870.
La fecha de conmemoración se origina en el 20 de septiembre de 1870, día en que las fuerzas italianas y los garibaldinos protagonizaron en Roma la “Brecha de la Porta Pía”, derrotando a las fuerzas del Vaticano que se encontraban aliadas al Imperio francés.
Víctor Manuel II le ofreció al Papa como compensación una indemnización y mantenerle como gobernante del Vaticano, el pontífice se negó y no reconoció al nuevo estado italiano. Se declaró prisionero en el Vaticano y prohibió a los católicos italianos participar en las votaciones del nuevo reino.
El 11 de febrero 1929 se firmó el Pacto del Letrán, una serie de acuerdos en donde el cardenal Pietro Gasparri, en nombre de Pío XI, y el primer ministro de Italia, Benito Mussolini, en nombre del rey Víctor Manuel a través de los cuales acordaron la independencia política de la Santa Sede del Reino de Italia.
El suceso de la Brecha de la Porta Pía, representó la caída del poder del papado y los regímenes políticos con “Derecho Divino”, lo que simbólicamente significó para muchos el comienzo del fin para el oscurantismo y el dogmatismo.
En la actualidad se conmemora el Día de la Libertad de Expresión de Pensamiento, derecho fundamental establecido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y en las constituciones de los sistemas democráticos, del cual deriva la libertad de prensa.
Art. 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir información y opiniones, y de difundirlas, sin limitaciones de fronteras por cualquier medio de expresión”.
La libertad de pensamiento y de conciencia permite a los seres humanos la posibilidad de manifestar todas sus creencias y ejercer la posibilidad de recibir y transmitir información sin ser hostigados por lo que opinan.
En honor de tal fecha, también tuvo lugar el primer Congreso Internacional de Libre Pensamiento, en Roma, un 20 de setiembre de 1904. De los 189 países del mundo, un total de 178 reconocen la libertad de expresión como garantía constitucional.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre”, de Don Quijote de La Mancha, el insigne novelista, espa;ol, Miguel de Cervantes.
A su vez a Voltaire se le atribuye la siguiente frase, No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo“”
https://es.mercopress.com/2020/09/21/dia-de-la-libertad-de-expresion-italia-y-garibaldi-ponen-fin-al-poder-temporal-del-papado-y-al-derecho-divino |
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https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/la-figura-del-general-belgrano-es-recordada-en-las-calles-de-genova-nid2414220/ |
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20 de septiembre de 1873: El Presidente Sarmiento, firma el decreto de Inauguración del monumento ecuestre a Belgrano en la Plaza de Mayo:
"DECRETO DE LA INAUGURACION DEL MONUMENTO ECUESTRE SITO EN LA PLAZA DE MAYO.-
DECRETO
Buenos Aires, Setiembre 20 de 1873.
Habiendo de inaugurarse el 24 del corriente, día de la batalla de Tucumán, la estatua ecuestre del General Don Manuel Belgrano, que lleva en alto la bandera Nacional, que él hizo flamear primero en los campos de batalla, y debiendo recordarse con esta ocasión el origen, las glorias, y el carácter simbólico de nuestra Bandera, el Presidente de la República-
DECRETA:
Art. 1° El Presidente y sus Ministros, la Corte Suprema, el Cuerpo Diplomático, la Comisión de la Honorable Cámara de Diputados, las Autoridades Provinciales, las listas, civil y militar, oportunamente invitadas, concurrirán el 24 del corriente al salón de Gobierno a las dos de la tarde, para dirigirse al lugar de la ceremonia a las tres en punto.
Art. 2° Concurrirán igualmente el limo, Arzobispo electo, el Cabildo Eclesiástico, el clero regular y las órdenes religiosas, debiendo el Jefe de la Iglesia hacer las preces correspondientes antes de la inauguración.
Art. 3° Comisiones de los Colegios y Escuelas Públicas entonarán el Himno Nacional, terminadas que sean las preces.
