| El oráculo Estaba situado en una cueva profunda con una estrecha entrada. En ella se situaba un gran trípode, en el que se sentaba la Pitia para recibir la inspiración divina que le dictaba las respuestas oraculares. El oráculo de Delfos fue el más famoso de la antigüedad. Su situación como centro del mundo, señalaba el ónfalos, le confirió un prestigio especial, de manera que muchos tesoros y botines de guerra fueron guardados allí, en pequeñas edificaciones. El poder oracular de la gruta fue descubierto causalmente gracias a las cabras que abundaban en la zona, por lo que para los sacrifios a Apolo en Delfos se suelen utilizar estos animales. Es tradición que estas cabras quedaron atrapadas en la gruta por un terremoto y comenzaron a balar de una forma realmente extraña. Un pastor, que acudió a averiguar la razón de ese extraño fenómeno, que quedó igual de poseído que las cabras, y comenzó a precedir sucesos futuros. Todo el que se aproximaba a la gruta obtenía este extraño poder, y fue fama que procedía de Gea. Pero la fuerza de atracción que la gruta ejercía sobre todo aquel que se aproximaba era tal que muchos terminaban precipitándose por la grieta que el terremoto había dejado en la tierra, por lo que se designó una Pitonisa para emitir las profecías. En principio la Pitonisa era una mujer joven y virgen, pero se dieron varios casos de violación y finalmente eran mujeres mayores y poco atractivas las encargadas de emitir los oráculos. Los consultantes tenían una entrevista con ella unos días antes del oráculo. Este hecho está perfectamete documentado en las noticias que dan los autores de la Antigüedad. El oráculo se celebraba un día al mes, el día siete, que se consideraba como fecha de nacimiento de Apolo. Los consultantes eran de todo tipo, de grandes reyes hasta gentes pobres. La Pitia daba respuestas (el verdadero oráculo) que un sacerdote recogía y escribía en forma de verso. Después se le entregaba al consultante. En un primer momento, las sentencias de la Pitonisa se hacían en verso, pero a mucha gente le parecía extraño que siendo Apolo el dios de la música, tuvieran las predicciones tan mala calidad rítimica y melódica. Así que pronto la Pitonisa comenzó a predecir en prosa. | Las Excavaciones En 1676 Jacques Spon (francés) y Geroge Wheler (inglés) llegaron al emplazamiento del santuario convertido en un poblado llamado en ese momento Castri. En su visita por el lugar se fijaron en muchas inscripciones en la iglesia de un monasterio que había sido construida justamente sobre los muros del antiguo gimnasio. En estas inscripciones leyeron la palabra Delphi. Lo mismo les ocurrió en algunas casas del poblado. En estos años no pasó de ser una noticia para los historiadores; no hubo excavaciones. Pasados dos siglos, en 1840, un arqueólogo alemán llamado Karl Otfried Müller trabajó en esta zona y descubrió entre las casas del poblado una parte del gran muro poligonal del recinto del santuario. El descubrimiento fue una llamada a seguir trabajando. Llegaron más arqueólogos franceses y alemanes, que fueron poco a poco descubriendo indicios y vestigios de la joya arqueológica que se escondía en aquel lugar. Pero la tarea era muy difícil, pues la presencia del poblado impedía hacer excavaciones en serio.  Empezaron entonces los tratos y los proyectos para trasladar a otro sitio todo el poblamiento de Castri, hasta que en 1881 hubo un acuerdo entre el gobierno griego y el gobierno francés (muy interesado en las excavaciones) para expropiar, trasladar y reconstruir el nuevo emplazamiento, la ciudad actual llamada Dhifis (Delfos). Comenzó una gran actividad arqueológica dirigida por el jefe de la Escuela Francesa de Arqueología de Atenas, Téophile Homolle.  Fueron apareciendo piezas restos de estatuas criselefantinas (es decir, estatuas que tenían la cara, las manos y los pies de marfil y el cabello de oro), piedras de edificios, columnas rotas, etc. Después vinieron las restauraciones llevadas a cabo por la Escuela Francesa de Arqueología, con las subvenciones del Ayuntamiento de Atenas y aportaciones particulares de ciudadanos griegos. De esta forma vieron la restauración: 
 Muchas de las piezas fueron llevadas al museo de Delfos que, en la actualidad, es uno de los más ricos de Grecia: entre otras el famoso Auriga, de bronce, tamaño natural ofrendado por Polyzelos; la Esfinge de Naxos, los Mellizos de Argos y una copia romana del Ónfalos que era la piedra en forma de huevo que señalaba el centro u "ombligo del mundo" en Delfos y que fue encontrado durante las excavaciones hechas en el templo de Apolo. | 


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