Art. 4° El Presidente de la República descorrerá el velo de la Estatua y pronunciará el discurso inaugural que será seguido por uno del Gobernador de la Provincia y por otro del Brigadier General D. Bartolomé Mitre, como miembro de la Comisión encargada de la construcción de la estatua.
Art.5° El acto de descorrer el velo será saludado por las tropas, presentando las armas y por las bandas de música, -con el Himno Nacional, saludándose con ciento un cañonazos la inauguración de la Bandera Nacional con la Estatua ecuestre.
Art. 6° El acto de descorrerse el velo será anunciado a todas las Provincias por el Telégrafo, a fin de que se asocien a esta festividad Nacional.
Art. 7° El Presidente exhibirá la Bandera del Ejército de los Andes que se halla depositada en poder del Gobierno Nacional.
Art. 8° Formarán una Guardia de honor desde las seis de la tarde del día anterior en torno de la Estatua, y custodia de la Bandera, los siguientes Señores Generales y Jefes de los Ejércitos de la Independencia que se encuentran en esta ciudad.
Brigadieres Generales,
D. José M. Zapiola.
D. Juan E. Pedernera.
Generales,
D. Tomas Iriarte.
D. Eustaquio Frías.
General honorario,
D. Nicolás Vega.
Coroneles,
D. Rufino Guido
D. Jerónimo Espejo.
D. Juan Isidro Quesada.
D. Francisco Seguí.
D. Evaristo Uriburu.
D. Jorge Velar.
Tenientes Coroneles,
D. José María Pineda.
D. Pedro Rodríguez.
D. Juan Medeiros.
D. José Obregoso.
Sargento Mayor,
D. Francisco Pelliza.
Art. 9°. Un cuerpo de inválidos y soldados pertenecientes a los mismos ejércitos de la Independencia formará con los jefes nombrados ocupando estos los costados del cuadro de la Estatua, yen el fondo los inválidos.
Art. 10º. Las escuelas militar y náutica formarán más afuera en el mismo orden.
Art. 11º. Habrá parada de las fuerzas disponibles en esta ciudad a las órdenes del general D. Benito Nazar, que sirvió a las del general Belgrano, colocándose dichas fuerzas según se disponga por el Ministerio de la Guerra.
Art. 12º. Nómbrase maestro de ceremonias para la lista civil al Director General de Correos don Gervasio Posadas.
Art. 13º. En las casas de la ciudad se izará la Bandera Nacional como muestra de regocijo público y en memoria de tan grande acontecimiento, quedando la autoridad local encargada de hacer efectiva esta disposición.
Art. 14º. Se publicará y se repartirá la relación histórica con que el Brigadier General D. Enrique Martínez acompañó la bandera del Ejército de los Andes.
Art. 15º. Declarase feriado el día 24 del corriente.
Art. 16º. Los respectivos Ministros quedan encargados de la ejecución de este decreto en la parte que les corresponde.
Art. 17º. Comuníquese, publíquese y dése al Registro Nacional.
SARMIENTO - ULADISLAO FRÍAS."
https://www.facebook.com/story.php/?story_fbid=947645274069395&id=100064717925482&_rdr |
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LA ESTATUA ECUESTRE DE MANUEL BELGRANO Y LA CONFRATERNIDAD ITALO ARGENTINA
Por Cav. Silvio Roberto Vaccarezza
La génesis de los monumentos mellizos
Corría el año 1922, cuando nació la idea de realizar dos monumentos iguales en honor al general Manuel Belgrano uno en Génova (Italia) y el otro en Rosario (Argentina).
Un grupo de amigos se había reunido en una "trattoría" genovesa para hacer un homenaje al doctor Angel Gallardo, que había sido nombrádo Ministro de Relaciones Exteriores por el entonces Presidente de la República Argentina, doctor Marcelo T. de Alvear.
Dio la casualidad que en esa reunión estaba presente el señor Santiago Pinasco, que era rosarino y que había viajado a Génova, donde se habían congregado varios amigos genoveses y argentinos que vivían allí, y donde nació la iniciativa de la realización de erigir dos monumentos iguales.
La idea era de erigir los monumentos y se formó una Comisión que la encabezó Pinasco que se comprometió a trabajar y contribuir al buen éxito de la empresa.
¿Por qué en Génova un monumento a Belgrano? Porque Manuel Belgrano, no obstante haber nacido en Buenos Aires en 1770, era hijo del lígure Domingo Belgrano, oriundo de Costa dOneglia (Italia).
Manuel Belgrano, el gran patriota americano que fue y será ejemplo de ciudadanía y gran figura de la Revolución de Mayo, que diera origen a nuestra República Argentina y nos legó los colores de la Bandera Celeste y Blanca, con sus proezas militares y sus aciertos cívicos, siempre fue admirado por sus compatriotas y por los extranjeros, en forma especial por los italianos.
Muchos fueron los italianos y rosarinos que se sumaron a la idea y que aportaron trabajo y colaboración para que las dos ciudades fueran depositarias de las obras de arte que se gestaban.
Habían pasado casi dos años de aquella gran reunión y la idea había tomado forma y se estaba ejecutando. El Gobierno italiano del rey Víctor Manuel III había otorgado una concesión de terreno en Génova para erigir el monumento en esa ciudad, entonces el señor Pinasco partió de Rosario para dirigirse a Italia y organizar una Comisión para contratar un escultor.
Consiguió, luego de varias reuniones con las más conocidas autoridades artísticas italianas, formar una comisión integrada por el arquitecto Manfredo Manfredi, director de la Real
Escuela Superior de Arquitectura de Roma, el escultor Paolo Enrique De Barbieri, director de la Academia Ligure de Be-las Artes de Génova, el escultor Eduardo Rubino, profesor de la Real Academia Albertina de Bellas Artes de Tormo y el escultor Eugenio Maccagnini, de la Real Insigne Academia de San Lucas de Roma.
Varios proyectos se presentaron, pero el que se eligió fue el presentado por el escultor Arnaldo Zocchi, de enorme prestigio, que además había ejecutado el monumento a Cristóbal Colón en Buenos Aires, en cuyo boceto sobresalía la figura del General Manuel Belgrano, montado sobre un caballo erguido, en acto de saludo, levantando la Bandera. Símbolo de gloria y triunfo, que a su vez representaba el creador de esa Bandera.
. tes de la inauguración del Monumento se realizaron una enie de acontecimientos para festejar el histórico momento.
El acto de Génova
En el puerto de Génova estaba fondeado e;buque de la isiarina argentina "SARMIENTO" que el Gobierno había mandado para que estuvieran presentes la oficialidad y los tripulantes. Los marineros fueron invitados a un banquete, conjuntamente con los marineros del acorazado italiano “DUILIO” que también estaba anclado en el puerto. Los invitados estaban sentados en la mesa alternativamente. Un italiano y un argentino en signo de camaradería y hermandad, que no necesitó traducir las conversaciones, ya que ene ellos se arreglaron para hacerse entender.
Allí, surgió la idea de realizar un partido de fútbol entre los tripulantes de ambos buques y se invitó a los oficiales y maneros a presenciar el juego. El partido fue caballeresco, ganándolo los italianos 4 a 2, recibiendo una hermosa copa que en actitud de atención, la donaron a nuestros marineros.
Alas 10 horas del día 12 de octubre de 1927, en la Plaza Tonimaseo en Génova, sonó el clarín, anunciando la llegada del rey Víctor Manuel III que con su comitiva y los presentes en el palco oficial procedería a inaugurar del hermoso monumento ecuestre, que se encontraba cubierto por un manto blanco. Se oyeron los himnos de Italia y Argentina, cantados por los miles de alumnos que se había preparado para esa ocasión y que agitaban las banderas de las dos naciones.
La llegada del Monumento a Rosario
En Rosario, luego de la exitosa colecta realizada entre los italianos residentes en Argentina, se concretaba también la llegada desde Italia del monumento a erigirse.
El montaje de la obra fue elaborado y ejecutado por personal de la División del Paraná Inferior, entre ellos el ingeniero Carlos Fraquelli y el capataz Luis Anteri.
La Comisión que tenía a su cargo en Rosario la terminación del monumento para erigirse en la Barranca del Río Paraná, estaba integrada por: Presidente: Santiago Pinasco, Secretario: Francisco Garantí, Vocales: José Sgrosso, Luis Cope-lb, Dr. Julio Lencioni, Juan Semino, Guerino Troilo, Enrique Taiana, Hugo Rosselli, Cap. Federico Aprosio, Enrique Lubatti, Pedro Delfino, Miguel Porfirio, Felipe Peracca, Vito Cifarelli, Celso Grassi, Amilcar Bagliani y Juan Zolezzi.
Esta Comisión fue la que silenciosamente, pero incansablemente trabajó desde el inicio de la idea, para la concreción de la obra, dedicándole horas y días enteros para ir, poco a poco, aportando con modestia, desvelos y sacrificios, los
elementos necesarios para que el éxito culminara con esa entrega histórica, en un soleado día de octubre de 1 928.un año después de la inauguración del monumento en Génova.
La obra
La base sobre la cual se asienta la estatua ecuestre es de granito rojo de Sierra Chica, ciudad que se encuentra a unos 600 kilómetros al sur de Buenos Aires. Este granito fue enviado desde la Argentina hacia Génova, donde fue pulido en la localidad de Baveno por la marmolería Giuseppe Novi de Génova.
El granito rojo lustroso del revestimiento del pedestal, fue colocado en Rosario, posteriormente a la inauguración del monumento, puesto que no se pudo entregar terminado por causa de una huelga de obreros de la cantera de Clavaría (Buenos Aires), de donde provenía el mismo.
La estatua de Beigrano y la Bandera fueron fundidas con el bronce histórico que el Ejercito Argentino, por medio del general Pablo Richieri, donó del cañón N° 618 bis, del año 1775, de origen español, que era uno de los tomados por el General Belgrano el 20 de febrero de 1813. Es interesante recordar un trozo del parte que mandó el Gral. Belgrano al Gobernador de Córdoba, después de la batalla de Salta: "Las armas de la Patria se han cubierto de gloría en el día de ayer - veinte de febrero 1913 -'logrando una completa victoria sobre sus enemigos, recuperar el territorio de Salta y Jujuy hasta Tupiza, hacer nuestras todas las armas y municiones el ejército enemigo".
Para el caballo se utilizó bronce estatuario de primera calidad.
Los festejos en el Parque independencia
En Rosario también se festejó con entusiasmo la inauguración del monumento, la multitud llegó de los pueblos vecinos, gozando de un descuento especial en los transportes. El Parque de la Independencia se llenó de colores celeste y blanco mezclados con el tricolor de Italia. Las escuelas participaron con los alumnos en ese momento histórico. Se reflejaba en los rostros la hermandad de dos pueblos.
Los festejos finalizaron con un importante banquete que se realizó en el famoso salón "marfil" de la rotisería Cifré, con la asistencia de todas las personalidades que habían presenciado la inauguración del monumento al general Belgrano. Cuando usted pase frente al monumento, detenga su apresurada marcha, medite al pie de la estatua y obsérvela fijamente. Verá cuanta belleza se desprende de ese frío bronce, pareciera que en cualquier momento se inundara con los colores de nuestra Bandera, todo lo que nos rodea. Es imponente la figura del Héroe, es la fuerza que quisieron darle los hombres que lo concibieron.
Esta nota tiene el objetivo de señalar que en el mes de octubre de este año, se cumplen 80 años de su inauguración en Rosario y de considerar que en Italia también el esfuerzo para erigir el monumento a nuestro héroe tuvo culminación un año antes, en 1927, y tanto italianos como argentinos y sobre todo los rosarinos veneramos este monumento, que es una verdadera obra de arte.
* El autor es un especialista en la materia. Cavaliere al merito Della Repubblica D 'Italia, fue presidente del Instituto Belgraniano de Rosario. Su labor es meritoria en estrechar lbs lazos culturales de unión entre italianos y argentinos.
http://rosarioysuzona.blogspot.com/2016/09/la-estatua-ecuestre-de-manuel-belgrano.html |
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Garibaldi y la primavera de terror que vivió Gualeguaychú
Ads
Giuseppe Garibaldi (1807-1882) actuó como corsario para fuerzas de Brasil y Uruguay.
El 20 y 21 de septiembre de 1845, la ciudad vivió un episodio traumático que quedaría grabado para siempre en la memoria local. Los avatares impredecibles de la historia y la coyuntura de la época dieron lugar a este hecho que sigue llamando la atención casi dos siglos más tarde.
Ads
Al revisar el rico pasado de nuestra ciudad, no caben dudas de que uno de los hechos más resonantes es el asalto y saqueo que vivió a manos del corsario italiano Giuseppe Garibaldi. El suceso llama la atención por numerosos motivos, principalmente porque su protagonista luego trascendería a los libros de historia como uno de los líderes revolucionarios que lograron la Unificación de Italia en 1871. Pero el episodio que involucró a Gualeguaychú ocurrió mucho antes, los días 20 y 21 de septiembre de 1845, hace 179 años.
Por aquel entonces, nuestra tierra se desangraba en una interminable guerra civil entre unitarios y federales que pujaban por proyectos antagónicos para la conformación del país. Conflictos de esta índole también afectaban al Uruguay, donde transcurría la denominada Guerra Grande entre los “blancos” -liderados por Manuel Ceferino Oribe y apoyados por Juan Manuel Rosas y los federales de la Confederación Argentina- y los “colorados” -comandados por José Fructuoso Rivera y con el apoyo de los unitarios argentinos y los riograndenses del Brasil-. Fue de la mano de estos últimos que Garibaldi se vio involucrado en estos hechos.
Garibaldi había sido condenado a muerte tras participar de un intento insurreccional en Génova junto a la “Joven Italia”, una sociedad secreta y agrupación política que buscaba la integración nacional italiana, por aquel entonces fragmentada en distintos estados. Junto a otros camaradas disidentes huyó hacia el Nuevo Continente, donde continuaría su actividad revolucionaria al tiempo que pondría su espada al servicio de las luchas internas que se libraban en el Cono Sur. Al menos por un precio.
Radicado Rio Grande do Sul, luchó contra el Imperio de Brasil en la revolución de la República Riograndense liderada por Bento Gonçalves da Silva de quien obtuvo una patente de corso y comandó su flota de guerra contra la armada brasileña. Los documentos de corso eran cartas entregadas por las autoridades de un territorio que autorizaban al propietario de un navío a atacar barcos, puertos y poblaciones de naciones enemigas. Durante siglos y hasta esa época, el corso era una modalidad bélica y actividad económica similar a la piratería pero legal y estrictamente regulada por el Estado, aunque a menudo el límite se volvía difuso por la propia naturaleza de la cuestión.
Fue así que después de luchar con los separatistas brasileños, Garibaldi llegó en 1841 a la República Oriental para emplearse como corsario a las órdenes del general uruguayo Fructuoso Rivera. Allí, tras haber sido derrotado en combate por las naves del Almirante Brown, organizó en 1843 una unidad militar mercenaria denominada “La Legión Italiana”, también llamados “camisas rojas”, por el uniforme que llevaban. En 1845, mientras los ingleses y franceses intervenían como aliados de Rivera bloqueando los puertos de la Confederación y brindando apoyo militar, una flota garibaldina pudo saquear Colonia del Sacramento, tomar por la fuerza la isla Martín García y continuar río Uruguay arriba cometiendo actos de pillaje en toda su margen occidental.
El asalto y saqueo de Gualeguaychú
Según se reseña en Cuadernos de Gualeguaychú, en la noche del 19 al 20 de septiembre de 1845, Garibaldi y sus hombres sorprendieron a los dos guardias que celaban la boca del río Gualeguaychú en una nave ligera. Luego, Bernardino Gómez, vecino de la villa y marinero de un buque mercante, sirvió de baqueano para que los Legionarios pudieran entrar en el Puerto. En la madrugada del 20, desembarcaron en el Saladero de Gianello y atacaron la indefensa Gualeguaychú: sorprendieron dormido en su casa al Comandante Eduardo Villagra, quien cayó preso junto a las autoridades y Guardias nacionales, y Garibaldi ordenó el fusilamiento de las autoridades de alto rango; se fortificaron los puntos más importantes, dominando la ciudad. La casa de la familia Haedo (esquina de Rivadavia y San José) fue aprovechada como cuartel general por los invasores, quienes colocaron un cañón apuntando en dirección a la residencia del Comandante Villagra (Rivadavia casi Ángel Elías).
Fueron dos días de pánico en los que los 31 establecimientos comerciales y numerosas casas de familia fueron saqueadas. Los más perjudicados fueron los comerciantes españoles, sardos, portugueses y franceses y se estima que Garibaldi se llevó un botín calculado en 30.000 libras esterlinas.
En sus Memorias, el corsario italiano dejó el testimonio en primera persona de lo sucedido: “La provincia de Entre Ríos era nuestra enemiga, pero nosotros necesitábamos caballos y allí había muchos y excelentes. El pueblo de Gualeguaychú, por otra parte, siendo un emporio de riqueza, capaz de proveer a nuestros pobres soldados de cuanto necesitaban, especialmente ropa para ellos y de arreos para los caballos, nos atraía de un modo irresistible. Pronto pues, nos decidimos a hacer la entrada (...) Ocupamos con nuestras tropas las posiciones más fuertes, estableciendo avanzadas a largas distancias, en todos los caminos por donde podía aparecer el enemigo; y empezamos a adquirir caballos, ropa suficiente para vestir y para combatir otras necesidades de los pobres soldados y marineros que hacía tanto tiempo padecían todo género de necesidades y privaciones”.
En cuanto a los enfrentamientos violentos que se dieron en esta jornada de terror para los vecinos, Garibaldi menciona un combate entre jinetes de ambos bandas: “Un escuadrón de caballería perteneciente á la guarnición de aquel pueblo, y que se encontraba fuera, cuando nosotros lo ocupamos, volvía cuando ya éramos poseedores de la plaza; avistados por nuestras avanzadas, le enviamos al encuentro un grupo de jinetes, ya bien montados y equipados. La lucha se trabó en el acto y los nuestros resultaron vencedores. Habían combatido valerosamente. Esta pequeña victoria animó mucho á nuestra gente, haciéndole desear los encuentros futuros. Tuvimos un solo herido, pero de suma gravedad”.
Otro enfrentamiento tuvo lugar en las afueras de la finca de Francisco Lapalma (hoy conocida como la Azotea de Lapalma). Allí, ocho gauchos armados a las órdenes de Jorge Neyra -la mano derecha de Villagra- enfrentaron a una partida de legionarios que salía de saquear la casa. A pesar de que los superaban en número, los hombres de Neyra lograron poner en fuga a los garibaldinos y uno de ellos cayó herido después de que un sablazo le partiera el rostro, por lo que tuvo que ser llevado a la misma casa que acababa de asaltar para ser curado.
En sus Memorias, Garibaldi alude a la bravura de los gualeguaychuenses: “(...) en aquellos pueblos de gente belicosa, no era raro ver a las mismas tropas derrotadas, reorganizarse en un instante formando columnas de caballería realmente maravillosas y de una movilidad y osadía a toda prueba”.
Es por eso que el corsario también recuerda que su salida de la Villa “debía ser rápida”. A pesar de que tuvieron incidentes con esta pobre pero aguerrida resistencia, Garibaldi y sus hombres consideraron exitoso su paso por Gualeguaychú: “Salimos sin molestia, embarcándonos y transportando en pocos días á los muchos excelentes caballos sacados de Gualeguaychú, y los cuales nos servirían para futuras empresas”, concluye el italiano en sus notas.
Por último, antes de irse, Garibaldi y sus “camisas rojas” dejaron en libertad a todos los prisioneros, según agrega él mismo “a pesar de tener el convencimiento de que, si ellos hubieran vencido, no hubieran obrado tan generosamente”.
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